Originalmente, el caucho natural era un latex formado por una mezcla de compuestos orgánicos producidos por los árboles. El caucho más natural viene de una especie llamada “hevea brasiliensis” natural de Sudamérica, aunque se ha introducido en grandes plantaciones en el sureste de Asia.
Pero cuando la demanda del caucho empezó a ser tan alta que era imposible acompañarlo con la extracción del latex de las plantas, hace 120 años, nació el caucho sintético. Más precisamente en 12 de septiembre de 1909 fue patentado y por esa razón, desde 2009 se ha instaurado el Día Mundial del Caucho.
El caucho sintético fue una gran solución, hasta que la concientización del cambio climático lo pusieron en el ojo de la tormenta. La razón es que se produce con desechos de petróleo, y por lo tanto, genera gases de efecto invernadero, no sólo por su materia prima sino por su proceso de fabricación.
El mundo de la industria automotriz va en camino a limpiar el planeta lo más rápido posible, y la palabra petróleo es el enemigo público número uno.
Pero cómo reemplazar el caucho sintético actual por uno sintético verde es la cuestión. Volver al caucho natural de los árboles no sería posible, ni por la alta demanda, ni por la protección de un recurso muy descuidado durante décadas, que ahora empieza a pasar factura. La tala indiscriminada y la explotación forestal, que impacta el clima directamente han dejado a las plantaciones exhaustas. La amazonia es el ejemplo más claro.
Mientras se desarrollan compuestos químicos que puedan prescindir del petróleo, primero en manera parcial, y después definitivamente, las compañías productoras de neumáticos de todo el mundo, empiezan a reducir la contaminación desde otros aspectos, que también son importantes.
Hay dos caminos. Mejorar los neumáticos actuales es uno, incluso mientras se desarrollan nuevos compuestos naturales. Este es el caso de Bridgestone, que en su plan de hacer neumáticos para una movilidad verde, ha invertido muchos recursos en cauchos más durables, que generan menor recambio y por ende, menor producción. Hacer neumáticos que tengan un menor coeficiente de fricción, si bien suena atemorizante porque como concepto, el neumático debe tener la capacidad de “pegarse” al piso, lo real es que se han logrado cauchos que al momento de la necesidad de mayor agarre como una curva o una frenada, se adhieren al piso del modo en que se necesita, pero mientras ruedan, lo hacen con una menor resistencia al avance. Esto redunda en un menor consumo de combustible de los autos, y en el caso de los eléctricos, en una mejora en la autonomía, porque usan menos electricidad para avanzar.
A veces estas cosas parecen muy pequeñas, pero en verdad, sumadas, el resultado global hace sentir la diferencia. Un estudio reciente indica que con un neumático de menor fricción, se pueden ahorrar unos 80 euros de combustible en toda su vida útil. Parece poco, pero algo es.
La marca finlandesa de neumáticos, Nokian Tyres ha desarrollado un caucho 100% reciclado y reciclable que prometen poner en el mercado para 2025. Está construido con materiales reciclados de base biológica como el aceite de canola para sus productos, y se investiga activamente para la utilización de nuevos recursos ecológicos.
Michelín ha puesto el año 2048 como meta para fabricar un producto distinto: un neumático que se integra con la llanta, que no tiene aire adentro, hecho de productos de origen biológico y reciclados, cuya banda de rodadura se podrá imprimir en 3D y renovar en función de las necesidades del conductor y de las características climatológicas y de los pisos.
La japonesa Sumitomo está desarrollando desde hace varios años, un caucho natural, desarrollado a partir de fibra de plantas y silicio. Este sistema permite relevar con productos naturales los modelos de fibra sintética que suelen usar el 60 por ciento de las ruedas fabricadas con otros componentes derivados del petróleo.
Pirelli ha homologado el primer neumático con certificado FSC, otorgado por la organización Forest Stewardship Council en reconocimiento al respeto al medioambiente con el que se obtiene la materia prima necesaria para su producción. Es un neumático es de caucho natural y rayón, obtenidos con respeto a la diversidad biológica del lugar de origen desde el momento de la plantación hasta su tratamiento en la fábrica. La empresa italiana dice estar comprometida con la mejora de los cultivos de caucho natural y el aumento de la transparencia en la red de suministro, ayudando a preservar la biodiversidad y los bosques para contrarrestar el cambio climático.
La norteamericana Goodyear está elaborando un neumático que contiene aceite de soja, un material de base biológica que se puede utilizar al igual que cualquier otro aceite. Este aceite permite reducir el uso de aceites a base de petróleo hasta en 83 millones de litros cada año. Sus compuestos de caucho también se mezclan más fácilmente con los polímeros utilizados en las formulaciones de compuestos.
Los alemanes de Continental, por su lado, acaba de presentar su futuro neumático hecho con caucho natural, Taraxacum o dientes de león (una planta perenne), silicato de cenizas de la cascara de arroz, aceites y resinas. Estos materiales naturales equivalen a un 35% del neumático, mientras que el 17% proviene de materiales reciclados como aceros, caucho de neumáticos y el negro de carbono recuperados. Y lo más notable es el primer uso de poliéster fabricado a partir de botellas de plástico recicladas. Según el fabricante alemán, el poliéster se usa en la cubierta del neumático, y para la fabricación de un juego de cuatro neumáticos, se pueden utilizar poco más de 60 botellas.
La industria automotriz no se trata sólo de autos y combustibles. La conversión debe provenir de todas las áreas, incluso de los plásticos, los tapizados, y por supuesto también de los neumáticos. Quizás, uno de los sectores que se enfrenten al mayor desafío.
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