Una de las preguntas recurrentes cuando intentamos imaginar un mundo de autos eléctricos, como el que se avecina para los próximos diez años, es cómo hará el planeta en general y los países en particular, para alimentar tanta demanda de energía eléctrica.
La tecnología de las baterías mejora día a día, y la autonomía de los vehículos con esta propulsión es cada vez mayor, pero antes o después, todos tienen que recargar sus baterías en algún momento. Una de las opciones que todavía alivian y generan un margen de tiempo razonable para resolver la necesidad de generar más electricidad, es la de usar autos híbridos autorecargables, es decir, aquellos que nos permiten alimentarlos con combustible fósil y que los motores eléctricos se carguen, sin necesidad de enchufarlos, a través de un regenerador de energía en frenadas y del propio motor de combustión.
Son los conocidos como HEV (Hybrid Electric Vehícule). También están los EREV (Extended-range electric vehicles), que solo mueven las ruedas con los motores eléctricos, pero esos motores se alimentan de un impulsor a explosión dedicado exclusivamente a esa tarea. Pero paralelamente, proyectos como el Pacto Verde europeo plantean una situación de embudo al prohibir los motores de combustible fósil a partir de 2035, con lo que los híbridos deberán desaparecer y sólo quedarán autos eléctricos, ya sea alimentados directamente por la red eléctrica convencional, o por elementos externos que generen esa energía. Aquí es donde vuelven a aparecer los autos de pila de hidrógeno, y naturalmente la energía solar, aunque mucho menos desarrollada, como hemos comentado en otros artículos.
Si el embudo nos cierra los caminos indefectiblemente hacia la electricidad, mientras el mundo busca el modo de generar más energía, hay que empezar a trazar los caminos por los cuales esa energía llegue a los consumidores. Las estaciones de carga son cada vez más habituales en todo el continente europeo, Asia y Norteamérica, y los Súper cargadores empiezan a verse en más proyectos. Pero en el mejor de estos casos, un auto debe estar detenido por al menos 20 minutos para cargar el 80% de su batería. El otro punto, naturalmente, está en las casas particulares y las playas de estacionamiento, pero aquí, aunque requieran cargas de al menos cuatro horas, se supone que hay más tiempo para hacerlo.
Viendo que esta situación de cuello de botella es una realidad, varios gobiernos y empresas han comenzado hace ya un par de años, distintos estudios para que los vehículos se puedan recargar sin tener que detenerse. De algún modo, es replicar lo que hacen los autos híbridos y solares, que según la demanda, pueden seguir circulando sin tener que detenerse, evitando sobrecargar las estaciones de carga y la red eléctrica.
Una vez más, aplica aquella idea del Dr. Juan Carlos Bolcich a Infobae: “La naturaleza es fuente inagotable de energía a través del viento, el sol y el aire, y ese debe ser el camino de la movilidad en el futuro”.
Hace cinco años, en Inglaterra se comenzó a experimentar con un carril experimental en un tramo perteneciente a la Agencia estatal de autopistas, con un sistema de carga inalámbrica en movimiento está basado en un cableado especial ubicado debajo del asfalto, que emite un campo electromagnético que es recibido por un receptor ubicado en la parte inferior de los vehículos eléctricos.
También en Corea del Sur se hizo un primer ensayo con una línea de transporte urbano de pasajeros, electrificando de ese mismo modo, un tramo de 12 kilómetros por el cual sólo circulaban ómnibus con esa tecnología inalámbrica de carga.
Un grupo de investigadores de la Cornell University de Nueva York, está perfeccionando otra tecnología que permitiría a los conductores cargar su vehículo mientras están en marcha. Si bien lleva casi siete años de trabajo, el proyecto está en su fase final. Este sistema insertaría en las rutas, unas placas metálicas conectadas con una línea de corriente subterránea y un inversor de alta frecuencia. Las placas crearían campos magnéticos de corriente alterna que atraerían y repelerían a dos placas iguales fijadas en la parte inferior del coche eléctrico. Hasta ahora, el proceso necesita entre 4 y 5 horas para cargar una batería al 100% para un auto eléctrico de segmento B, como es el Nissan Leaf, por lo que un auto de mayor volumen, demandaría aún más tiempo. De modo que sólo sería efectivo en largas extensiones de rutas o autopistas.
También en Estados Unidos, aunque en el estado de Indiana, apareció otra idea, que empezaría a ensayarse en una primera fase fuera de la tierra, en laboratorio, en las próximas semanas. El proyecto forma parte de la iniciativa Advancing Sustainability through Power Infrastructure for Road Electrification (ASPIRE), y se basa en un hormigón magnetizable que ha desarrollado la empresa alemana Magment GmbH, que permite la carga inalámbrica de los vehículos eléctricos mientras circulan. Esta tecnología funciona a través de bobinas de inducción dentro de losas de cemento magnetizado. Los vehículos que quieran cargar desde el sistema también necesitarán una bobina similar instalada en su base, que luego se conectará a cualquiera que sea su sistema de carga a bordo, lo que permite que la carga se transfiera entre la bobina de tierra y la bobina a bordo rápidamente.
Mientras tanto, del otro lado del Atlántico, la administración de transporte de Suecia anunció que el consorcio Smart Road Gotland, liderado por Electreon AB, una subsidiaria de Electreon Wireless de Israel, ganó una licitación para construir la primera ruta de carga inalámbrica para autos y camiones eléctricos del mundo. Será un tramo de 1,6 km de longitud, dentro de una extensión cuatro veces más extensa que une la ciudad de Visby con su aeropuerto, en la isla sueca de Gotland, sobre el Mar Báltico. El proyecto se realizará con un autobús eléctrico de transporte público, sobre el cuál un conductor profesional probará el sistema.
Una vez comprobado el correcto funcionamiento de este desarrollo, el plan es implementarlo en unos 2.000 km de rutas y autopistas en Suecia, en principio solo para la carga dinámica de camiones eléctricos. En el proyecto se invertirán aproximadamente 3.000 millones de euros.
La misma compañía Israelí Electreon Wireless, está construyendo simultáneamente, un tramo de un kilómetro de autopista entre las ciudades industriales de Milan y Brescia, para probar esta misma tecnología en Italia. Para esta prueba, Electreon instalará un receptor en el chasis de varios vehículos eléctricos participantes. A lo largo del tramo de 1.000 metros de extensión, habrá serpentinas de cobre instalados bajo el asfalto, así como una unidad de control ubicada al costado de la vía. Pruebas anteriores de Electreon han demostrado una tasa de transferencia promedio de 70 kW desde la vía de carga a los receptores de la compañía colocados en vehículos eléctricos.
Son los primeros pasos de un camino muy largo. Después vendrá otro tema derivado, que será la fuente de energía de esas autopistas eléctricas. En el horizonte del futuro, se imaginan grandes extensiones de recolectores de energía eólica y parques de pantallas solares, paralelos a estas rutas. Y más allá, cada vez más cerca, pero todavía muy distantes, el último eslabón de la cadena, los vehículos autónomos que además de no tener que ser conducidos, tampoco tendrán que detenerse a recargar sus baterías.
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