Mil autos Volvo: la historia del “pagadios” que Suecia le reclama desde los 70 a Corea del Norte

Se trata de unidades del modelo 144, de las que quedan algunas circulando como taxis en el país asiático. Por esa operación de 1974, el régimen norcoreano es el principal deudor de los escandinavos

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Un Volvo 144 en las
Un Volvo 144 en las calles desiertas de Pyongyang, la capital norcoreana.

La República Popular Democrática de Corea es la porción boreal de la península que fue dividida en dos partes después de la Segunda Guerra Mundial, para que el norte fuera controlado por la Unión Soviética y el sur quedara bajo la influencia de los Estados Unidos. La descripción no apunta a profundizar la grieta ideológica, sino que es una cita histórica usada para dar contexto, porque en las calles de la capital Pyongyang y otras ciudades norcoreanas es difícil, sino imposible, ver una actualización del parque automotor, al estilo de lo que sucede en Cuba, y todavía se puede ver vehículos con varias décadas de antigüedad producto de los escasos intercambios comerciales que tuvo a disposición, con los países aliados o los que se mantuvieron como neutrales en la gran división que se conoció como la Guerra Fría.

El acceso al auto en Corea del Norte es un beneficio para pocos, reservado a una elite política o cercana al poder. Incluso en las ciudades más pobladas se pueden ver avenidas con chicos corriendo sobre el asfalto mientras los pocos vehículos de motor que las surcan los esquivan, en un hecho de lo más natural. También es complicado observar imágenes que no sean las distribuidas por el régimen, que tiene el control total del flujo informativo de la población: las 100.000 personas que visitan ese país cada año necesitan un permiso especial para entrar, al llegar deben abandonar sus celulares y cualquier otro sistema que permita conectarse con el exterior.

La primera unidad del Volvo
La primera unidad del Volvo 144, al salir de la planta de Estocolmo, en 1966. (Volvo)

Además de los autos producidos por la pobre industria local, que tiene como marca principal a Pyeonghwa, hay un resabio de un modelo específico que todavía circula como taxis en la capital: el Volvo 144. Sucede que Suecia, al haberse mantenido neutral, sostuvo relaciones bilaterales con el régimen norcoreano y hasta cuenta con representación diplomática en Pyongyang (Argentina, por caso, no la tiene). Lo curioso es que un tuit publicado por la propia embajada sueca en Corea del Norte puso en relieve un capítulo comercial aún inconcluso entre los dos países, y gira en torno a esos autos fabricados en Escandinavia.

“Todavía se mantienen fuertes. Uno de los Volvo del año 1974 que todavía no fueron pagados por la República Popular Democrática de Corea. Transitando como taxi en Chongjin con cerca de medio millón de kilómetros en el odómetro”, sentencia el posteo la cuenta de Twitter @SwedenDPRK, perteneciente a la Embajada de Suecia, que se subió en 2016 y desde entonces se mantiene inalterable y sin actualizaciones, porque la morosidad del régimen asiático, lejos de terminarse, ha crecido por los intereses acumulados.

Kim Il-sung, el fundador de
Kim Il-sung, el fundador de Corea del Norte y quien asumió la deuda con Suecia. (Reuters)

En 1974, Corea del Norte era gobernado por Kim Il-sung, el creador de la República Popular y el primer Jefe de Estado dentro de la matriz socialista, desde 1948. Cuando falleció, en 1994, el cargo quedó en manos de su hijo Kim Jong-il, el mandatario hasta 2011, año en el que murió. Desde entonces, los destinos del país son decisión de Kim Jong-un, el actual Líder Supremo y nieto de aquel que, en definitiva, le hizo el gran cuento del tío a Suecia.

Kim Il-sung es, desde 1998, el Presidente Eterno de la República Popular Democrática de Corea, título póstumo que le diera su propio hijo. Pero los suecos ya no pueden reclamarle a él, sino que lo hicieron y lo siguen haciendo a sus descendientes. Es que Pyongyang tiene una deuda extraña y ahora récord con la nación escandinava, que con la actualización alcanzó los 2.800 millones de coronas suecas (302 millones de dólares). Según los medios locales, la agencia gubernamental sostiene la protesta en acuerdos de exportación de la década del 70.

El tuit de la embajada
El tuit de la embajada sueca en Pyongyang en el que se hizo un reclamo "oficial" a través de las redes sociales.

Aquella factura impaga incluyó equipos de minería suministrados por la empresa industrial Atlas Copco, así como por otros productores suecos. Pero el principal producto enviado por Suecia a Corea del Norte fue un lote de mil unidades de autos Volvo 144, un emblemático sedán del segmento C que se produjo entre 1966 y 1974. Justamente, la transacción se realizó en el año en que ya se sabía que dejaba de fabricarse, por lo que las intenciones de los suecos tampoco parecieron a priori muy leales, porque se estaban desprendiendo de un stock que pronto iba a ser obsoleto para su propio mercado.

Después de 46 años de incumplir el plazo, la deuda inicial norcoreana aumentó de 600 millones de coronas (65 millones de dólares al tipo actual) a un récord de 2.800 millones (302 millones de dólares). La suma aumentó debido al interés adicional y en una proporción de unos 15 millones de dólares por año. De este modo, y por culpa de esos Volvo, Corea del Norte es el principal deudor de Suecia, ya que desplazó del primer lugar a Cuba.

Dos 144 funcionando como taxi
Dos 144 funcionando como taxi en la capital norcoreana.

En verdad, Kim Il-sung hizo algunos pagos, aunque en Suecia estiman que el régimen asiático ha alcanzado la calidad de moroso incobrable, por la actual situación económica de Corea del Norte. Con unos 25 millones de habitantes, es un país poco industrializado con un PBI de 2400 dólares per cápita, una cifra ínfima comparada con los 41.388 dólares de Corea del Sur y que representa una cuarta parte del PBI de la Argentina (cifrado en unos 10.000 dólares), aun con la profunda crisis pre y post pandemia del coronavirus.

De acuerdo a los reportes de la prensa sueca, el gobierno escandinavo realiza dos reclamos formales anuales de pago, y siempre recibe la misma respuesta: un silencio casi burlón.

Y dinero no parece faltarle, más allá de la pobreza estructural. El 28 de noviembre de 2017, Corea del Norte realizó la primera prueba del misil Hwasong-15, el arma más peligrosa que se le acredita a su arsenal porque puede tener un alcance de 13.000 kilómetros, con lo que puede atacar a Estados Unidos, entre otros enemigos que tiene el régimen. De acuerdo a reportes del espionaje surcoreano, Kim Jong-un destinó a ese ensayo militar más de 300 millones de dólares, la misma cifra que le debe a Suecia por los Volvo. Esas pruebas con misiles son recurrentes en el catálogo de excentricidades del actual dictador norcoreano, un amante de la parafernalia militar y de mostrar su ejército y armamentos en desfiles callejeros.

Así mostraba Volvo el 144 en su lanzamiento, en los años 60.

En los últimos tiempos se generaron dudas sobre la salud de Kim Jong-un, de la que se sospecha de un debilitamiento en los últimos tiempos, lo que coincide con la aparición cada vez más frecuente en actos públicos de su hermana Kim Yo-jong. Incluso Dennis Rodman, declarado amigo del Líder Supremo norcoreano, llegó este año a pedir que se rezara por la salud del dictador asiático.

Mientras tanto, los suecos siguen esperando. La relación entre los dos países comenzó poco después del armisticio coreano de 1953. A medida que la línea que divide el norte del sur se hacía más firme, otras fronteras se volvían más porosas, lo que llamó la atención de muchos países europeos neutrales. Suecia fue uno de los primeros en aprovechar la oportunidad. Los lazos de Estocolmo y Pyongyang a principios de la década de 1970 surgieron de una rara convergencia de intereses de izquierdas e industriales: los grupos socialistas locales querían que Suecia reconociera formalmente el nuevo estado comunista y los empresarios querían explotar la naciente industria minera de la región.

Kim Jong-un en uno de
Kim Jong-un en uno de los desfiles militares en las calles de la capital norcoreana.

Volvo fue una de las primeras empresas europeas en incursionar en el mercado de Corea del Norte y recibió rápidamente un pedido de 1.000 vehículos, entregado en 1974. Pero menos de un año después, la empresa entendió que los estaban estafando, porque el régimen de Kim en realidad no estaba pagando por los productos que estaba importando y las facturas se seguían acumulando. Ya en el siglo 21, aun con la relación abierta entre los dos países, el régimen de Corea del Norte consideraba a Suecia como un peón estadounidense mentiroso, manipulado más allá del reconocimiento por los imperialistas.

El Volvo 144 fue lanzado en agosto de 1966. Se trataba de vehículo de cuatro puertas que marcó el comienzo de una serie de autos completamente nueva. Presentaba un estilo realmente atemporal, y de ese modo siguió cosechando un gran éxito de ventas hasta principios de los 90, en desarrollos posteriores realizados sobre su base.

De este sedán de 4,6 metros de largo de produjeron 523.808 unidades, por lo que esas 1.000 que fueron enviadas a Corea del Norte resultan insignificantes para tal volumen. Estaba dotado con un motor de cuatro cilindros en línea de 1,8 centímetros cúbicos, con un máximo de 90 caballos de potencia, acoplado con una caja manual de cuatro marchas o una automática de tres velocidades.

Kim Jong-un se mueve en
Kim Jong-un se mueve en costosas limusinas Mercedes-Benz o Rolls Royce.

Era un vehículo muy espacioso y dotado de un amplio baúl, y contaba con numerosas funciones de seguridad. Aparte de la carrocería, con sus zonas de alta absorción de energía en la parte delantera y trasera, incorporaba un exclusivo sistema de frenos (de disco) en el que cada circuito gestionaba tres ruedas El interior prescindía por completo de elementos protuberantes y estaba equipado con cinturones de seguridad para el conductor y el acompañante.

Las relaciones diplomáticas formales entre Corea del Norte y Suecia se iniciaron en 1973. Un año más tarde, llegaba a Pyongyang el despacho de mil unidades de Volvo de los cuales algunos hoy, 46 años después, siguen transitando sus calles y otras ciudades como el reflejo fantasmal de una estafa maestra.

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