Pocos modelos de autos en el mundo pueden ser identificados a simple vista por cualquier persona, de cualquier edad y a pesar de la evolución en el diseño a lo largo del tiempo. Y muy pocos, pueden además decir que han creado una categoría.
Pues el Jeep Willys es uno de esos pocos casos, quizás el único, de un vehículo que se convirtió en ícono, pero a la vez en referente de un tipo de automóvil. Y que cumpla 80 años en 2021, solo agranda su leyenda. Uno puede parar una unidad del primer modelo y una del último, y notar que ese sello distintivo sigue inalterable. El Jeep Willys no solo ha perdurado en el tiempo por su robustez mecánica, sino por su forma representativa.
Así como ocurrió con la gaseosa más famosa del mundo, la cinta adhesiva o el condimento de los “Panchos”, su marca se transformó en el nombre de un tipo de producto, y aun siendo de otro fabricante, la gente lo verá y dirá que es un Jeep.
El primer modelo se ideó en 1940 y nació como un producto que debía cumplir con ciertos parámetros que el ejército de EE.UU. había solicitado a todos los fabricantes que desearan participar de una licitación, para crear un vehículo liviano pero robusto, de doble tracción, que fuera capaz de enfrentar hasta lo desconocido, porque sería el medio de transporte liviano de las fuerzas armadas en la Segunda Guerra Mundial.
Sólo tres fabricantes tomaron el desafío. Overland-Willys, Ford y Bantam. Y para julio de 1941, unos meses antes del ataque sorpresivo de la fuerza aérea japonesa a la base norteamericana de Pearl Harbour, en Hawai, ya había sido asignada a Overland-Willys la fabricación de las primeras 16.000 unidades de su vehículo.
De ese primer Jeep que ganó la licitación, se habían construido solo 1.505 unidades. Se llamó Willys MA (M por Military y A por ser la versión inicial del modelo), tenía un motor 4 cilindros de 2,2 litros, capaz de generar 60 CV, aunque con un buen torque de 142 Nm. Era de tracción integral con caja de transferencia de alta y baja. Tenía caja de velocidades de 3 marchas y palanca al volante. Pesaba 980 Kg y alcanzaba una velocidad de 105 km/h con un tanque de combustible con capacidad para 38 litros.
Cuando vino la adjudicación, y la necesidad de fabricar en serie el automóvil, se evolucionó el diseño, lo que incrementó el peso en 180 kg, por lo que el Willys MB, ya pesaba casi 1.200 kg. Al MB, se le mejoró la posición de manejo, se le colocó una caja de velocidades de cuatro marchas y estéticamente se le integraron los faros delanteros a la misma pieza de la parrilla. En el MA, los faros estaban alojados sobre los característicos guardabarros en forma de bandeja, y tenían una defensa tipo reja por delante. En el MB, las luces quedaron más adentro, y apareció la parrilla identificatoria del vehículo, las de las barras verticales que permanece como una huella indeleble de la marca a través del tiempo.
“El Willys es el ADN de la marca, y es el cromosoma que inicia toda esta secuencia, es el primer eslabón de la cadena”, dice a Infobae, Pablo García Leyenda, Director Comercial de Jeep Argentina, en el evento que la marca realizó este sábado en Buenos Aires, para presentarle a los fanáticos del Jeep y su legado, la restauración del único Willys MA que existe en Argentina, y uno de los 27 de los que se sabe en todo el mundo.
Este modelo es propiedad de Jeep Argentina desde hace algunos años. Se lo compraron a Marcelo Muniagurria, un coleccionista que lo tenía en su poder, y que frecuentemente se lo prestaba a la compañía para eventos muy especiales. Un día, entendiendo que el Willys es la piedra basal de la pasión que hay por el modelo, y con el propósito de contribuir con esa épica de un ícono de la industria automotriz de todos los tiempos, decidieron adquirirlo y ponerlo en valor, iniciando un trabajo de restauración total que hoy le ha incrementado su originalidad en aproximadamente un 80%.
Bien puede decirse que es casi una hazaña, porque al haberse fabricado tan pocas unidades solo en 1941, haber participado de la guerra casi todas ellas, y quedar menos de 30 en todo el mundo, conseguir piezas originales no es una tarea sencilla.
El trabajo de restauración estuvo a cargo de Patricio Aguirre Saravia, en la ciudad bonaerense de Carlos Casares, y para tener una noción del trabajo que se hizo, para tapizar las butacas de este Wyllis MA, utilizó la tela de una carpa militar de aquella época, que tenía el mismo tipo de tejido.
“Si bien es una pieza de museo, va a empezar una gira de eventos para que todo el mundo lo pueda apreciar y compartir la pasión por Jeep. Podemos decir que en cada modelo de la marca que vino desde 1941 a la fecha, este modelo MA está presente en algún aspecto. Ya sea por la capacidad todo terreno en algunos casos, por el diseño, o por los detalles en otros”, agrega García Leyenda.
Su sucesor, el MB, fue increíblemente versátil. Sobre su carrocería podían montarse ametralladoras de calibre .30 o .50 para el combate, pero también camillas para usarse como ambulancia. Los MB podían ser cargados en aviones de transporte para un rápido despliegue y también eran lo suficientemente pequeños como para caber en los grandes planeadores utilizados en la invasión de D-day en Mormandía. Durante el transcurso de la guerra, se desarrollaron kits de campo personalizados para las condiciones invernales o desérticas, el hundimiento de aguas profundas y otras necesidades de combate.
Una vez terminada la Segunda Guerra Mundial, un corresponsal de guerra del periódico Scripps-Howard llamado Ernie Pyle, dijo que “el Willys hizo todo, fue a todas partes. Fue fiel como un perro, fuerte como una mula y tan ágil como una cabra. Llevaba constantemente el doble de carga para lo que estaba diseñado y aun así seguía andando.”
Así nació la serie CJ o Civilian Jeep, a partir de 1945. Se lo catalogó como CJ-2A y fue una herramienta que cambió la vida de las granjas en EE.UU. y muchos otros países del mundo. Según Willys-Overland, había 5,5 millones de granjeros en EE.UU. de los cuales más de cuatro millones no tenían ni camión ni tractor. “El CJ-2A fue el caballo de tiro de multiuso para la granja”, decían entonces, porque era capaz de hacer el trabajo de dos caballos de tiro, funcionando a una velocidad de 6 km/h, durante 10 horas al día, sin sobrecalentar el motor. El CJ-2A estaría llamado a ser capaz de prestar servicio a la agricultura y a la industria en todo el mundo de mil maneras diferentes.
Más adelante, nuevamente para uso militar, incluso apareció el Jeep Willys de 24 volts, perfectamente compatible con el equipamiento de las fuerzas armadas. Podía prestar servicio a un radar, a un equipo de comunicaciones o a cualquier equipo que necesitara electricidad en ese voltaje, cosa que ningún otro podía hacer.
Luego llegaron la Wagon, la pick-up Overland conocida aquí como “Vaqueano”, el Gladiator, la línea Cherokee y las versiones modernas del Willys que llegan hasta nuestros días, como Renegade o Wrangler. En nuestro país, Industrias Kaiser Argentina fabrico el Jeep IKA y fue una planta de las más importantes del mundo en las décadas del 50 y 60. Y nuevamente, en los últimos años de la década del 90 y comienzos de los años 2000, en la fábrica de Córdoba, se fabricó la línea Cherokee y Grand Cherokee.
Pero esas son otras historias para contar en detalle, que bien merecen la pena tener artículos por separado. El Jeep Willys MA, el de 1941, que nació como un vehículo liviano pero robusto, transportable fácilmente para cualquier propósito que requería una Guerra, cumple 80 años. Y en Argentina, a esa pieza única que se acaba de terminar de restaurar, le rindieron el mejor homenaje: llegó a su fiesta de cumpleaños, colgado de un helicóptero militar, como en sus inicios.
SEGUIR LEYENDO