Cuando se habla de Inteligencia Artificial, siempre, irremediablemente, se habla de un hombre enseñándole a la máquina todo lo que debe hacer en cada circunstancia. Eso lo dejó claro la Licenciada Marcela Riccillo, Doctora en Ciencias de la computación de la UBA y Experta en Inteligencia Artificial y Robótica, cuando le dijo a Infobae en agosto que “tenemos que tener claro que una cosa es Inteligencia Artificial, y otra cosa muy distinta es Inteligencia Artificial Completa, que anteriormente se conocía como Full AI y ahora tiene una denominación actualizada que llamamos Artificial General Intelligence (AGI), y que básicamente no existe, porque significaría que las máquinas deberían tener conciencia, algo que por ahora solo es parte de la ciencia ficción de las películas.”
Esta introducción tiene sentido para explicar una situación que se ha producido en los últimos días con el sistema Autopilot de Tesla, puesto a prueba por Michael Ballaban, un periodista especializado en Transporte de la cadena americana CNN, en el tránsito de una de las ciudades más grandes del mundo: New York.
El objetivo de la prueba era verificar cómo reacciona en el tránsito pesado y urbano, el sistema Autopilot de conducción autónoma que Tesla trae en sus vehículos, y que desde hace algunos meses, está funcionando en versión Beta con algunos conductores que fueron calificados previamente en base a sus antecedentes para poder formar parte del desarrollo del sistema.
El desarrollo, justamente, es el trabajo que los ingenieros deben llevar a cabo una vez que el vehículo está dotado de las cámaras, radares y sensores que requiere para detectar obstáculos en su camino.
Y el video que se emitió en la cadena norteamericana fue lo suficientemente demostrativo del largo camino que todavía se debe recorrer para lograr una puesta a punto que permita esta conducción autónoma con seguridad para el auto y especialmente para su entorno.
Una de las primeras situaciones desafiantes para el Tesla Model 3 que se utilizó en la oportunidad, fue encontrarse en una avenida de doble sentido de circulación con dos manos para cada lado, y con una isla demarcada en el piso para girar a la izquierda. Al acercarse al cruce, pero con autos sobre su lado derecho y autos detenidos de frente, el sistema no detuvo su marcha sino que fue derecho, con lo que su conductor tuvo que tomar el volante para pasar entre ambos. El auto debió detenerse viendo que las líneas del piso lo desviaban hacia la derecha y que tenía un camión de ese lado.
La segunda prueba compleja se dio con un ciclista que, nuevamente en una avenida de doble circulación, entró en el radar del Tesla desde el costado, aunque en el mismo sentido del tránsito. El sistema Autopilot automáticamente desvió la dirección hacia la izquierda, sin reparar que venía un camión de correo de frente. Seguramente, cuando estuviera cerca de la colisión, hubiera frenado, pero ya sería tarde, porque había invadido el carril de contramano.
El último desafío fue al acercarse a un auto detenido en la mano derecha, por la que el conductor venía transitando. El radar detectó correctamente el auto, pero no vio que adelante, unos cinco metros o tal vez más, había una valla demarcando el lugar en el que estaba estacionado el obstáculo. Y cuando la detectó, ya estaba demasiado cerca. El conductor-periodista tuvo que tomar el volante porque si no lo hacía, hubiera golpeado la barrera metálica en cuestión.
También hubo un camión que venía en sentido contrario pero por su carril correspondiente, justo cuando el Tesla quería tomar una esquina para doblar a la izquierda, pero el camión empezó a cruzar la bocacalle y se detuvo repentinamente a causa del tránsito, quedando parte de su remolque sobre el cruce mismo. El Autopilot pareció calcular que ya había salido del radar y comenzó a doblar a su izquierda como tenía programado, pero otra vez, el conductor humano intervino para enderezar la dirección y retrasar el viraje unos metros sin impactar en el camión.
De eso se trata el desarrollo de la Inteligencia Artificial. De prever las posibles situaciones que se presenten y programar las respuestas de un sistema para realizar la tarea correctamente. Pero el mundo tendrá que ordenarse mucho más en todos los aspectos si pretende autorizar los vehículos autónomos totales en algún momento. El sistema Autopilot requiere seguir desarrollándose para evitar colisiones que no deberían ocurrir, pero no todos los problemas son de la máquina.
Las calles tienen que ser demarcadas más claramente, sin intersecciones que confundan a una máquina, y las personas deberán actuar de un modo predecible, sabiendo que están interactuando con máquinas que no tienen criterio y no saben resolver situaciones que el hombre puede causar con reacciones imprevistas.
El cambio de mentalidad llegará algún día, pero probablemente demore más de lo imaginado. Las nuevas generaciones nacen con sistemas automatizados, predictivos y táctiles que les permitirán entender mejor cómo actuar para poder compartir la vida con sistemas autónomos. No será tarea sencilla.
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