Jeffrey Brian Straubel nació en Wisconsin en diciembre de 1975, pero estudió y se graduó en Universidad de Stanford, en California, casi en la otra punta de EE.UU. Se recibió de Licenciado en Ingeniería de Sistemas de Energía en 1998 y obtuvo un Master en en Ingeniería de Energía dos años más tarde, en el 2000. Dos años después, viendo el avance de las baterías de Iones de litio, empezó a creer que un auto eléctrico era posible. Le presentó su idea a Elon Musk y en 2004 fue contratado para formar parte de Tesla Motor Co. Desde entonces se lo consideró cofundador, por su aporte técnico para la creación de la primera fábrica integral de autos eléctricos del mundo.
Si una persona tiene autoridad para hablar del tema, probablemente sea JB Straubel, quién hoy, ya retirado como parte de Tesla, donde quedó como consultor técnico externo, ha creado su propia empresa de reciclado de baterías de litio a gran escala, llamada Redwood Material.
Desde hace algunos meses, ante la evidencia de un incremento del calentamiento global por gases de efecto invernadero de la industria del automóvil, la mayoría de las OEM (Original Equipment Manufacturer) como se conoce en la industria a las fábricas de automóviles, han decidido un vuelco total hacia la electricidad como medio de alimentación para los vehículos del futuro.
Y como parte de esa nueva tendencia, muchas se han adelantado a otras para ser las pioneras en hacer el cambio que reemplace los motores de combustión actuales por los motores eléctricos. Así, se escuchan constantemente que una empresa ha decidido dejar de producir motores endotérmicos en los próximos años, o que tiene previsto fabricar autos eléctricos desde 2030, en concordancia con el Pacto Verde que la Unión Europea tiene en marcha con miras a descarbonizar el continente.
Pero para JB Straubel, no todas han hecho bien los cálculos. Y lo ha explicado en una extensa entrevista concedida a Jason Calacanis, en su programa de YouTube dedicado al mundo de las nuevas empresas llamado “This Week in Startups”.
Su teoría es que para convertir una compañía fabricante de automóviles impulsador por combustibles fósiles a una de automóviles eléctricos, o para crear una nueva empresa como tantas que están apareciendo ante el auge de los eléctricos, hay que conocer y administrar todos los recursos de la cadena de producción.
“Es necesario rastrear la materia prima hasta el final, literalmente hasta las minas. Si no haces eso no has resuelto el problema por completo”, señaló.
Según el experto, muchos se lanzaron a anunciar sus planes de autos eléctricos apresuradamente: “Creo que no han hecho los cálculos completamente”, y compara la situación actual con algo que sucede en algunas compañías aéreas cuando venden sus vuelos sabiendo que existirá el overbooking o sobreventa de asientos. Y comparó a los fabricantes, con los pasajeros que suben al avión aun sabiendo que no hay lugares para todos.
“Todos vamos a ir a ese nuevo lugar. Se ve genial y dulce. Subamos todos al avión al mismo tiempo”, pone como figura de una realidad que explica diciendo que todos los aviones querrán aterrizar en el mismo aeropuerto al mismo tiempo y eso no será posible.
Lo que dice Straubel tiene directa relación con los componentes de las baterías, que en el caso del litio, tiene suficientes países productores, siendo Argentina, junto a Chile y Bolivia, una de las dos cuencas más grandes del mundo de ese mineral. Sin embargo, el cobalto que se usa para el cátodo, una de las partes esenciales de una pila de iones de litio, se encuentra en muy pocos lugares. El yacimiento más importante está en República Democrática del Congo, en África, y su extracción trae aparejados dos problemas. El primero es la explotación de niños y adolescentes para la tarea, y la segunda, es que la mayor parte de la producción es de China, lo que pone al mundo entero, un poco a merced del mercado del país más grande del mundo.
Por esa razón, son cada vez más las empresas que deciden producir sus propias baterías, aunque no son dueños de la materia prima, y siguen dependiendo de terceros. No es menos cierto que el petróleo tampoco es un elemento democráticamente al alcance de todos los fabricantes, pero ese el combustible y no parte del automóvil en sí. Una vez con un auto en su poder, cada persona puede decidir qué gasolina utilizar y cuánto pagar por ella. Pero en el caso del auto eléctrico, lo que denuncia Straubel es que habrá una sobre demanda de elementos que, si colapsa, impedirá fabricarlos, y por lo tanto, afectará no solo su precio de mercado, sino también su disponibilidad.
Pero lejos de cuestionar los autos eléctricos, lo que recalca el ingeniero en energía que creó Tesla junto a Elon Musk, Martin Eberhard, Mark Tarpenning, es que los fabricantes tardaron mucho en reaccionar, y ahora están todos apurados.
“Todavía me sorprende el escepticismo que había en esos primeros años de nuestro Tesla, allá por 2012. Yo pensé que irían todos rápido a copiarnos para encontrar su espacio en la industria, pero eso no sucedió. No hubo copia ni hubo mercado para los autos eléctricos en ese momento”.
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