Alimentada por dibujos animados y películas, el auto volador fue parte de nuestra fantasía desde chicos, y nada mejor que intentar imaginar el modo de concretarla, para entender por qué era parte de lo imposible. Pero para algunas personas, mirados con recelo o directamente tratados de locos, esos proyectos siempre tienen una vuelta de rosca más para dar, y lo siguen intentando.
Stefan Klien es uno de ellos. De hecho, este eslovaco es ingeniero y diseñador industrial de automóviles, pero lo llaman inventor, una profesión que parece más cercana a otros tiempos, cuando no había carreras universitarias que tipifiquen a los genios que generan cambios de paradigmas con sus investigaciones y desarrollos.
Hace dos años, Klien fundó su propia compañía homónima para desarrollar un nuevo prototipo de auto volador, basado en una experiencia anterior llamada Aeromóvil, de la cuál había sido parte fundamental. Aeromóvil era una empresa creada por él mismo junto a su amigo Juraj Vaculik, en Bratislava, a comienzos de los años 90, cuando todavía eran parte de Checoslovaquia, para crear un auto que fuera capaz de volar. “Volar para los países detrás de la cortina de hierro, era un sinónimo de libertad”, recuerda hoy Klien para explicar por qué en un país del este europeo, nacieron estos proyectos.
Cuando el Aeromóvil tomó un rumbo que no lo seducía tanto desde la idea de ingeniería, nació Klien Vision y tras dos años de desarrollo y unos dos millones y medio de euros de inversión, dio vida al AirCar, el auto volador que el pasado 28 de junio, unió los aeropuertos de Nitra y Bratislava, distantes 80 kilómetros, en 35 minutos a 2.500 metros de altura.
El auto tiene líneas muy aerodinámicas, visto de frente parece una cupé deportiva de alta performance, pero al girar y observarlo desde su lateral, la forma deja de ser tan atractiva y se convierte en un auto extraño, al que le sobresale una hélice y que se ve más parecido a los sport prototipos de los años 70. Un gran alerón trasero le da ese aspecto de auto de carreras de Le Mans, pero es lo que un auto necesita para volar con alas. Y este es el punto en cuestión. Porque hay dos posibles conceptos para aplicar a un auto volador. El primero es este, el de un auto que extienda alas desde sus costados. El otro es que las ruedas se giren y se conviertan en cuatro hélices generando sustento en el aire como los drones o los helicópteros mismos.
Audi y Airbus habían comenzado un proyecto de Taxi aéreo autónomo llamado Pop.Up Next en 2018, por el cual un gran drone se acoplaba al techo de un pequeño auto eléctrico y lo llevaba por el aire hasta su destino, pero en 2019 fue cancelado por la automotriz de Ingolstadt en la creencia que es un mercado que llegará pero antes debe pasar por una masificación del vehículo autónomo terreste para después combinarse con un drone.
Pero el CarAir eslovaco siguió todo este tiempo haciendo ensayos exitosos. El último vuelo fue su aterrizaje número 142, aunque esta vez fue en un evento público para mostrar los avances del prototipo. El auto tiene un motor BMW de 1,6 litros y pesa 1.100 kg y podría llevar dos pasajeros y 200 kg de carga adicional. Su autonomía está estimada en 1.000 kilómetros con un consumo de 18 litros por hora de vuelo a una velocidad de unos 200 km/h. Una vez en tierra, el AirCar pliega sus alas hacía arriba y luego las baja hacia atrás guardándolas en dos largas bauleras que se abren, del mismo modo que ocurre con los autos descapotables detrás el asiento trasero. La hélice queda con las dos aspas en posición vertical y la cola del avión se acerca al auto de modo retráctil desde la lejana posición de vuelo a la que se había extendido. Toda esta operación demanda apenas 3 minutos.
Una de las limitaciones de estos autos voladores es la altura a la que pueden viajar, estimada entre los 2.500 y los 3.000 metros, ya que no tienen cabina presurizada, pero la que quizás sea la mayor limitante del concepto, es que mientras sea un avión con cuatro ruedas, además que una licencia de conductor para la tierra, requiere una licencia de piloto de aviación. Por esa razón el AirCar lo que pretende por ahora es convertirse en un taxi aéreo o una opción de transporte entre aeropuertos, más que un auto que nos lleve por tierra o aire indistintamente como nuestra imaginación quisiera.
La opción de un auto-helicóptero
En los Países Bajos, existe el otro concepto llamado Pal-V Liberty, que consta de un triciclo con cabina cerrada y unas formas muy extrañas por la necesidad de guardar las partes que lo transforman en una máquina que pueda volar. Más que un triciclo, podría decirse que se trata de un pequeño helicóptero similar a los Robinson R22, que guarda las hélices y el rotor de cola sobre el techo, y en lugar de tener dos patines, tiene tres ruedas. Tiene dos motores, uno de combustión interna convencional de 100 CV y otro motor rotativo de 200 caballos de fuerza para poder volar. El gran avance de esta compañía holandesa es que a finales de 2021 fue autorizado a circular por las calles por la Unión Europea, aunque todavía no ha sido aprobado para volar legalmente. Sus fabricantes aseguran que ya llevan 150 horas de vuelo exitoso en el formato de helicóptero, y estiman poder homologarlo durante 2022, aunque también será requisito que sus conductores tengan licencia de piloto de helicóptero.
Pero eso será para zonas alejadas de los centros urbanos. Un auto volador como producto masivo, requiere un sistema aun inimaginable de tránsito y una legislación que lo regule y organice. Como las rutas aéreas, las calles del cielo son invisibles y no hay esquinas ni semáforos. Si hoy está rigurosamente controlado el vuelo de drones en las ciudades, no queramos imaginar lo que sería llegar a un embotellamiento de tránsito y pretender volar para pasarlo y luego continuar nuestro camino.
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