Cada vez que el tema de los autos eléctricos como futuro de la movilidad sustentable aparece en una mesa de debates con personas que defienden los clásicos motores térmicos de combustibles fósiles frente a los ecologistas que quieren reducir la huella de carbono de los medios de transporte, indefectiblemente aparecen los aviones.
“Si tanto les preocupa la contaminación de motos, autos y transporte pesado, ¿Por qué no atacan al transporte aéreo?”, argumentan. Y tienen razón.
En la actualidad, los gases de efecto invernadero que emite la aviación es significativa, pues según la Agencia Internacional de Energía, las emisiones de dióxido de carbono (CO2) procedentes de este tipo de medio de transporte han aumentado exponencialmente en los últimos 20 años a casi una gigatonelada métrica, lo que equivale a aproximadamente al 2,8% de las emisiones globales de procedentes de la quema de combustibles fósiles.
Sin ir más lejos, el gobierno francés está impulsando normas que prohíban rutas aéreas en tramos de menos de 500 km dentro de su territorio, en los cuales la opción del tren eléctrico sea posible, entendiendo que el tiempo que demanda ir hasta un aeropuerto, tomar un vuelo, viajar a un destino cercano, y trasladarse desde el aeropuerto de arribo hasta la zona urbana de destino, es equivalente a un tren de alta velocidad, con una reducción altamente positiva de emisiones.
La aviación y también la industria aeroespacial están estudiando paralelamente dos combustibles alternativos para la propulsión de aeronaves y cohetes o transbordadores: el hidrógeno y la electricidad.
Mientras Airbus trabaja en desarrollar los aviones de hidrógeno y se continúa con el proyecto del Solar Impulse 2, otro avión de una sola plaza que consiguió dar la vuelta al mundo en 17 etapas con energía sola únicamente, el primer avión eléctrico que Rolls Royce viene desarrollando hace dos años, acaba de hacer un primer vuelo de bautismo de 15 minutos en Gran Bretaña, sin ninguna dificultad.
Bautizado como “Spirit of Innovation”, este avión es un monohélice de un solo pasajero, y está equipado con un tren motriz eléctrico de 400 kW que lleva un paquete de baterías de 6.000 celdas, el de mayor densidad energética jamás ensamblado para un avión. Este paquete de alta densidad combina celdas de iones de litio con celdas de iones de sodio, que le permiten mayor estabilidad y una temperatura más baja de funcionamiento.
Luego de este primer vuelo experimental, Rolls Royce ha dicho que ahora comienza una fase de intensas pruebas que pretenden recopilar información de rendimiento sobre este sistema de energía eléctrica aplicada a una aeronave. De hecho, no está en los planes producir este avión en serie, sino utilizarlo como concepto para desarrollar y demostrar este nuevo tipo de motor, con miras a desarrollarlo para aviones comerciales de pasajeros en el futuro.
Este avión es producto de un programa llamado ACCEL (Accelerating the Electrification of Flight), una iniciativa que cuenta entre sus socios con el especialista en motores y controladores eléctricos YASA (propiedad de Mercedes-Benz) y la nueva empresa Electroflight. La financiación del proyecto surge en un 50% del Instituto de Tecnología Aeroespacial en colaboración con el Ministerio de Empresa, Energía y Estrategia Industrial del Reino Unido, e Innovate U.K.
Y en esa dirección se trabaja actualmente, Rolls Royce, el fabricante de fuselaje Tecnam y la aerolínea regional noruega Widerøe, participan del proyecto de desarrollo de un avión de pasajeros totalmente eléctrico que esperan tener listo para el año 2026.
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