Durante la década del 60, Simon Templar, un apuesto Robin Hood de la época, con antecedentes de ladrón y dotes de detective, se movía por toda Europa y conquistaba bellas mujeres sobre un Volvo P1800. Templar era El Santo, el protagonista encarnado por Roger Moore (luego también uno de los primeros James Bond) de una serie de televisión británica muy popular de aquella época. Y el Volvo funcionaba como su complemento ideal para moverse en el mundo de lujos que frecuentaba. Se trataba de un modelo de dos puertas, con motor central y tracción trasera que la marca sueca fabricó entre 1961 y 1973.
Con una vigencia nada despreciable en el mercado europeo –más de una década- y la popularidad ganada junto a Moore en la recordada serie de aventuras e intriga, el Volvo P1800 podría haber pasado a la historia sólo como otro de los tantos modelos que trascienden gracias a un éxito de taquilla. Pero no. Con una vida mucho más apacible que la del Santo, un simple profesor de escuela, Irv Gordon, puso al Volvo en un punto culminante, único, al que ningún otro modelo pudo llegar.
Con el odómetro marcando 5.25 millones de kilómetros, el Volvo P1800 S de Gordon entró al Libro Guinness de los Récords como el auto con más kilómetros recorridos del mundo. Y todos con el mismo dueño al volante, artífice de una hazaña que se fue construyendo durante 52 años. Irv Gordon, nacido en 1940, tenía 26 años cuando sucumbió ante las líneas sensuales del P1800. Lo compró y ya en sus primeros días le hizo unos 2.400 kilómetros. Por su trabajo, este profesor de Long Island, Nueva York, debía hacer diariamente unos 200 kilómetros, por lo que el Volvo estaba inevitablemente destinado a sumar un rodaje considerable. Pero ni el propio Gordon podía imaginar cuán lejos llegarían ambos.
Gordon se paseó con su Volvo por todos los Estados Unidos, y hasta lo llevó a un viaje por Gotemburgo, Suecia, su cuna de origen. En 1998 entró por primera vez en el Guinness, con 2.719.791 kilómetros recorridos, pero había más. Gordon nunca se desprendió del Volvo y lo tuvo hasta 2018, cuando falleció. Una historia de más de 50 años cimentada sobre la confiabilidad de un modelo y el sentimiento incondicional de su dueño.
El Volvo P1800, presentado internacionalmente en Bruselas en 1960, entró en producción un año más tarde y se convirtió rápidamente en un auto de culto por su incursión en la serie El Santo. Venía con un motor 1.800 cm3 de 90 caballos, y luego en 1969 fue llevado a los 124 CV. Equipaba una caja de cambios ZF de cuatro marchas y ofrecía la transmisión automática como opcional. Al principio, como la fábrica sueca de la compañía no tenía capacidad, la marca cedió la fabricación de su flamante modelo a la empresa británica Jensen, pero en materia de calidad no pudo estar a la altura de los requerimientos suecos. Así, en 1963 se canceló ese contrato y Volvo empieza a fabricar su atractiva cupé en su planta central: desde entonces, los autos empiezan a denominarse P1800 S, como el de Gordon.
En 2002, cuando el auto superó los 3,2 millones de kilómetros fue protagonista de un evento en la mítica plaza de Times Square de Nueva York, y además salió en el popular programa de Jay Leno, de los más vistos en los Estados Unidos. Gordon también se hizo con un regalo de Volvo por la hazaña: recibió un C70.
A partir de su amor incondicional por el auto de su vida, Gordon se convirtió en el mejor embajador de la marca alrededor del mundo. En 2013 la propia compañía lo auspició para romper la barrera de los 3 millones de millas (4.828.032 kilómetros) durante un viaje a Alaska. Aquel nuevo capítulo terminó con otro regalo para el profesor, ya retirado: un XC60 del catálogo de la marca sueca.
Con el cuentakilómetros superando holgadamente los 5 millones de kilómetros y su salud debilitada, en 2017 ocurrió el episodio más amargo en la eterna relación Gordon con su Volvo. La esposa de Gordon le pidió el auto para ir al supermercado y el aceptó: “Inicialmente se iba a llevar el auto ella sola pero no me pude quedar tranquilo y fui con ella. Le dije que manejara porque me dolían las piernas y lo que pasó después es muy difícil de recordar: Nancy aceleró a máxima velocidad con el freno de mano puesto y lo fundió”, relató el propio Gordon, que tuvo que ser internado ante un ataque de nervios. Ya sin manejar, un año más tarde Gordon falleció. Y el Volvo del récord quedó clavado con el odómetro en 5.25 millones. Irrepetible.
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