Todo al máximo. Eso es lo que ofrece la F-150, como sumo emblema de las pick ups de Ford, hoy enmarcadas en la ineludible ponderación de Raza Fuerte. Al máximo en tradición, no sólo porque la F-150 es uno de los iconos sobresalientes (junto con el Mustang o el Bronco) de la historia de la marca, sino porque desde sus raíces florecieron decenas de modelos y versiones que poblaron las calles de todo el mundo. Generación tras generación, la F-150 fue moldeando sus capacidades para revalidar su vigencia. Y como ningún otro vehículo en el mundo, entonces, construyó una trayectoria envidiable: nada menos que 43 años como la pick up más vendida del mundo.
Al máximo en fortaleza. El ímpetu que inspira ya desde su tamaño encuentra respaldo en la construcción al filo de lo indestructible. Cuenta con un chasis de acero grado militar, suspensión enorme y robusta, y una carrocería de aluminio. Se trata de una mole de 2.200 kilos con casi seis metros de largo (5.890 mm) que intimida. Pero, sobre todo, inspira potencia, fuerza, magnitud. ¿No es eso acaso lo que se busca en una pick up full size? Ford lo interpreta al extremo en este ejemplar exquisito también en estética, condición indispensable para hacerle frente a un modelo instalado y con buena recepción aquí como la Ram 1500, el rival que esperaba a la F-150 (¿Y la Silverado?). Estaremos en presencia entonces de un duelo gigante, y no sólo por dimensiones, sino por lo que significan estas camionetas en su hábitat de origen, Estados Unidos, por todo lo que ofrecen, y porque en estas tierras las pick ups despiertan pasiones especiales.
Al máximo en confort. El concepto de fabricación norteamericano, que busca constantemente hacerle más práctica la vida a las personas, hace gala de sus atributos en esta F-150. Podría llevarse un 10 en UX (User Experience). A pesar del porte y de la altura que presenta para subirse, ubicarse en el puesto de conducción y conseguir la posición de manejo más cómoda demanda sólo segundos. Desde el primer instante es posible amigarse con el interior y sentirse a gusto para mover tremenda superficie.
Dispone de un arsenal tecnológico para que el conductor se sienta a gusto. Butacas con regulaciones eléctricas (incluso de ajuste lumbar) con hasta 10 memorias, y la posibilidad de calefaccionarlas o enfriarlas según la época del año, y también pedales y columna de dirección ajustables eléctricamente, esta última en altura y profundidad. El menú viene completo, pero no hace falta utilizarlo todo para ubicarse cómodamente. La visión, por su parte, está garantizada por los espejos exteriores que parecen dos pantallas de TV por su tamaño. El resto, bien concebido bajo los parámetros de confort norteamericanos: posavasos y portaobjetos por todos lados, cómo apoyabrazos central, y un techo panorámico eléctrico enorme.
Lo más destacado: las plazas traseras. Quienes viajen atrás van a encontrar una comodidad poco usual en un vehículo. El espacio allí es sencillamente un living. Y para reforzar aquello de que la practicidad manda, al abrir la caja, dentro del portón dispone de una escalerita que se puede desplegar para que subir al espacio de carga no sea un problema ante la altura del vehículo. Sí, otra vez el UX…
Al máximo en tecnología. El paquete Lariat, introducido en 1978, hacía alusión a las versiones especiales de Ford que por entonces ofrecían mayor confort, como aire acondicionado, asientos de cuero, trabas de puertas y levantavidrios eléctricos. Esta F-150 honra con creces aquella primera versión y el objetivo con el que fue creada, y le pone encima 40 años de desarrollos y experiencia en materia tecnológica para incrementar el confort. Esta Lariat ofrece acceso inteligente y arranque sin llave, sistema Start&Stop y apertura de puertas con código de seguridad (SecuriCode), a través de un teclado numérico en el parante del medio.
Abruma con sus dos centrales de información: por un lado, la consola central con pantalla táctil de ocho pulgadas, USB y el eficiente sistema Sync3 de Ford, compatible con Apple Car Play & Android Auto, un sofisticado equipo de sonido con 10 parlantes más subwoofer y navegador satelital integrado (GPS). Y por el otro, un tablero de instrumentos con seis solapas de información que es como tener un buscador web abierto para ir navegando. Allí el vehículo muestra desde los datos de configuración hasta detalles de la conexión de la tracción. Es prácticamente imposible necesitar más información de la que, en conjunto, entrega esta pick up.
Por supuesto donde más valor cobra la tecnología aplicada en este vehículo es en seguridad: 10 airbags (incluso en los cinturones de seguridad traseros), y del pack de dispositivos de asistencia a la conducción denominado Co-Pilot 360, que incluye el sistema de Información de punto ciego (BLIS), el sistema de mantenimiento de carril (LKA), el asistente de pre-colisión con frenado autónomo de emergencia y detección de peatones (acciona los frenos en forma autónoma para ayudar a evitar una posible colisión), la Dirección Asistida Eléctrica (EPAS) con tres modos (Normal, Sport y Confort), Pro Trailer Back-Up Assist (ayuda a estacionar marcha atrás con un remolque) y Control Anti-Vuelco (ROM) como los más destacados.
El catálogo se completa con el Control de Estabilidad (ESP) fundamental en este caso para mantener bajo control esta mole. Por dimensiones y peso, no resultan vehículos fáciles de acomodar por el conductor ante maniobras bruscas o impensadas. Por eso, el ESP está allí como garantía. Se puede desconectar, pero no es para cualquiera: en ese caso los 400 caballos irían todos juntos y sin dosificar al eje trasero. Final abierto…
Al máximo en potencia. Motor V8 de 5 litros, 400 caballos, el block Coyote del Mustang. Sin agregar mucho más alcanza para suponer cómo responde esta pick up. Pero la delicia de tener bajo el control del conductor un V8 de estos merece contarse. Funciona en dos etapas este V8, siempre extremadamente sereno, a pesar de su rugido delicioso. Para viajar en ruta hasta 120/130 km/h se comporta casi como un impulsor de menor ímpetu. Siempre que se maneje con cuidado la energía que se le aplica al acelerador, se lo puede llevar a 1.200/1.300 rpm en marchas altas y con un consumo bastante contenido. A ese régimen viaja realmente relajado, y la camioneta se desliza por el asfalto haciendo gala de su confort. Un deleite.
Lo bueno, y por momentos increíble, es que los 400 caballos están allí. Entonces aun transitando a muy bajas vueltas la recuperación es tremenda, muy ágil. Eso sí, empezar a “jugar” con el acelerador no tiene retorno. Tanto el sonido como las sensaciones que transmite el V8 harán subir las palpitaciones. No tienen límites los bríos del V8, irreverente, soberbio, supremo. Con este impulsor se le planta a la Ram, que cuenta con el probado Hemi V8 5.7 de 395 caballos.
En el confort de marcha y la eficiencia que consigue esta camioneta tiene un papel protagónico la transmisión, automática de 10 marchas. Ofrece dos aspectos fundamentales: salta los cambios, con lo cual si el manejo lo requiere puede pasar de cuarta a octava directamente, por ejemplo. Y también ofrece la posibilidad de limitar las marchas mediante un comando que permite definir con cuántas queremos conducir. Eso es útil, por ejemplo, en off road, para limitarla a los cambios más bajos.
Al máximo en estirpe. Hay varias razones para exigirle a una camioneta de estas características el tope de sus posibilidades. En este caso, primero porque es Ford, una de las marcas madre de las pick ups (junto con GM) y luego porque se trata de una F-150, referencia de robustez y capacidad en cualquier ámbito. Aun así, este modelo termina poniendo de rodillas cualquier pretensión o expectativa por más exageradas que sean. Esa sensación de omnipotencia y confiabilidad que fueron hilvanando las distintas generaciones de la Serie F, encuentra en esta F-150 un punto culminante. Y lo bueno es que deberá revalidarlo la generación 2021 que ya está en camino y que además hará desembarcar al modelo en la era eléctrica.
Esta F-150 puede hacer valer esa estirpe en cualquier territorio. Además del motor, la suspensión es una invitación constante a avanzar por donde sea sin pensarlo dos veces. Nunca se resiente el confort, y en la altura del habitáculo todo parece fácilmente superable. Claramente es un vehículo para disfrutar en ruta y gozar en viajes, más allá de sus posibilidades todo terreno (y su mecánica acorde para ello). No hay que olvidarse que proviene de otro ecosistema, las holgadas carreteras de los Estados Unidos y las ciudades con amplitud para moverse. Aquí las dimensiones urbanas están pensadas para vehículos de concepción europea, por ello esta pick up queda algo desperfilada en estas latitudes.
La presencia de la F-150 en la Argentina es una respuesta a un pequeño nicho de usuarios, que hasta ahora sólo tenían una opción, la Ram. Esta Ford cuesta 66.500 dólares (al cambio oficial), mientras que el modelo de FCA vale 55.800 dólares. El nivel de equipamiento, confort, seguridad y prestaciones en este rango es tan alto, que seguramente quien tenga el privilegio de acceder a uno de estos productos defina su consideración por el extra de un valor sentimental. En esa dimensión, a la F-150 le sobran credenciales que la certifican como leyenda. Y eso la eleva a un nivel único. Al máximo.
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