Desde el año 2008, Ferrari empezó a moldear su programa de productos más selectos. Una saga extrema en exclusividad compuesta por modelos únicos, configurados y desarrollados a pedido de los clientes más cercanos a la casa de Maranello. Estos proyectos dotados de la máxima distinción disponible en el mundo Ferrari suelen demandar algunos años en llevarse a cabo luego de presentado el requerimiento puntual de un usuario. Cuando al final del proceso sale a la luz el One Off, como se los denomina, suele ser una variante de alguno de los autos del catálogo ferrarista, con terminaciones, equipamiento y ajustes mecánicos que no estarán en algún otro deportivo. Una excentricidad a la que muy pocos pueden acceder, y que tampoco será posible compartir ni equiparar.
El décimo exponente de esta dinastía selecta e irreproducible es la última máquina que acaba de salir de Maranello: la Ferrari Omologata, como se bautizó. Fue encargada por un cliente europeo del que, por supuesto no se conoce la identidad, y demandó más de dos años en finalizarse.
Al parecer, el afortunado usuario de Ferrari buscaba la estirpe del motor V12 del Cavallino, ADN deportivo e inconfundible de los GT que fue hilvanando la marca a través de su historia mítica. La flamante Omologata está basada en la Ferrari 812 Superfast, un deportivo de 2017, pero las únicas piezas que mantiene fiel al modelo inspirador son apenas el parabrisas y los faros. El resto se revisó y modificó según las exigencias del cliente, que el propio Flavio Manzoni, jefe de diseño de la marca, se encargó de procesar y llevar adelante. Así, con un trabajo conjunto entre el futuro propietario y el centro de estilo ferrarista, se le fue dando forma a la carrocería de aluminio construida a mano.
Desde Ferrari explican la idea fue crear un diseño futurista con elementos ya propios ya disponible en la marca. Además, el vehículo debía cumplir con los requisitos de homologación correspondientes, sin alterar los parámetros de uso y de manejo que debe tener una Ferrari. Tan exclusiva es la Omologata que hasta se modificó levemente el tono Rosso Magna, el rojo Ferrari, y en este caso es único para esta unidad. En su momento, Diego Maradona pidió una F50 negra y se la negaron porque Don Enzo las quería todas rojas…
Finalmente, consiguieron darle características exclusivas a la Omologata: la parrilla, de contorno ovalado, es distinta a todas y en la parte trasera, por ejemplo, carece de luneta, pero suma un alerón para darle un corte bien notorio de GT. En el interior no domina el rojo, como podría esperarse, sino que el contraste se genera por la presencia de un azul eléctrico para los asientos, confeccionados con una curiosa combinación entre cuero y la tela Jeans Aunde.
El habitáculo, totalmente negro, ofrece reminiscencias de las épocas pasadas de la marca y tanto las partes metálicas del tablero y el volante están adornados con una pintura que recuerdan a los grandes GT de los años 50 y 60. En las manijas internas de las puertas, por otra parte, se usó una pintura similar a la de los legendarios 250 LM y 250 GTO, dos de los modelos más emblemáticos de la historia del Cavallino. Como buen pura sangre, está equipada con arneses como los de competición con cuatro puntos de sujeción.
Lo que conserva de la 812 Superfast es conjunto mecánico: el descomunal motor 6.5 V12, capaz de entregar 800 caballos; la caja de cambios automática de siete marchas y la tracción trasera, aunque por ahora la marca no hizo públicos los datos de performance. ¿Cuánto cuesta esta personalización a gusto? Incalculable. La Superfast arranca en 350 mil euros, pero tener una Ferrari a medida no tiene precio... Sí está claro que se trata de un logrado homenaje a las siete décadas de tradición de los GT de Ferrari. Pudiendo pedir una Ferrari propia, ¿quién no hubiera soñado con resumir en un solo deportivo a todos los GT de la marca?
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