Si los automóviles ya no necesitan nafta o gasoil para funcionar, y dentro de unos años no necesitarán conductor para circular, muchas otras cosas podrían dejar de ser imprescindibles.
Los neumáticos parece que también podrían prescindir del aire, o al menos esa es la idea que se está desarrollando ya desde 2017, pero que ha tenido un gran avance en los últimos meses en Michelin.
El concepto se llama Uptis, que significa Unique Puncture-proof Tire System o Sistema único de neumáticos a prueba de pinchaduras, y lo está desarrollando Michelin en conjunto con General Motors. De hecho, las primeras pruebas se hicieron con el eléctrico Chevrolet Bolt allá por 2019, a modo de introducción a la novedosa idea de una cubierta sin aire.
Y como muchas innovaciones tecnológicas, este concepto claramente alineado con la sustentabilidad, tiene derivaciones que quizás no se perciben a simple vista, pero que son probablemente más significativas que el mensaje inicial que la idea transmite por sí misma.
¿Cuál sería la primera conclusión acerca de un neumático sin aire? Si no es que no se pinchará, es que no explotará, pero también podría ser que no se desinflará, o yendo un poco más allá, que reducirá la cantidad de accidentes viales provocados por repentinas roturas de los neumáticos.
¿Y qué tiene eso que ver con la sustentabilidad? Salvo por el beneficio general de salvar vidas que hoy corren riesgos por los accidentes provocados por desperfectos de los neumáticos, no se ve mucho más al respecto. Pero si se presta atención a las consecuencias de no tener más pinchaduras, se puede apreciar que ya no será necesaria la rueda de auxilio, esto reduce de 5 a 4 la cantidad de neumáticos necesarios por cada automóvil.
Pero si no habrá pinchaduras, tampoco será necesario el gato mecánico o hidráulico para levantar el auto, y eso también generará menor producción de hierro, aluminio y goma, entonces empiezan a aparecer reducciones indirectas de productos manufacturados industrialmente que podrían dejar de ser necesarios con el correr del tiempo.
A la vez, se reduciría la cantidad de neumáticos de desecho que por tener una rotura suficientemente profunda, ya no se pueden usar en los automóviles, y forman parte de grandes basureros de caucho que no se biodegradan. Y finalmente, al no haber problemas de presión de inflado, la vida útil de cada neumático será mayor, ya que solamente por tener las ruedas con un inflado inferior al recomendado, los neumáticos se desgastan prematuramente.
Con esas premisas se dio comienzo al proyecto, aunque también se esperaba conseguir un producto que pudiera fabricarse íntegramente con impresoras 3D y con materiales 100% renovables, lo que generaría un menor impacto en el medio ambiente también desde la construcción misma del neumático.
El desafío de ingeniería es muy grande, porque en el diseño de sus paredes y láminas internas, y en la elección de sus materiales y compuestos, están las claves para conseguir el correcto grado de adherencia, estabilidad y elasticidad/rigidez para funcionar según las exigencias de peso o carga vertical y horizontal, y de velocidad.
Parece que han llegado a un punto de desarrollo que ya están listos para empezar los ensayos duros, los empíricos, donde las simulaciones se deben revalidar en la realidad, y donde distintos tipos de exigencias someterán al producto a límites físicos de los que debe “salir bien parado”, valga el juego de palabras.
La seguridad debe estar delante de la sustentabilidad, entonces, comprobadas sus propiedades de cuidado medioambiental, esta goma ahora debe hacer millones de kilómetros para decidir si es posible que sea equipo original de las automotrices para 2024.
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