Hay modelos que pasaron a la historia por ser potentes, rupturistas, lindos, futuristas o innovadores en su mecánica, pero otros solo se transformaron en íconos por ser, ni más ni menos, un vehículo que democratizó la movilidad. Uno de esos ejemplos es el Reanult 4 que, con pequeños detalles y precio accesible, enamoró y cautivó a una masividad de clientes que pudieron comprarse por primera vez “su auto”.
La historia del Renault 4 comienza, tras cinco años de desarrollo y miles de kilómetros de ensayos en climas extremos, con la presentación a la prensa francesa el 28 de agosto de 1961. El R4, nombre cariñoso que se le dio en la región, reagrupaba un compendio de soluciones tecnológicas innovadoras, tanto en materia de diseño, como de modularidad, tecnología mecánica y versatilidad dinámica.
En primer lugar, se trataba de una carrocería “break” montada sobre un chasis convencional. Su arquitectura, con 3,6m de largo y 1,5m de alto, liberaba un gran espacio para los pasajeros y el baúl. Esto le permitía ofrecer un amplio habitáculo de cinco plazas y transportar al mismo tiempo un gran volumen de carga de hasta 480 litros. Para mejorar ese concepto, el asiento trasero era rebatible de manera rápida y sencilla, con lo que llegaba a ofrecer hasta 1,45 m3 de espacio disponible. Gracias a la incorporación de una quinta puerta tipo portón, con un gran ángulo de apertura, ofrecía una gran accesibilidad trasera, inédita en su época.
Otro punto característico es que se trataba del primer modelo compacto, desde el final de la Segunda Guerra Mundial, en proponer motor y tracción delantera, a lo que sea añadía la suspensión independiente en el tren delantero, con todas las ventajas en términos de maniobrabilidad y precisión en la dirección.
El R4 proponía otros adelantos mecánicos útiles. Por ejemplo, estaba dotado de rótulas estancas, carentes de engrase, lo que incidía en un menor coste de mantenimiento. Otra solución, pionera en su segmento, fue el circuito de refrigeración cerrado y hermético, que incorporaba un líquido especial capaz de soportar las más bajas temperaturas. Ello significaba que ya no hacía falta reponer anticongelante en el líquido del circuito. Varios aseguraban que el único mantenimiento que habpia que hacerle era el cambio de aceite.
En 1963, el Renault 4 dio un salto mundial porque comenzó a fabricar en Argentina, en la planta IKA Renault (Industrias Kaiser Argentina) en Santa Isabel (Córdoba) y en España por FASA-Renault, en la localidad de Valladolid. La prensa de la época destacó unánimemente su carácter polivalente y económico, y las virtudes de su suspensión “todo camino”, así como su concepto innovador en términos de facilidad de acceso al habitáculo.
El modelo que comenzó a comercializarse mundialmente con características específicas: un motor de 845cc, que desarrollaba 30 CV e instalación eléctrica de 12 voltios, y que superaba los 100 km/h ofreciendo unos consumos bastante reducidos.
Todas sus características innovadores se conjugaron para que sus ventas crezcan con rapidez. Todo el mundo estaba al alcance de un vehículo práctico, con una gran espacio interior y una capacidad de carga muy por encima de lo que ofrecían sus competidores.
A lo largo de su historia, el Renault 4 fue modernizándose y acompañando las evoluciones tecnológicas que fueron surgiendo, sin perder su personalidad original y sus virtudes conceptuales. De este modo, fue incorporando motorizaciones más modernas y eficientes, como el motor C “sierra” de 852 cc y la caja de velocidades de cuatro marchas, en 1968, o, posteriormente, el motor de 1.108cc de 38 CV o los frenos de disco. También introdujo elementos como el techo panorámico, que contribuyó a reforzar el carácter lúdico del modelo.
La introducción de reglamentaciones medioambientales internacionales más exigentes, a partir de enero de 1993, trajo como consecuencia, como sucedió con otros modelos de otras marcas, su final industrial, ya que era técnicamente inviable la introducción de los nuevos elementos de carácter obligatorio, como el catalizador.
Solo tres años después de su presentación, la marca del rombo celebró las 500.000 unidades. En febrero de 1966, el primer millón y en diciembre de 1977, cinco millones. En 1986, ya se habían fabricado más de siete millones de ejemplares y los últimos puntos de ensamblado fueron Colombia y Eslovenia, donde la versión “Clan” fue la última versión que salió en 1993.
El Renault 4 fue un referente de toda una generación que encontraron, gracias a él, la posibilidad de acceder a la automovilidad a un precio económico y con una versatilidad extraordinaria, que le permitía ser el vehículo idóneo para compatibilizar la circulación en ciudad, en ruta y también por caminos rurales.
Su habitabilidad y modularidad avanzadas a su época, su mítica fiabilidad mecánica y su bajo costo de uso hacen que, 60 años después, el 4L siga siendo un ícono de Renault.
La idea de recrear el Renault 4 con una motorización eléctrica
La estrategia de la marca francesa está apuntada a generar vehículos 100% eléctricos para todo tipo de público. Unos meses atrás, Renault mostró el 5 Prototype, que recuerda al emblemático modelo que nació en la década del setenta y ahora salieron a la luz, de manera extraoficial, unas imágenes que recrean lo que podría ser la reedición del 4L.
Estos bocetos pertenecen a David Obendorfer, un diseñador particular que regenera de manera conceptual algunos históricos modelos de la industria automotriz.
Por supuesto no hay ningún acercamiento de la marca para este proyecto, pero teniendo en cuenta las dimensiones y las virtudes que podría traer creemos que está estética retro-futurista se podría desarrollar sobre la misma plataforma CMF-EV que utiliza el 5 Prototype.
Esta nueva edición del Renault 4 se desarrolló originalmente para un concurso llamado “Renault 4 ever”, lanzado en 2011 por la marca francesa en colaboración con la revista Designboom.
“El R4 está inspirado en la primera serie producida entre 1961 y 1967, cuyo frontal cuenta con una parrilla del radiador en forma de U. En mi versión, esta característica solo está implícita en las nervaduras sobre el letrero de la marca Renault. Se suponía que el frontal de parrilla cerrada le daba mayor integridad a la forma, además de rendir homenaje a otros modelos históricos de la industria automovilística francesa, como el Dauphine de los años 50. La solución fracasó y por eso modifiqué la parte delantera para ser más característico en comparación con la primera generación”, explicó Obendorfer cuando develó estas imágenes.
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