En los casi dos años que es parte de la organización de la Juventus, a Cristiano Ronaldo no se lo ha visto presumir de autos de la compañía automotriz que históricamente tuteló el avance deportivo de la Vecchia Signora: nunca en un Fiat, en un Alfa Romeo o, en la nueva etapa dentro como integrante del consorcio FCA, en un Chrysler, Jeep, Dodge o Ram. Pero había un catalizador invisible que estaba destinado a unir dos de las pasiones del portugués, jugar al fútbol y ostentar los mejores autos del mundo. Cada vez que maneja sus Bugatti Veyron o Chiron está atrapado en un ambiente imaginado primero por la mente brillante y dibujado por la mano mágica de Giorgetto Giugiaro, un artista que fue elegido el mejor diseñador automotor del siglo 20. Y cuando CR7 pisa el Juventus Stadium, también está en un Giugiaro original.
Porque las fronteras de la imaginación de Giugiaro se expandieron más allá de los autos. Italdesign, la empresa que creó en 1968, es un sello que se observa en vehículos de todo tipo (camiones, tractores y trenes incluidos), pero también en elementos cotidianos como muebles o cafeteras (otro de sus grandes fetiches), o en grandes soluciones urbanísticas, como líneas de transporte, expendedoras de boletos o el mismo estadio de la Juve, la actual casa deportiva de Ronaldo en la ciudad que lo cobija desde 2018, y en la que suele pasear en sus súper autos.
Giugiaro, con 82 años, ya está retirado. Desde 2010, Italdesign es parte del grupo Volkswagen, aunque el italiano ya venía realizando trabajos para el gigante alemán. Entre ellos está el Bugatti 18/3 Chiron, presentado en el Salón de Frankfurt de 1999, el primer diseño de la marca francesa dentro del consorcio germano (la adquirió en 1998). Ese concept fue sobre todo la base del diseño del Veyron, le dio el nombre y otros detalles más al Chiron y ya portaba el motor W16 que es el corazón de estos dos bólidos que CR7 guarda en su garaje.
Que este italiano nacido en el Piemonte el 7 de agosto de 1938 haya sido elegido el mejor diseñador del siglo 20 no sólo se explica en los suspiros que generaron los pura sangre que dibujó, sino también porque manejar un Giugiaro fue parte de la vida cotidiana de millones de personas en todo el mundo: los que estuvieron al volante de un Volkswagen Golf, de un Renault 19 o de los modelos de Fiat más populares que se reconozcan en Sudamérica, como lo son el Uno, el Duna y el Palio.
El legado de Giugiaro permanece no sólo en los autos que siguen circulando, sino que además tiene su propia marca exclusiva, Italdesign Automobili Speziali, nacida en 2016 por fuera de Volkswagen y con foco en súper autos pensados para un segmento muy exclusivo, con unas pocas unidades producidas.
La perpetuidad de su nombre está presente en autos legendarios que se convirtieron en símbolos de aventura a partir de su aparición en Hollywood. El DeLorean DMC-12 que convierte a Marty McFly y el profesor Emmet Brown en viajeros en el tiempo en Volver al Futuro es obra de Giugiaro. O el auto submarino que maneja el James Bond personificado por Roger Moore en El espía que me amó es un Lotus Esprit creado por GG.
Su impronta también es fuente de inspiración en quienes lo suceden. Como en la música es innegable la influencia derramada por Los Beatles o los Rolling Stones en infinidad de bandas, Giugiaro emerge desde los años 60 con una continuidad que, por ejemplo, se ve en la última creación de Tesla, la Cybertruck, para la que Elon Musk tuvo en cuenta precisamente en el mismo Esprit.
Con el sello Giugiaro se puede disfrutar de un café, tomar un ómnibus o hasta gritar un gol, pero lo más alto de su expresión se vio en los autos. Por esa asombrosa carrera ha recibido decenas de distinciones como el premio al diseñador del siglo, galardón concedido por un jurado de 120 periodistas y expertos internacionales. Y forma parte del European Automotive Hall of Fame, donde ocupa un lugar destacado.
Cuando recibió esa distinción, contó una anécdota que representa la forma en que pensó los autos. Había construido un prototipo pensado en sus gustos, y no tanto en el de terceros. Tenía “el techo vidriado, el frontal alargado y los faros se escondían en el capot”. Con ese auto fue a buscar a su novia, que trabajaba en Fiat. De repente, se encontró rodeado de decenas de empleados de la automotriz que no podían creer lo que veían. Su prometida nunca lo encontró. “Cuando salí vi que había mucha gente reunida y pensé que se trataba de un vendedor ambulante”, relató Giugiaro el argumento que le dieron. Claro: estaba al volante del Chevrolet Corvette Testudo, que había tenido un éxito rotundo en el Salón de Ginebra de 1963.
Ese concept, que hasta hoy se mantiene entre los diseños más avanzados de los que se vieron en Ginebra, fue una de las primeras grandes creaciones de Giugiaro en Carrozzeria Bertone, a la que llegó a fines de los 50 y después de una breve incursión por Fiat. Hijo de un especialista en pintura en aceite y nieto de un pintor de frescos que pasó media vida trabajando en iglesias, Giorgetto supo que estaba destinado a triunfar en la industria automotriz cuando, con sólo 17 años, se cruzó en su vida Dante Giacosa, el autor del Topolino y del primer Fiat 500.
Giacosa era director del área técnica de Fiat cuando conoció a un joven Giugiaro. En cuanto vio las caricaturas que había dibujado para un concurso de diseño supo apreciar su buen ojo e inmediatamente le ofreció un trabajo. Sería diseñador de estilo en la marca automovilística italiana, y su juventud no era impedimento.
Con apenas 20 años, Giugiaro se pasó a Bertone y como jefe del centro de estilo. La década del 60 fue fundamental para su carrera, ya que durante esta etapa dibujó las líneas de modelos como los Alfa Romeo Giulia GT y 2000 Coupé, el BMW 3200 CS, el Iso Rivolta GT o el Iso Rivolta Grifo, todos ellos modelos de gran impacto, que aportaron éxito y fama a esas marcas.
A mediados de los 60, todavía joven, Giugiaro fue la contratación estrella de Ghia, otro prestigioso carrocero italiano que por entonces luchaba por ampliar su negocio. Su habilidad con el lápiz, y todo lo aprendido hasta el momento, resultaron decisivos en la carrera de un constructor argentino que se radicó en Módena y allí le dio forma a una emblemática marca de autos deportivos: Alejandro De Tomaso. El De Tomaso Mangusta, su primer gran auto, revolucionó el panorama de los coches exóticos. Y fue creado por Giugiaro.
De su tablero salió también el Iso Rivolta Fidia, uno de los primeros ejemplos de un gran sedán de lujo, con motor y prestaciones de superdeportivo, así como el Maserati Ghibli, otro icono de aquellos alocados años. Giugiaro fue también uno de los primeros europeos en trabajar para una compañía japonesa, con el Isuzu 117. Hasta que inició su propio camino.
El nacimiento de Italdesign
A finales de los años 60 fundó Italdesign junto a su amigo Aldo Mantovani, en Moncalieri, en las inmediaciones de Turín. Surgió como una pequeña compañía pero rápidamente se convirtió en la meca del diseño, ingeniería y fabricación de prototipos más importantes del mundo.
El reestreno de Giorgetto fue con el Bizzarrini Manta, creado a partir del Bizzarrini 5300 GT, y después vinieron otros modelos de prestigio como el Alfa Romeo Iguana, que tomó como base el Alfa Romeo 33, el Maserati Boomerang o el Audi Asso di Picche, cada uno con unos rasgos muy especiales, como el volante montado alrededor del instrumental en el Boomerang.
Pronto las grandes automotrices acudieron a Italdesign para trabajar en importantes proyectos, casi en secreto, destinados al mercado generalista, con modelos de gama media y baja. Así empezó una larga lista de éxitos, como cuando la marca alemana Volkswagen llamó a Giorgetto para dar vida al legendario Golf.
Son creaciones de Giugiaro autos como el Alfa Romeo Alfetta GT, el Lancia Delta, el Renault 21, el Audi 80 de tercera generación, entre otros muchos. Italdesign también ayudó a que marcas desconocidas salieran del anonimato, con obras para el mercado global como el Hyundai Pony, los Seat Ibiza y Córdoba (el predecesor del Volkswagen Polo que se comercializó en la Argentina), o el Daewoo Matiz.
Pero el estudio de diseño piamontés empezó a recibir encargos de todo el mundo, para hacer realidad una larga lista de modelos deportivos icónicos, como el BMW M1 o el Maserati Quattroporte en su tercera generación.
La presencia de Giugiaro en los distintos salones del automóvil fue comparable con la de una estrella de rock. Sus prototipos deslumbraban en el presente y permitían mirar el futuro. Así se vieron autos impactantes como el Alfa Romeo Caimano, el Maserati Medici, el Lancia Megagamma, el Italdesign Aztec, el BMW Nazca C2, el Alfa Romeo Scighera, el Lamborghini Calà o el Bugatti EB112, entre algunas de sus creaciones más famosas.
Mientras era ungido como el diseñador del siglo, las compañías que antes lo requerían buscan tener sus propios estudios de diseño, por lo que la tercerización que ofrecían Giugiaro, Bertone o Pininfarina ya no eran tan necesarios. Y entraron en crisis. Fue por ello que en 2010 Italdesign pasó a ser parte de Volkswagen, aunque Giorgetto permaneció al frente de la dirección, con apoyo de su hijo Fabrizio.
En 2015 le vendió a VW el diez por ciento de las acciones que le quedaban de su empresa y, al año siguiente, tomó la decisión de dejar su Italdesign y crear una firma nueva, totalmente desde cero. Mientras Italdesign seguía trabajando en el Zerouno, un modelo basado en el Audi R8 del que se producirían muy pocas unidades, Giorgetto y Fabrizio dieron vida al estudio GFG Style, a partir de sus iniciales.
Este nuevo taller, situado también en el corazón del Piamonte, se siguió con la tradición de Giugiaro de responder a las necesidades del futuro, especialmente en términos de movilidad, con propuestas y soluciones más respetuosas con el medio ambiente, pero también interesantes a nivel estético. Allí emergen los concept eléctricos como el Sibylla, que GG se regaló para sus 80 años, o al, Kangaroo.
Es que el italiano también fue un transgresor, y ese afán rupturista le permitió explorar y explotar su talento en varias decenas de modelos. Lujosos, aspiracionales, populares, o extravagantes, para la clase trabajadora o para la alta sociedad, pensados para el magnate como para el comerciante, destinados al noble o al plebeyo. Giorgetto Giugiaro fue capaz de unir en su lápiz y su inspiración a todos ellos, y eso lo convierte en un diseñador que no sólo fue el mejor del siglo 20, sino que dejó una huella difícil de abandonar y por ende, de superar.
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