Falta de agua en los países escandinavos que obligan a generar electricidad con motores diésel. Falta de agua en Taiwan que obliga a reducir la producción de microchips. Pandemia y confinamiento que detuvo la producción de todo el mundo. En verdad, cuando la actual crisis global que afecta a la industria automotriz desde distintos ángulos haya terminado, los que se mantengan en pie habrán protagonizado una gesta histórica en la historia del automóvil.
Es que los problemas no solo no se terminan, sino que se incrementan. La nueva preocupación de los fabricantes de todo el mundo es la crisis energética en China, que viene desde comienzos de este año y promete continuar por lo menos hasta el primer trimestre del 2022.
Todo comenzó con una decisión del gobierno chino, que en su afán por reducir las emisiones contaminantes en el país, presionó a las minas de carbón para que redujeran al mínimo posible su producción para 2021. El plan era importar el carbón desde otras partes del mundo, es decir, que la contaminación no bajara sino que fuera en otra parte, pero lo que no estaba en los planes era que el precio del mineral subiera a los valores actuales. Esto motivó que se comprara la menor cantidad de carbón posible y por lo tanto se iniciara un plan de racionamiento de la energía eléctrica en todo el territorio chino.
De hecho, muchas compañías han debido trabajar de 23 a 8 hs. por exigencias del mismo gobierno, pero muchas otras debieron mermar su ritmo de producción, y por lo tanto no pudieron cumplir con los compromisos adquiridos en el suministro de materia prima a otras industrias.
Una de las producciones que se ha visto afectada es la del magnesio, y aunque parezca un tema menor, no lo es, porque el magnesio no se usa en muchos elementos de un automóvil en forma directa, como pueden ser las llantas, pero sí se utiliza para producir un componente vital en la industria del automóvil, como es el aluminio.
Europa, hace ya 20 años que dejó de ser productor de magnesio, y se calcula que el 95% de ese material se importa de China. Y aunque quisieran reactivar su propia producción, este proceso sería muy costoso y llevaría un par de años, por lo que no parece ser un negocio que valga la pena asumir.
“El 35% de la demanda de magnesio es para usar en chapa de automóvil, así que si el suministro de magnesio se detiene, la industria completa del automóvil lo sentirá y muchos tendrán que verse obligados también a cesar su producción, parcial o totalmente”, dice el analista Amos Fletcher, en un informe citado por el Financial Times.
“Se espera que las actuales reservas de magnesio en toda Europa se agoten a finales de noviembre de 2021″, alerta la WirtschaftsVereinigung Metalle (Asociación de Productores de Metales no Ferrosos) de Alemania, conocida como la WVM.
Y el temor va creciendo también con otro metal, el silicio, que es muy utilizado para muchas aleaciones en la industria automotriz, y que también depende de China, con lo que si un material falta, el otro faltará en algún momento también, porque el problema es de infraestructura y no de un material en especial.
En realidad, el gran problema que se está empezando a ver con mucha preocupación, es que, por la razón que sea, China está camino a manejar la producción mundial de automóviles, y muchos analistas ya empiezan a entender que el problema puede ser peor todavía si el gigante oriental empieza a administrar la entrega de materia prima para la construcción de baterías y elementos de los autos eléctricos. Estos materiales son conocidos como “Tierras raras”, se trata de 17 elementos minerales vitales para la producción de componentes electrónicos, y el mayor explotador del mundo también es China.
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