Corría el año 1963. Apenas era abril y, en Detroit, Henry Ford II tomaba una decisión que culminaría con la creación de uno de los autos deportivos más famosos del mundo: el GT40. Por aquel tiempo, Ford era una de las compañías más importantes del mundo, si no la más, pero carecía del prestigio de las competencias automovilísticas. Por esa razón, aquella decisión fue tan trascendente. Ford quería ganar las 24 horas de Le Mans y para ello necesitaba tener el mejor auto de Gran Turismo que fuera posible construir.
Pragmático como buen hombre de negocios, el hijo del creador del primer auto de serie de la industria salía a buscar la mejor opción. Naturalmente, el nombre Ferrari fue el primero de la lista, y, sabiendo de una situación financiera que no era lo cómoda que uno imaginaría, y que desde hacía algunos años Ferrari construía autos deportivos de calle para generar recursos que mantuvieran el equipo de carreras, para Ford se presentó una oportunidad única de comprar Ferrari y adquirir así todo el conocimiento necesario para desarrollar su propio auto que le permitiera ganar en Le Mans.
Después de varias auditorías, la historia dice que a pocas horas de firmarse la venta, Enzo Ferrari se arrepintió, desistió de vender, y pasó de ser socio a ser enemigo público número 1 de Henry Ford II. Ahora el desafío en Detroit ya no era ganar Le Mans únicamente, sino derrotar con ello a Ferrari, pero especialmente a su creador. Se trataba de una guerra declarada de Henry a Enzo, ni más ni menos.
Con la participación de los ingenieros de Lola Cars, que ya corría en Le Mans con un auto impulsado por motor Ford en sus entrañas, empezó la apasionante historia del GT40. Pero no fue un camino fácil ni rápido. Fracaso tras fracaso, el nuevo Ford GT se presentó en las míticas 24 horas de 1964 pero debieron abandonar. El concepto del auto estaba equivocado, y una vez más Henry Ford II tomaba una decisión drástica. Es aquí cuando entran en acción los dos hombres que cambiarían la historia: Carroll Shelby y Ken Miles. El primero como director del proyecto, el segundo como director de desarrollo y piloto de pruebas. Empezaba la segunda etapa del GT40.
Durante meses Miles trabajó probando el Ford GT40 en Riverside, la pista laboratorio en la que se modificaba el prototipo y se salía a probar inmediatamente. Pasaban días completos sin salir del circuito, durmiendo en el mismo galpón de boxes, muchas veces asumiendo riesgos altísimos, porque las reformas eran artesanales y los resultados nunca se podían anticipar.
En 1965 el nuevo Ford GT40 fue a Le Mans y se mostró competitivo, pero les sobraba potencia pero les faltaba confiabilidad. Ganó Ferrari otra vez, como en 1964. La paciencia de Henry Ford II ya estaba llegando al mínimo. Otros seis meses de trabajo y un gran resultado. Los GT40 con Miles al volante ganaron contundentemente en Daytona a comienzos del 65, y las sonrisas aparecieron definitivamente. Para junio, Ford inscribió 8 GT40 en las 24hs de Le Mans, y la victoria fue contundente. Ken Miles, sin embargo, tuvo que ser segundo, porque Henry Ford quería que sus dos autos lleguen a la par, pero como un empate era imposible, y el auto de Miles había largado una fila delante del que conducía Bruce McLaren, la victoria le fue concedida al neozelandés, porque en 24hs había recorrido más metros que Miles.
La historia fue injusta con Ken Miles. Apenas dos meses después, probando otro auto en Rivreside, esas peligrosas pruebas que tantos meses había hecho con el GT40, le tendieron una trampa mortal. Su contribución fue tan grande, que el GT40 ganó las ediciones de 1967, 1968 y 1969 en Le Mans.
Desde 1970, el GT40 pasó a ser una pieza de colección casi única. Ford fabricó 107 unidades, de las cuales solamente 31 fueron homologadas para poder circular por las calles y vendidas a particulares. Esto hizo más codiciado el auto, y así aparecieron empresas que intentaron replicarlo para su venta. No fue tan sencillo, porque era un auto con dimensiones tan especiales, que costaba mucho fabricarlos de modo que fuera posible reemplazar cualquier pieza replicada por la original. De hecho, hoy en día existen apenas dos empresas que hacen réplicas del GT40. La que más prestigio tiene es CAV y está situada en Sudáfrica, y la restante es Superformance, y hace los autos en California, EEUU.
La fiebre del GT40 llega a la Argentina
En la Argentina, más precisamente en las afueras de Villa Carlos Paz, Miguel Ángel Alisi, un ex piloto de carreras y constructor de autos de competición, ya retirado de las pistas hace más de cinco años, tomó la decisión de intentar cumplir su sueño: fabricar un automóvil de manera integral. Pero como para un constructor artesanal, hacer un auto moderno es imposible por la sofisticación que estos tienen, decidió buscar un auto clásico y deportivo para llevar a cabo su proyecto.
“Siempre quise construir un auto, pero como en la Argentina desde los años 90 se prohibieron los patentamientos de autos artesanales, era una idea que no parecía tener mucho sentido. Yo sabía que desde 2012 se había creado la Asociación de Constructores Independientes de Automóviles de la República Argentina (Aciara), y que en 2014 se había sancionado la Ley 26938, que reglamentaba toda la normativa para que los fabricantes pudieran volver a poner en marcha una industria que fue floreciente entre 1970 y 1990, y que estaba completamente paralizada. Pero recién en 2018 se reglamentó esa Ley y entonces ahora sí es posible”, comenta Alisi a Infobae.
“Entonces, mi idea volvió a tomar forma, y no fue muy difícil decidirme por qué auto fabricar. En 2019 se estrenó la película Le Mans 66, que generó nuevamente un furor por el Ford GT40, y como es un auto único, del que hay muy pocos porque se fabricaron muy pocos en aquella época, era un desafío muy grande”.
Alisi consiguió una carrocería replicada para tomar algunas medidas, pero el trabajo más complejo fue conseguir un auto para escanearlo en 3D y construir el molde original en madera, que es el modo como se construyen, por ejemplo, los Dream Cars, esas unidades únicas que desarrollan las fábricas para presentar un concepto o un auto del futuro en los Salones del automóvil de todo el mundo.
Hay tres distintas categorías en las que se puede encuadrar un auto artesanal. Está la categoría AR1, que es para réplicas exactas, la AR2 que es para réplicas de hasta un 70% de piezas recambiables por la original, y la categoría Inéditos, que es para autos inventados.
Alisi lo explica bien. “Nosotros entramos en la AR2, porque aunque nuestro GT40 sea todo a la medida perfecta de cada pieza con el MK1 original de 1969, que es el auto que estamos replicando, hay algo que no podemos hacer, es el chasis que es de chapa estampada. Eso sólo lo puede hacer una línea de montaje de una fábrica, porque el original se fabricó de esa forma. Pero el resto del auto, es exacto. Nuestro chasis es un tubular forrado en chapa, que simula perfectamente la forma del original. Hacer el modelo nos llevó 6480 horas, y nos demandó exactamente un año, de mayo de 2020 a mayo de 2021. Y la carrocería la hicimos con un astillero de Córdoba, que hace lanchas y cruceros con un sistema de plástico llamado VPI, que es una infusión de resinas por vacío. Lo bueno de esta tecnología es que cada pieza pesa exactamente lo mismo y adquiere la forma tanto interior como exterior. Además se hace con resinas ignífugas, como las lanchas, lo que nos da un nivel de seguridad notable.”
“Nosotros lo único que no hacemos es el motor. Lo arma Zschocke Motorsport acá en Argentina, pero todos los elementos vienen de EE.UU. Elegimos el block conocido como el block chico 302 y la única modificación que le hicimos fue incorporarle la tapa de cilindros de aluminio y reemplazar los carburadores por inyección, aunque a la vista no se nota, porque lo hicimos simulando las trompetas de los carburadores. El motor es 5.4 litros V8 que llega a 400 caballos.”
“Otros elementos que fabricamos acá son los frenos, que los hace Santoro Racing, y la caja de velocidades, que es caja puente, la hizo Graff, y es una verdadera joya. Le colocás un engranaje original y funciona a la perfección.”
Cuando llegó el momento de elegir el nombre, la decisión no demoró mucho. Ken Miles, el piloto de pruebas que desarrolló el GT40 durante 1964, 1965 y 1966, y que no puedo ganar Le Mans aquel primer año de suceso, merecía un homenaje. Alisi patentó Miles GT para identificar a este GT40 réplica en su honor.
En el taller situado en las afueras de Villa Carlos Paz, camino a Alta Gracia por Falda del Cármen, tiene 2000 mts2 de superficie dividida en dos sectores, el de fabricación y el de ensamble. Hoy trabajan 6 personas desde hace un año, y cuando el prototipo sea aprobado y patentado, comenzarán la construcción de los primeros cinco autos que ya tiene encargados. La idea es terminar el prototipo para fin de 2021, probarlo y presentarse en el Autódromo de Buenos Aires, para pasar el riguroso Test que le hace a cada auto artesanal, la Agencia de Seguridad Vial de la Nación.
Desde hace un año, cada día de la vida de Miguel Alisi tiene forma de GT: “Sueño con el auto girando acá, en el autódromo Cabalén de Alta Gracia. Cada día que pasa es un día menos para la puesta en marcha de este sueño. Estoy dejando la vida por cumplirlo y hacer la mejor réplica del mundo.”
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