A comienzos de la década del 90, el prestigioso Campeonato Mundial de Resistencia había dejado de tener interés en los fabricantes, quienes ante la igualdad de costos, se volcaron a intentar la aventura de la Fórmula 1. Pero no a todos les fue bien compitiendo contra los poderosos equipos McLaren, Ferrari o Williams, de modo que el proceso de reconstrucción de las carreras Sport, cuyo evento icónico aún siguen siendo las 24 horas de Le Mans, permitió que encontraran una motivación para regresar a las fuentes. Así, en 1996, nació el certamen que dos años después se llamaría FIA GT, y que hoy conocemos como World Endurance Championship (WEC).
Una de las premisas para contener los altos costos que habían puesto en riesgo el certamen anterior, fue que no fueran autos concebidos como prototipos, sino autos que tuvieran un modelo que se fabricara para circular por las calles. Así, hubo marcas que transformaron un auto de producción en un Sport, pero otros fueron por el camino inverso. Fabricar el auto de carrera, y en base a ese diseño y desarrollo, hacer una producción que pueda circular por la vía pública. Algo similar a lo que había ocurrido con el famoso Grupo B de Rally Mundial, pero para la pista.
Uno de los que tomó esa decisión fue Porsche. Crearon un modelo basado en el símbolo de la marca, el 911, pero a partir de esa línea conceptual de carrocería tan identificatoria, desarrollaron un verdadero prototipo que les permitiera volver a Le Mans y ganar. Su nombre fue Porsche 911 GT1 y la versión domésticada fue la 911 GT1 Strassenversion.
El auto medía 4,90 metros de largo, 1,90 de ancho y 1,15 de altura. El poderoso motor boxer de 6 cilindros con alimentación biturbo, le permitía obtener 710 CV de potencia que se transmitían al piso solo en las ruedas traseras. Estaba situado, como todo prototipo pero también como todo 911, en posición trasera central, y tenía un torque asombroso de 600 Nm. La velocidad del auto en versión callejera, le permitía alcanzar los 310 km/h, con una aceleración de 0 a 100 km/h de solo 3,7 segundos.
Como la exigencia de fabricación de autos para la calle no tenía un número mínimo, Porsche solo produjo 20 autos para vender a usuarios fuera de los equipos de competición, y construyó una decena para destinar exclusivamente a competir. En 1996 perdieron Le Mans con otro Porsche, un Porsche WSC-95, que era un prototipo sin techo solo habilitado ese año por última vez. En 1997 no pudieron batir al Mercedes CLK, y en 1998 finalmente ganaron la carrera de resistencia más famosa del mundo con el 911 GT1.
Como particularidad, este Porsche 911 GT1, fue el primer auto deportivo de carreras de Porsche construido en fibra de carbono, pero además, fue el primer Porsche con motor refrigerado por agua, yendo contra la tradición de los motores bóxer que históricamente habían hecho “distintos” a los Porsche, por mantener la refrigeración a través de aire.
Con toda esta explicación, es lógico pensar que haya habido muchos coleccionistas detrás de los exclusivos 911 GT1 Strassenversion, y que pagaran fortunas por hacerse de una unidad de tan extraño vehículo. En 2017, lo máximo que se había pagado por uno de estos modelos, ya había sorprendido a todos, con una cifra de 4,7 millones de euros. Sin embargo, ahora apareció alguien más ambicioso: un coleccionista japonés pide 10,5 millones de euros por su auto de 1998, el último de la producción, y espera comprador.
Hay dos detalles finales que pueden influir en su precio y en determinar su comprador. El auto tiene apenas 787 km de rodado, y aunque se encuentra en Japón, quién lo ha puesto a la venta es un vendedor llamado Bitcoin Cars, porque acepta este tipo de monedas virtuales para la operación,
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