A mediados de los años 80, Chrysler creo un automóvil que causó sensación, no tan buena como la que esperaban, por ser dos autos en uno o un auto en dos partes. Era el Plymouth Voyager III. Adelante se trataba de un auto pequeño con espacio para tres ocupantes, y atrás una segunda estructura, a modo de remolque, con cinco asientos más. De este modo, se utilizaba solamente la parte delantera para moverse en el tránsito urbano, y al adosar la segunda unidad, que al conectarse electrónicamente retraía el eje trasero de la primera unidad, se transformaba en un monovolumen de gran capacidad.
Además, el vehículo tenía dos motores, uno adelante y otro atrás, que al unirse, quedaba bajo el control de la parte delantera. Se presentó en el Salón de Chicago de 1990, pero no tuvo demasiada aceptación, así que nunca se puso en práctica y quedó como una idea que no sedujo al público.
Han pasado 30 años y nuevamente una idea similar aparece como concepto, como idea, intentando ver si capta la atención de los usuarios. Ahora las cosas son distintas. Estos proyectos se muestran y, si tienen éxito y buena recepción, se hacen por encargo, pero además, las compañías que los promueven, buscan inversores para generar todo el negocio. Si las cosas salen bien, el auto se fabrica, se vende y todos quienes creyeron en la idea ganan dinero, sino, quedará en un proyecto que nunca verá la luz, en este caso, nunca verá las calles.
Esta vez el nombre de la empresa no es muy conocido. Se llama Canoo Inc, y fue creada por dos antiguos miembros de Faraday Future, otra compañía similar, que fue creada para desarrollar automóviles de lujo eléctricos. En 2019 crearon el primer prototipo de la marca, una especie de furgón multifunción, que se fabricará recién en 2022. Una fusión con Hennessy Capital Acquisition Corp se anunció en 2020, y con ello la creación de una pick-up eléctrica para 2023. Pero pronto hubo cambios de dirección, de sus creadores no quedaron ni rastros, el contrato para producir autos eléctricos para Hyundai se interrupió por “cambios de estrategia”, y pronto la Comisión de Bolsa y Valores de EE. UU. inició una investigación sobre Canoo después de su fusión con Hennessy, por esas maniobras y algunas denuncias de accionistas.
En medio de esa situación, nació el proyecto Canoo Anyroad, como un intento por mostrar algo novedoso que genere confianza nuevamente, y así poder concretar los planes antes mencionados. Y la idea es interesante. El Anyroad es algo acorde a su nombre, un vehículo que se puede adaptar a todo tipo de terrenos y utilidades, que vuelve a plantear la idea de un módulo divisible, que permite usarse completo o solo con una sección, la delantera. El mismo concepto del Plymouth Voyager III.
El Canoo Anyroad aprovecha la plataforma polivalente que se utilizó para la creación del furgón, para diseñar sobre ella, una especie de pick-up carrozada o un gran monovolumen, que se puede dividir y dejar solo la parte delantera como un vehículo con caja abierta, pero del tamaño de un compacto mediano o una camioneta de segmento C.
El módulo que se separa tiene un solo eje, y está pensado como una casa rodante de dimensiones reducidas, que permite dos ocupantes para hacer camping en su interior.
La propulsión del Canoo Anyroad es 100% eléctrica con dos motores en la parte delantera, uno sobre cada eje, dejando el tercer eje solo como apoyo para circular, como si se tratase de un tráiler. En el auto se aloja una gran batería para generar la energía que dará propulsión, mientras que en el módulo trasero, otra batería menos voluminosa, se encargará de dar electricidad a la casa rodante.
En el diseño del Anyroad hay detalles interesantes. Una vez separada la parte trasera, la tienda para dormir se extiende fácilmente como una carpa estructural autoportante, y en la zona delantera, la que conectaría con el automóvil, se pueden encontrar mesas y cajones que sirven como cocina para un campamento.
Pero uno de los accesorios más llamativos y ocurrentes está en las luces. Los faros delanteros del automóvil, también tienen un propósito secundario. Se separan de su alojamiento original y se convierten en luces portátiles que luego se pueden usar como linternas o incluso lámparas de pie, gracias a que, por su forma, un trípode incorporado que permite que la luz permanezca erguida. Una idea ocurrente pensada para los aventureros de la vida al aire libre y los campamentos.
No hay muchos datos todavía. Solo se ha anunciado una autonomía muy alta de más de 900 km con sus baterías, y nada más. Eso sí, quién quiera reservar una unidad debe hacer un depósito de 1000 dólares, que le será incluido en el costo al momento de la compra total, o devuelto si el proyecto no llega a concretarse. Por algo será.
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