Su nombre es Gianluca Giacobbe, tiene 46 años, nació y vive Cerveteri, un tranquilo pueblo distante unos 40 km al norte de Roma. Su padre, Michele, mecánico de toda la vida, lo llevó desde niño dos veces por año al norte de Italia, a Milan y a Bologna, para ver los Grandes Premios de Italia y de San Marino, las citas que el Campeonato Mundial de Fórmula 1 tenía por aquellos años en Italia.
Pero quizás por no ser de las regiones de Emilia Romagna o Lombardía, donde Ferrari es una causa nacional, su interés y admiración fue creciendo hacia un piloto brasileño que corría con un McLaren, y era uno de los rivales más fuertes de Ferrari en esos años. Se trataba de Ayrton Senna, paulista, dueño de un carisma y una velocidad innata como pocos tuvieron en la historia del automovilismo de todos los tiempos.
“Como italiano siempre me pone muy contento cuando gana Ferrari, pero para mí el amor por Ayrton Senna lo supera todo. Claramente ver a Ayrton conducir una Ferrari hubiera sido perfecto”, es la introducción con la comienza esta historia.
Pero su amor por Ayrton Senna también lo llevó a estar presente aquel domingo 1 de mayo de 1994 en el Autódromo Enzo y Dino Ferrari de Imola en el que el astro brasileño perdió la vida mientras lideraba el Gran Premio de San Marino sobre Michael Schumacher.
“Todavía recuerdo el sonido de las aspas del helicóptero que se llevaba a Ayrton Senna al hospital Maggiore de Bologna. A todos nos invadió una profunda tristeza en el circuito, de hecho, muchos nos fuimos después del accidente y no nos quedamos para presenciar el Gran Premio cuando se reiniciara. El sentimiento de pérdida al enterarme de su muerte unas horas más tarde, fue gigante y devastador. Uno creía que eso no podía pasarle, incluso habiendo visto que el día anterior había muerto otro piloto, Roland Ratzenberger. Al menos por cuatro años no solamente no volví a Imola o a Monza como iba cada año desde pequeño con mi padre. No quise ver las carreras ni siquiera en la televisión”, recuerda hoy Gianluca Giacobbe, sentado en su obra, un Smart modelo 2013 que ha denominado Tributo a Ayrton Senna.
Pasaron los años y de a poco su admiración por Senna se mantenía intacta. Hizo un viaje a Brasil para llevarle una ofrenda al cementerio Morumbí, en Sao Paulo y conoció la obra que dejó como parte de su legado para los chicos humildes de su país: el Instituto Ayrton Senna.
“Mi admiración por Senna empezó cuando vi lo que era capaz de hacer. Él ganaba carreras que ningún otro hubiera podido. Era un fuera de serie en el habitáculo pero más aún fuera del auto de carrera”, dice Gianluca.
Entonces, este mecánico de carrocería, que aunque parezca parecido a chapista, encierra mucho más que solo reparar chapa de los autos, un día tuvo la idea que hacer un auto que fuera especial, dedicado a Senna. Pensó en un Honda, porque era la marca con la que Senna ganó sus títulos de 1988, 1990 y 1991, pero después descubrió que este tributo sobre ruedas sería mejor si fuera en un auto que no está relacionado al mundo de las carreras, y que sea llamativo por otras razones.
Ahí apareció el Smart, que por sus líneas bastante peculiares, sería un modelo perfecto para ese proyecto.
“Cuando vi el Smart me di cuenta que tenía potencial para hacer un auto especial. Siempre, desde chico, me pareció que la decoración del McLaren de Senna había sido la más bella de todos los Fórmula 1, al menos de mi época. Entonces empecé a probar en Photoshop, dejando que mi fantasía volara por dónde quisiera, y salió un diseño que me gustó mucho,” relata mostrando su obra en la puerta del Hotel Castello, en el pequeño pueblo de Castel San Pietro Terme, distante unos 18 kilómetros del autódromo Enzo y Dino Ferrari. Ese era el sitio elegido por Senna para hospedarse cada vez que corría la F1 en Imola, y es punto de reunión de los fanáticos que llegan cada año el 1 de mayo a rendir homenaje al ídolo brasileño.
Pero el Smart no fue solamente decorado con una pintura roja y blanca que representa a los McLaren de Ayrton. Abrir la puerta y descubrir su interior, muestra la dedicación de Gianluca en el auto. Los relojes personalizados, el volante con la S de Senna en el centro, las butacas no son las originales, sino unas simil competición, con cinturones de 5 puntos de anclaje, forradas en cuero y con la firma del piloto bordada en el apoya cabezas. El motor también se trabajó. Con la incorporación de un turbo aumentado, intercooler aumentado artesanalmente y el procesamiento de la unidad de control del motor, el Smart Senna alcanza a erogar 180CV. Una obra de arte.
“Cuando supe que cada año se juntaban muchas personas de Italia y de tantas partes del mundo en Imola para rendir tributo a Senna, decidí traer el Smart. El auto causó tan buena impresión, que rápidamente empecé a tener llamados y consultas respecto a su precio, y a la personalización que había hecho. Me empecé a conectar con periodistas y expilotos de Fórmula 1 y casi sin darme cuenta, terminé haciendo una marca propia, GG, por mi nombre y mi apellido. Así, paralelamente a la pasión por Senna, se dio comienzo a una línea de personalización de autos, que más tarde terminó en motos y hasta en una línea de anteojos de sol propia”, explica el carrocero romano.
Desde 2013, Gianluca es uno de los habitués de cada 1 de mayo en Imola. Su Smart ha sido invitado incluso a girar en la pista misma, y ha participado de muchas entrevistas y homenajes a Ayrton Senna.
“Jamás hubiera pensado que podía suceder esto. Lo que me movió por pura pasión terminó cambiando mi vida. Y de algún modo creo que es el mismo cambio que Ayrton Senna promovió, primero con su ejemplo de lucha por conseguir aquello que uno desea, con esfuerzo y dedicación. Y después, con la ayuda que él mismo generó con sus obras benéficas que le han dado oportunidades de una vida mejor a tantos niños brasileños”.
El Smart-Senna es la pieza más valiosa de GG Designer. El lema es una frase que el propio brasileño repetía con frecuencia: “Si una persona ya no tiene sueños, ya no tiene ninguna razón para vivir. Soñar es necesario incluso si la realidad se vislumbra en el sueño. Para mi es uno de los principios de la vida.”
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