El tuning es una práctica que fue creciendo en muchos lugares del mundo. Y aquí, en Argentina, una patria fierrera por excelencia, rápidamente ganó seguidores. La meca, el mercado de los Estados Unidos, genera verdaderas obras de arte sobre ruedas, aunque las creaciones y trabajos locales también alcanzan niveles de gran calidad. De todas maneras, se trata de una actividad que siempre generó controversia y polémica desde la óptica de la seguridad vial. ¿Hay riesgos al personalizar autos?
En la industria automotriz, uno de los pilares en donde las Naciones Unidas apoya sus recomendaciones para reducir la cantidad de siniestros, se busca que los vehículos salgan al mercado cada vez con mayores medidas de seguridad, tanto para sus ocupantes como para los transeúntes.
Apoyados en las recomendaciones sobre el tema de la Federación Argentina de la Ingeniería Especializada (FADIE), desde el Gobierno nacional, a través de la Agencia Nacional de Seguridad Vial, pusieron nuevamente el tema en debate: elaboraron un manifiesto que detalla los riesgos directos que implica el tuneo de autos y motos.
Tal cual explica la FADIE, los fabricantes de vehículos trabajan en proyectos durante años hasta obtener un producto final que cumpla con determinadas especificaciones técnicas de desempeño y de seguridad activa y pasiva. Los elementos de seguridad activa, como los frenos, los neumáticos, la dirección, la iluminación, la suspensión y los amortiguadores son los que contribuyen a la prevención de siniestros viales. Los elementos de seguridad pasiva son los que están preparados para reducir las consecuencias de un siniestro: el cinturón de seguridad, los airbags, los apoyacabezas y la carrocería cumplen esa función.
¿Es seguro tunear los autos? La ANSV y la FADIE explican que realizar modificaciones por fuera de los márgenes naturales impuestos desde cada fábrica puede causar serios riesgos. Al alterar algún elemento de seguridad, el vehículo pierde las prestaciones de prevención para las que fue diseñado y no responde a las situaciones de peligro de manera efectiva. Estos son las modificaciones más frecuentes y sus consecuencias directas.
Cambio de neumáticos y llantas
Efecto deseado: mejorar el aspecto estético del vehículo.
Los neumáticos finos y altos afectan la distancia de frenado y la estabilidad del vehículo. Las ruedas anchas sobrecargan los ejes y la suspensión, y aumenta la posibilidad de aquaplaning en calzada resbaladiza. Además, las cubiertas de perfil bajo son más vulnerables a los daños laterales, pueden afectar el radio de giro y se pierde confort en el viaje.
Alteración de la altura del vehículo
Efecto deseado: mayor precisión de manejo.
Si se modifican los resortes de suspensión, se rompe el equilibrio de elasticidad y resistencia. Y los amortiguadores son exigidos al máximo, además de disminuir la capacidad de frenado.
Modificación del sistema de escape
Efecto deseado: alteración del sonido.
Puede provocar contaminación ambiental por los componentes nocivos emanados en exceso y contaminación auditiva por el aumento de ruido que excede los valores permitidos.
Modificación de las luces
Efecto deseado: personalización de la estética.
Se puede generar poca visibilidad, confusión y/o malas interpretaciones en los conductores de otros vehículos. Además, el sistema eléctrico corre riesgo de colapsar por un excesivo consumo debido a la luminaria elegida.
Las motos personalizadas
Las principales alteraciones que se realizan son la quita de los espejos y de los faros de iluminación, el alargamiento de la horquilla, el recorte de la estructura de la moto, la eliminación de algún elemento del sistema de escape y de la amortiguación. Desde el área de la ANSV que se encarga de la seguridad de los motociclistas, detallan que la costumbre de “personalizar a las motos” no hace más que profundizar el riesgo de accidentes o lesiones, ya que por naturaleza son vehículos poco visibles y cuentan con poca protección para sus ocupantes por la falta de carrocería.
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