La curiosidad a veces depara sorpresas agradables y otras veces no tanto. Para un adolescente, si la curiosidad implica hacer algo que le genere adrenalina, hay otra motivación, y si está en grupo, una travesura se puede transformar en toda una aventura. ¿Quién no ha explorado, o al menos desear hacerlo, algún lugar abandonado a los 15 años de edad? Es todo un desafío al coraje y por qué no también, a sentirse un poco más adulto de lo que se es en realidad.
Así comenzó esta historia de un grupo de jóvenes en Rio Grande do Sul, en Brasil. Decidieron ver qué había en un gran edificio abandonado, al que le estaban creciendo plantas hasta en las ventanas. Pero nunca imaginaron lo que podían encontrar allí.
Primero, a través de una ventana vieron un auto antiguo, de los años ‘30 y una moto de la misma época, completamente tapados de polvo. Una vez que rompieron el candado para abrir la puerta, cometiendo un ilícito que transformó la travesura en una conducta penalmente sancionable, encontraron una enorme colección de autos clásicos, todos en estado de abandono.
Una vez que publicaron los videos que cada uno grabó en sus teléfonos móviles, el asunto tomó estado público, e intervino la policía, lo que les significó problemas con sus padres y con la ley. De todos modos, esa viralización del hallazgo permitió conocer la historia de esos vehículos, que pertenecían a un coleccionista que había armado un museo privado en el lugar. Además de los autos, había una biblioteca técnica, varias partes para máquinas, una colección de surtidores de combustible antiguos y hasta una antigua cafetería.
Todoo los vehículos que estaban en el lugar habían sido fabricados entre la década de 1920 y la de 1970. La lista era tan variada como para encontrar un Ford Modelo T, un Citroën DS, un Chevrolet Corvair, un Chevrolet Styleline de 1952, un Fiat 124 Sport Coupé, un Simca 8, un Renault Dauphine, Morris Oxford y Hudson Hornet, el clásico auto de Nascar en la década del 60. Todos estaban completos y por sus patentes, se dedujo que no habían estado circulando por décadas.
En un segundo piso, otros vehículos extraños estaban apoyados casi en voladizo sobre largas tablas de madera, que increíblemente soportaron tanto peso durante décadas. Esos autos eran un coupé y un convertible Austin A90 Atlantic, un Chrysler Airflow, dos coupé Ford de 1938 y 1940, una camioneta Ford de 1951, un Standard Vanguard, un Renault Gordini, un Ford Consul, un Ford Taunus e incluso una camioneta Goliath de tres ruedas.
Indagando, se supo que el museo nunca estuvo abierto al público y hasta la década de 1990, solo lo visitaban coleccionistas y amigos del propietario, quién poco después falleció. Desde hace 20 años el edificio quedó cerrado y abandonado. Y entre los herederos no se pusieron de acuerdo respecto a la colección, por lo que todo quedó como estaba, sin mantenimiento ni vigilancia siquiera.
La semana pasada, ante el descubrimiento de esta decena de adolescentes de unos 15 años promedio, los propietarios comenzaron a llevarse algunos de los autos hacia otro lugar. Entre ellos el Fiat 124 Sport Coupé, el Citroën DS y el Renault Dauphine.
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