Comprar un auto eléctrico es una de las aspiraciones de muchos jóvenes, mucho más identificados con el cuidado del planeta y alejados, a la vez, del gusto por los motores convencionales de combustibles fósiles. De hecho, por esa razón es que los Scooter o las patinetas eléctricas, son cada vez más populares, y a medida que el poder adquisitivo aumenta con la salida laboral y el desarrollo profesional, el auto pasa a ser el siguiente escalón para la movilidad.
En países de nuestra región, donde los autos eléctricos todavía no se ven frecuentemente ni son comercializados en cantidades apreciables, algunos temas no son todavía una preocupación, pero en Europa, China o EE.UU., empiezan a aparecer en la agenda de los usuarios, otros temas relacionados con la utilización de la electricidad para moverse.
Aunque son más costosos que un auto similar de motor térmico, comprar un auto eléctrico conlleva otra serie de cuestiones a las que hay que adaptarse. Contratar un auxilio mecánico con generador eléctrico es uno, planificar los viajes o movimientos alejados de la zona habitual de movimiento teniendo en cuenta la autonomía y los puntos eventuales de recarga, es otro, y comprar un Wallbox, es otra cosa que se debe adosar a la lista de tareas.
¿Qué es un Wallbox?
Todos los autos eléctricos se venden con un cable convencional que permite enchufarlos a la red eléctrica doméstica, y esto se debe a que la ficha de carga que se conecta al automóvil, no se compra en cualquier lugar.
El problema es que ese cable, conectado a las viviendas comunes, solo carga a muy baja velocidad, lo que trae aparejados dos problemas adicionales. El primero es el más obvio, es el tiempo que permanece enchufado, sobrecargando la línea doméstica, y el segundo es el desagaste prematuro de la vida útil de la batería en sí. Algo que todos conocen porque es lo mismo que ocurre con una Notebook o un teléfono celular que se utiliza enchufado permanentemente. En uno o dos años, la batería dice “adiós”.
Para eso está el Wallbox, que como su nombre lo dice, es una caja que se pone en una pared, conectada a la red eléctrica, y que administra la potencia de la energía eléctrica de acuerdo a la demanda. Si la instalación es monofásica, permitirá llevar la potencia a lo que el auto necesita para ser cargado en un rango de 6 a 8 horas, y si es trifásica, puede hacer las veces de cargador rápido, según el modelo, y cargar un auto en un período de tiempo entre 3 y 5 horas.
El Wallbox tiene un costo aproximado de unos 1000 euros o unos 1200 dólares, con instalación incluida, y es una solución a la movilidad de las grandes ciudades, que empiezan a ver con cierta preocupación, la creciente demanda de autos eléctricos, que deben alimentar de energía para que el sistema no colapse. Si bien los cálculos de crecimiento del parque de autos eléctricos está siendo acompañado de una fuerte inversión en instalar cargadores convencionales y súpercargadores, que los domicilios particulares sean un punto de recarga masivo, es una de las claves para que todo funcione.
De hecho, algunos países empiezan a estudiar una legislación que obligue a todos los propietarios de autos eléctricos a tener un punto de carga propio de estas características, para lo cual se empiezan a ver planes de subvenciones para la adquisición de los equipos.
Pero Wallbox acaba de dar un paso más en las últimas semanas, anunciando que sale a la venta un dispositivo de carga para hogares sustentables, que permite conectar directamente la caja a paneles solares, de manera tal que buena parte del consumo de electricidad no sea de la red doméstica, sino del sol, y por lo tanto, no afecte demasiado el consumo eléctrico de viviendas.
Si bien tiene un costo algo elevado de instalación, la energía solar que se recolecta durante el día, se acumula en baterías, que después proveen de electricidad a la vivienda. El sistema que Wallbox está produciendo tiene dos modos: el primero, llamado Full-Green detecta cuando hay suficiente energía ecológica excedente disponible en el hogar para cumplir los requisitos mínimos necesarios para alimentar el auto, que debe estar enchufado de manera convencional. En ese momento, el sistema empezará a cargar el auto con energía propia y no de la red.
El otro modo es llamado Eco, y lo que hace es detectar la energía ecológica que no se está utilizando en otras partes de la vivienda y mezclarla con la energía de la red para garantizar una carga rápida y eficiente del automóvil.
Hace unos meses, cuando Ford presentó la F-150 Lightning, una de las características que mostró como novedad, era que con su gran batería, esta pickup de Ford podía retroalimentar a una casa que tuviera un corte de energía eléctrica, o asimismo a un campamento, en el que se consume poca electricidad, pero no siempre está disponible.
Evidentemente, los automóviles eléctricos seguirán entregando ingeniosas soluciones y aplicaciones poco imaginadas un tiempo atrás. Pero también requieren adaptar la vida a su uso para conseguir sacarle el 100% del rendimiento a esta energía como forma de movilidad.
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