Entre los grandes pioneros de la industria automotriz por supuesto uno de los nombres más emblemáticos es el de Louis Renault. En su taller de las afuera de París, allá por 1898, asomó su primera creación, la Voiturette Tipo A. Y en un año, sus 60 empleados llegaron a construir nada menos que 71 unidades de su modelo fundacional. Renault era amante de las carreras de autos porque creía que era la mejor receta para promocionar sus vehículos, y además lo apasionaba la innovación tecnológica.
A sólo dos años de la fundación de la Sociedad Renault Fréres, entonces, llegó un segundo hito para la marca y para la historia de la movilidad. La necesidad de ofrecer mayor confort a sus clientes llevó a Renault a diseñar la primera cabina cerrada de un automóvil. Así nació el Type B, construido sobre la base de su antecesor y primer modelo de la marca, el Type A, pero con importantes mejoras en materia de comodidad.
Con el Type B nace además el término “Coupé”, ya que así denominó la firma francesa a aquella nueva carrocería cerrada. Era la forma de diferenciarla de los autobuses, dado que por entonces ese era el nombre que se les daba a los vehículos con cabina de dos plazas, pero con el conductor ubicado en una posición más adelantada a la de los pasajeros. Aquella denominación inicial de “Coupé” es la que perduró hasta estos días como nombre distintivo y universal para los vehículos de dos puertas.
Lejos de los conceptos aerodinámicos que empezaron a regir la industria décadas más tarde, el Type B se distinguió por su particular configuración: era casi tan largo como alto. Tenía un largo total de 1,90 metros (un Twingo, por ejemplo, mide 3,43 metros de longitud), por 1,80 metros de alto. De todas maneras, la comodidad de una cabina que evitaba soportar el viento, la lluvia y la nieve en Francia hizo que el modelo fuera muy bien recibido.
Aquel Type B de Renault estaba equipado por un motor monocilíndrico, de 450 cm3, refrigerado por aire, que desarrollaba una potencia máxima de 2,7 CV y le permitía alcanzar una respetable velocidad máxima de 45 km/h. En total pesaba sólo 360 kilos. Además, incorporó un moderno sistema de transmisión por cardan, en lugar de la clásica cadena metálica, la solución de moda en aquella época.
Con el Type B como estrella de una empresa floreciente, Renault pasó de sus 60 empleados a 110 para fines de 1900. Los pedidos de los clientes aumentaban y eso también le abrió paso a la evolución del modelo, el Type C. Aquel tercer vehículo del Rombo también tuvo su versión Coupé además de la convencional. Una tradición que luego implementaron casi todas las marcas del planeta y ya lleva 120 años.
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