Si bien no es el primer auto marca Pininfarina, podría decirse que es el sueño de su creador. Battista Farina, a quién apodaban “Pinin”, creó una fábrica de carrocerías en 1930, pero debió esperar al final de la Segunda Guerra Mundial para hacerse verdaderamente poderoso. Su primer diseño emblemático de un estilo que luego se relacionaría como una marca registrada de autos deportivos para varias marcas, fue el Cisitalia 202 GT.
Con el paso del tiempo, Corrozería Pinin Farina se convirtió en Pininfarina y siempre permaneció como un ícono de diseños de vanguardia, especialmente de modelos Ferrari, aunque, por ejemplo, fue el creador de nuestro Torino, que IKA Renault de Argentina le encargó siguiendo el consejo de Juan Manuel Fangio.
El Battista no es el primer auto marca Pininfarina que se produce, hubo un modelo basado en el Fiat 124 Sport Spider que se comercializó como Pininfarina Spider Azzurra, del cual se vendieron cerca de 4.000 unidades entre 1983 y 1985. Un deportivo de 2 litros que erogaba 102 CV.
Pero básicamente, la identidad de Pininfarina se asocia con Ferrari, porque entre 1951 y 2012, prácticamente todos los modelos de Maranello fueron diseñados por Pininfarina. Entonces, si debía existir un auto marca Pininfarina, este tenía casi por obligación histórica, que ser un hypercar, innovador, de avanzada, y tenía que llevar el nombre de Battista, el creador de la marca.
Desde 2018, además de Carrozería Pininfarina que sigue teniendo su sede en Cambiano, en las afueras de Turin, se ha creado Automobili Pininfraina, una empresa que se creó con el objeto de producir exclusivamente, automóviles eléctricos de la propia marca, y no para empresas externas. La sede de Automobili Pininfarina no está en Italia, sino en Múnich, en el sur de Alemania, y es una empresa que integran griegos, italianos, alemanes y estadounidenses. Su CEO es el sueco Per Svantesson. La mayor parte de la ingeniería esencial proviene del Rimac en Croacia y el principal inversor es la compañía india Mahindra.
Pero hablemos del Battista Pinin Farina, el auto con el que se rendirá tributo al creador de esta marca inoxidable de autos deportivos.
Como se ha dicho, se trata de un hypercar eléctrico que tiene cuatro motores, uno por cada rueda, que sumados alcanzan la friolera de 1.877 CV con un torque absolutamente inédito de 2.300 Nm.
La autonomía del Battista es aproximadamente de 370 km, no tan buena, aunque quién quiera acelerar de 0 a 300 km/h en apenas 12 segundos y llegar a una velocidad final de 348 km/h, difícilmente lo considere importante.
Estéticamente, más allá de su perfil de auto súperdeportivo, llama la atención el remate de cola, con dos posibles configuraciones aerodinámicas. Mientras el auto está detenido o circulando a bajas velocidades, las líneas son una continuidad del perfil del habitáculo, pero apenas se superan ciertos valores de km/h, dos alas se elevan a unos 10 cm de altura para dar sustento y mejor apoyo por fuerza del aire sobre el tren trasero.
Las puertas se abren hacia adelante y arriba, y dentro sólo puede haber dos ocupantes. Una vez sentado frente al volante, el conductor tiene tres paneles de lectura a través de pantallas digitales, dos grandes a los costados un una pequeña en el centro, del tamaño de un celular, en el que, por defecto, se ve la velocidad.
El volante tiene una empuñadura de un grosor importante, pero no es circular, sino aplanado las partes superior e inferior. Las terminaciones del habitáculo están logradas mayormente en fibra de carbono, con un acabo algo rústico, más deportivo que elegante o lujoso.
El auto no hace ruido por su característica de ser 100% eléctrico, pero sí transmite sensaciones de otro tipo. En principio, lejos de otros conceptos similares, que con micrófonos inyectan sonido de motor en el habitáculo, el Battista lo que tiene es una música especialmente diseñada para hacer más impresionante el procedimiento de arranque y salida. Además, como el auto no tiene mucha insonorización, el sonido del dibujo de las ruedas sobre las diferentes texturas de asfalto y los sonidos del aire y la fricción de la transmisión y los motores eléctricos, también son parte de las sensaciones que propone para los 150 propietarios que, pagando 2.4 millones de dólares, podrán tener uno en su garage.
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