Ignacio Pérez Prat nació en Buenos Aires en 1982. A los 17 años tuvo la oportunidad de ir a vivir todo un año a Alemania por un intercambio estudiantil. Entonces conoció otro mundo, aprendió el idioma y cuando regresó a Argentina, se empezó a preparar para vivir en Europa. Casi diez años después, a finales de 2008, se radicó en Suiza, donde actualmente vive en la ciudad de Coira, capital del Catón de los Grisones, la región más oriental de Suiza, en la que además de hablar en alemán, francés e italiano, los tres idiomas oficiales del país, se habla también retorrománico, la cuarta lengua de Suiza.
Maximiliano Pallocchini, nació en 1975, también es porteño, y si bien estudió cine, siempre fue amante de los autos, pero especialmente de los Torino, y tenía un taller de restauración de vehículos clásicos. Ese es el punto de conexión con esta historia, porque un día apareció un cliente francés y le encargó la restauración de una cupé 380W, con la intención de llevársela a París. Finalmente ese auto quedó en Argentina para usarlo en sus frecuentes viajes a Buenos Aires. Pero allí se forjó una gran amistad entre ambos, y algunos años después, cuando Maxi ya había tomado la decisión de irse a vivir a Alemania, juntos compraron una cupé TSX de 1979 y decidieron llevársela a Europa.
Un sueño que parecía imposible
Nacho siempre soñó con tener un Torino como el que tenía su abuelo en Alta Italia, en el norte de la provincia de La Pampa, y con el que había aprendido a manejar a los 12 años. Aunque siempre creyó que era poco menos que una misión imposible por lo estrictas que son las Verificaciones Técnicas en Suiza. Sin embargo, un pequeño accidente lo obligó a guardar reposo por una lesión en un hombro durante unas semanas a fines de 2014, y para matar el tiempo empezó a averiguar qué trámites había que hacer para poder importar desde Argentina un Torino para uso personal.
Fue grande su sorpresa cuando se enteró que algunas cosas no eran tan complicadas como creía, y que entonces no era tan loco intentarlo.
“La reglamentación suiza exige que el auto cumpla con las normas de la fecha de inscripción inicial, o sea que si yo tengo un auto con fecha de inscripción inicial en diciembre de 1971, como es el mío, el auto tiene que cumplir las normas que eran válidas en este país en diciembre de 1971. Entonces, esa es la razón por la cual, por ejemplo, mi auto no tiene apoya cabezas, y nadie me lo exige tampoco, porque en Suiza no era obligatorio en ese momento. Lo mismo ocurre con la emisión de gases, que eran mucho menos estrictas de las actuales, aunque eso también fue algo que me sugirieron cuando estaba haciendo esa investigación. Una persona me dijo que entre 1972 y 1973 empezó a ser mucho más estricto el control de emisiones de gases, y que entonces, sería mucho más sencillo aprobar un auto fuera anterior a 1972.”
“Una vez que vi que era posible concretar ese sueño, empecé a buscar avisos clasificados en internet, y si bien miré muchos, me focalicé en autos hasta 1971, porque yo tenía ganas de comprar un Torino 4 bancadas, un 380W o un TS, y entonces todo cerraba perfecto. Y un día apareció el auto que finalmente me compré. El auto estaba en Tucumán, y como yo tenía pensado hacer un viaje de vacaciones para febrero con mi pareja, y teníamos previsto recorrer Córdoba, Mendoza y La Rioja, decidimos ir a verlo.”
“Dudé un poco aquel día. De hecho, lo fuimos a ver por la mañana y le dije al dueño que quería pensarlo. No estaba decidido porque me imaginaba lo que iban a ser hacer los trámites para exportarlo. Le dije al hombre que iba a dormir la siesta y pensarlo un poco, y cuando llegamos al hotel, mi novia me dice: ‘Vinimos hasta acá a verlo, andá a comprarlo, porque si no lo hacés, te vas a arrepentir toda tu vida’. Y tenía razón. No me arrepiento ni un minuto de haberlo comprado, a pesar de lo que me costó muchos nervios, stress y frustración sacarlo de Argentina.”
“El auto estuvo dos años guardado en un garaje en La Pampa, esperando que salgan los papeles, y mientras tanto, en otro viaje que hice ese mismo año 2015, conseguí comprarle a un amigo de mi abuelo y mi tío, los tres carburadores Weber como los que traía la 380W y con Raúl Balcarce, un señor que conocía a la perfección la mecánica del Torino, estuvimos seis días trabajando de sol a sol, para instalarlos y dejarlos funcionando. Ese señor fue uno mis maestros y gracias a lo que aprendí de él y de la ayuda de los amigos del CAT (Club Amigos del Torino), que siempre son mi fuente de consulta, hoy yo mismo hago el mantenimiento de mi cupé.”
“Quedó parado un año más. Y cuando por fin salieron los papeles, fui para Argentina, lo llevé andando de La Pampa a Buenos Aires, y lo embarcamos para Suiza.”
La cupé TSX de Alemania
Maximiliano estaba viviendo en Berlín, abrió su restaurant “Glorias”, en el que él mismo es el chef, y cuando surgió la idea con su amigo francés de traer la cupé TSX 79, su camino se empezó a acercar al de Ignacio.
“Un día, hablando con Claudio Moro, del CAT, me contó que había otro argentino intentando llevar una cupé a Europa, entonces me contactó con Nacho para intentar compartir el container en el que viajarían los autos desde Argentina. Nos unió el desafío de hacer juntos la exportación, aunque al final, por un tema administrativo terminamos trayendo los autos separados por semanas”.
Desde entonces quedó una linda amistad y han compartido varios encuentros en Nürburgring con ambos autos. El último fue para celebrar los 50 años de la Misión Argentina de los Torino de 1969, aunque un año antes, ya se habían juntado en el mismo circuito para girar con el auto de Nacho para un programa de televisión, en la mítica pista alemana donde Juan Manuel Fangio y Oreste Berta habían sorprendido a todo el mundo con los tres autos argentinos.
Maxi tuvo la cupé TSX en su poder en Alemania hasta 2019, cuando su amigo francés con el que habían importado el auto, volvió a vivir a Francia después de varios años en Brasil, y se la llevó por un tiempo a París. Pero justo antes que eso ocurriera, el destino le cruzó otro Torino, y esa también es una apasionante historia.
“Había un alemán que se había traído una cupé a fines de los 90, porque en un viaje a Argentina se había quedado enloquecido con el auto, del cual no conocía nada. Pero el auto nunca fue registrado, y casi no lo había usado. Estaba guardado hacía 20 años. Lo curioso es cómo yo llego a ese auto.”
“Resulta que a fines de los 90, cuando este hombre compró el auto, le envió una carta a Miguel Giralt, presidente del Club Amigos del Torino de ese entonces, a quién yo conocía muy bien. Cuando Miguel se entera que yo me vengo para Alemania en 2012, me da esa carta diciéndome que le escribió pero nunca más supo nada de él. Que trate de contactarlo, para ver qué era de la vida del auto.”
“Yo llego, le escribo, lo busco, pero no lo encuentro, ni tampoco responde mi carta. Como cada tanto buscaba noticias suyas, un día en el año 2017, encuentro en una revista digital, que una persona con su mismo nombre había participado de un evento de autos clásicos, no lo había hecho con el Torino, pero sí había una dirección de mail con la cual contactarse.”
“Le escribí y no me contestó. Un año después veo que se abre un Facebook, entonces le volví a escribir. Y otra vez no tuve respuesta alguna. Lo curioso es que un mes antes del evento por los 50 años de las 84 hs de Nürburgring, al que íbamos a ir Nacho y yo, cada uno con su Torino, me escribe y me contesta como si fuera la respuesta a la aquella primera carta de 1999 al CAT.”
“Me dice que vive cerca de Nürburgring y acordamos encontrarnos los tres, con nuestros tres autos. Ignacio con su TS y nosotros con nuestras respectivas TSX. Le terminé comprando el Torino, justo antes que se llevaran el otro a Francia. Así que ahora lo tengo acá, en Berlín.”
Así como los Torino 380W en 1969, sorprendieron al mundo con una actuación consagratoria en la Marathon de la Route, conocida como las 84hs de Nürburgring, el auto argentino sigue llamando la atención de los amantes de los clásicos, y de los deportivos modernos también.
Un auto muy especial
“A veces salgo en el auto y apenas paro, siempre se acerca alguien a mirar la cupé”, cuenta Ignacio. “Una de las cosas que más sorprende es el sonido, porque con los tres carburadores Weber, suena como si fuera un V8. También existen los que hablan sin saber. Un día estaba alejado del auto hablando por teléfono y escucho que un señor le decía a otro que era un Mustang con motor Renault, un invento que no existe. Enseguida me acerqué a defender al Torino y explicarles qué auto es”, completa.
“Aún los más conocedores, se sorprenden cuando leen Renault Torino, porque como en 1979 ya no tenía la sigla de IKA, la gente ve el escudo de Renault no lo puede creer. No entienden qué auto es. Pero tener un Torino acá es un placer que no se puede explicar, y llevarlo a Nürburgring y girar en esa pista, pararlo en los boxes donde estuvo el equipo de la Misión Argentina, es absolutamente emocionante”, acota con emoción Maxi.
Ignacio Pérez Prat y Maximiliano Pallocchini no son los únicos dueños de Torino en Europa. Según los registros del automotor, hay otro argentino que tiene una ZX con tablero modificado en España, y otro que tiene una TS 4 bancadas en Holanda.
Pero además hay otros Torino que no son de argentinos. Está la del francés amigo de Maxi en París, hay otra TS y un 4 puertas en el Museo de Renault Classics en la misma capital francesa, una TS 7 bancadas pintada con la decoración de la Misión Argentina en Nürburgring, y no hay registros de otros dos autos, un Lutteral exportada a Suiza en 1971, y una TS con techo vinílico, que presuntamente tuvo un accidente con destrucción total en Francia.
Diez historias que seguramente valdrá la pena conocer algún día.
SEGUIR LEYENDO