Además de su amor por la batería de los Rolling Stones, Charlie Watts tenía otras dos pasiones, y las combinaba entre sí. Era coleccionista de automóviles y amante de la estética. Entonces, para que nada estuviera fuera de tono o estilo, se hacía confeccionar un traje que combinara con cada auto de su gran colección en Londres, y en alguna oportunidad incluso hacía dos distintos, cuando determinado modelo requiriera por el diseño de su tapicería interior, otro traje distinto al que lucía para combinar con el exterior. Se cree que Watts tenía más de 200 trajes diseñados para tal fin.
Buena parte de su fortuna personal, estimada en unos 250 millones de euros, había sido resguardada en autos de un gran valor por ser clásicos, especialmente algunos modelos de la preguerra. Entre esos modelos se destaca uno en particular, un Lagonda Rapide Cabriolet 1937 que es una verdadera joya por su motor V12 y porque sólo se fabricaron 25 unidades.
Watts era el más fiel exponente del caballero inglés, y los autos elegantes y su atuendo personal, no podían ser fácilmente identificados con ser uno de los miembros originales de la banda de rock más disruptiva de los años 60, junto a Mick Jagger y Keith Richards, quienes también coleccionaban autos suntuosos e imponentes como Ferrari, Rolls Royce o Bentley.
Pero la colección de Watts, de la que no hay tantos detalles porque siempre la mantuvo como un tesoro para disfrutar personalmente, tenía autos completamente inesperados, como un Citroen 2 CV o incluso un Mehari, comprado en Montpellier en persona durante una gira.
Entre otros autos que se conocieron de su colección, se encuentra un Lamborghini Miura, varios Rolls Royce, y muchos mencionan también un exclusivo Bugatti Atlantic de fines de los años 30, del cual se hicieron muy pocas unidades y su costo es de varias decenas de millones. Sin embargo no se conoce fehacientemente que Watts tuviera uno de ellos. De todos modos, lo más curioso de este aspecto del baterísta eterno de Rolling Stones, es que a pesar de su enorme colección, no tenía licencia de conducir.
Desde joven, cuando estaba en la escuela de arte, siempre decía que si alguna vez fuera millonario, compraría muchos autos clásicos, solo para contemplar sus detalles y su sofisticación de diseño y materiales. Y una vez que fue millonario y comenzó a coleccionar autos especiales, solía contestar a la recurrente pregunta de por qué compraba autos si no los disfrutaba conduciéndolos, que él sentía enorme placer al vestirse de acuerdo a cada uno de ellos, ponerlos en marcha en su garage y escuchar el sonido de sus motores, ya que ese era otro tipo de música para sus oídos. Según decía Watts, sentarse tranquilo en su garage podría traer la cantidad justa de paz.
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