La historia de MG es tan extensa como su propia lista de propietarios, quiebras y renacimientos. Fue originalmente una compañía nacida en la década de los años 20, con raíces profundamente británicas, hizo autos muy populares, pero fue víctima de los desacuerdos entre su propietario, William Morris, de ahí la sigla MG (Morris Garage), y su director General, Cecil Kimber. Este último fue quién le dio un gran impulso, una vez abierta la cuarta fábrica, porque logró una inesperada demanda. Morris vendió su parte y desde entonces, a comienzos de los años ‘40, la marca pasó a ser parte de otros grupos automotrices que, a su vez, la fueron vendiendo conforme sus autos perdían adeptos.
La última venta fue al grupo chino SAIC (Shanghái Automotive Industry Corporation) en el año 2005, y desde entonces han comenzado a resurgir a través de un modelo compacto llamado MG 3, y cinco años después, de un SUV que se llamó MG GS, al que le siguieron el MG ZS hasta llegar al actual MG RX5.
Pero la reinserción de MG en la industria parece que tendrá un destino similar al de muchas otras marcas que estaban en el olvido o quizás en un nivel de producción muy acotado y en peligro de desaparecer: los autos eléctricos.
Sin embargo, en el caso de MG, el grupo SAIC podría tener planes distintos, y orientar la marca a un público joven que quizás no tenga presente ni la historia clásica de una marca de autos de estilo, ni la de tantos cambios de dueño que desprestigiaron aquel legado.
La juventud parece hoy menos interesada en los autos como tales, y todo indica que su mirada sobre la movilidad está puesta en la sustentabilidad y la tecnología. Si el automóvil puede ofrecer eso, será más apetecible que si sigue siendo un medio mecánico de transporte personal.
La idea de MG entonces se plasmó en un concepto que no verá la luz como auto de producción en serie, sino como una idea para evolucionar. Y así como Volkswagen apuntó a la juventud con el eléctrico ID. LIFE, que puede convertirse en una sala de videojuegos una vez estacionado dentro del garage, MG ha pensado en algo similar.
El concepto se llama MG Maze, y fue concebido alrededor del concepto “Get Out & Play”, que une movilidad y diversión, con una cara “fresca, audaz, valiente y emocionante”, según informó SAIC Design.
En su vista exterior, el diseño es futurista 100%, con muchas superficies transparentes, que emulando los computadores de juegos actuales, muestran muchos componentes que frecuentemente no se ven en un auto, y no sólo los muestra, sino que los realza, con iluminaciones puntuales. Como el gabinete de un gamer, pero con cuatro ruedas y motor eléctrico. El MG Maze no tiene puertas, sino que su modo de acceso es levantar un gran panel de policarbonato desde el frente.
El interior es tan llamativo como lo que se ve desde afuera. Solo tiene dos butacas flotantes con un acolchado de tela en tonos violeta y rosa, que contribuyen con un clima de juego al que los jóvenes están acostumbrados, y no tiene volante sino un teléfono inteligente en el lugar del conductor.
Y aquí viene la diversión, porque Saic Design permite a los conductores convertirse en jugadores en una búsqueda del tesoro del mundo real, usando su smartphone y la sofisticada interfaz de usuario que cubre todo el frente del automóvil y muestra un mapa en 3D, el estado del avatar, imágenes superpuestas e información de la misión, el usuario puede descubrir piezas de arte digital por toda la ciudad.
“El concepto es una reacción a nuestras vidas durante los últimos meses, donde nos encontramos con restricciones y limitaciones en nuestra capacidad para movernos e interactuar. Explorando la idea de ‘juegos móviles’, usamos MAZE como plataforma para que la gente salga y redescubra su entorno de una manera nueva y relevante, abriendo nuevas experiencias con su ciudad”, señaló Carl Gotham, director de diseño avanzado de SAIC Design.
Ideas innovadoras, búsquedas de atención distintas. Los sociólogos advierten una creciente falta de motivación para salir de casa de los jóvenes. Y es que sus amigos están conectados todo el tiempo, aunque no los vean, y las relaciones empiezan a ser menos fluidas. Si los autos del futuro consiguen ser un modo de traslado entretenido, habrá una función social en ellos que podría contribuir a frenar esa tendencia.
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