Michael Jeffrey Jordan fue el mejor atleta del Siglo 20, Según ESPN. según Forbes, Michael Jeffrey Jordan es la figura deportiva más rica del mundo al haber superado, en 2020, los dos mil millones de dólares. Según General Motors, el talento proyectado de Michael Jeffrey Jordan tenía un valor, en 1984, de 200.000 dólares anuales. Eso, el 0,01 por ciento de la riqueza que tiene hoy acumulada, fue el contrato publicitario que el gigante de Detroit firmó con la estrella joven que estaba desembarcando en la NBA. Pero Michael Jeffrey Jordan le fue fiel a GM, en una relación que se sostuvo con el paso del tiempo, tanto que el basquetbolista más grande de todos los tiempos se lo vio al volante de distintas versiones de Corvette, el deportivo emblemático de Chevrolet, y nunca conduciendo un Ford.
Michael Jordan manejó autos de lujo y súper deportivos, pero nunca hizo ostentación de ello. En su último año en la Universidad de North Carolina, poco antes de firmar su primer contrato con Chicago Bulls, conducía un Mercedes-Benz 300 SL, un descapotable premium pero que lejos estaba de ser un derroche de ostentación. Vaya diferencia ocurrida justamente 20 años más tarde, en 2003, cuando LeBron James, con 18 años, apareció con un sospechoso Hummer H2, que él dijo que le regaló su madre, aunque persiste la sospecha de que en verdad fue parte del acuerdo para dar el salto del colegio secundario a la NBA, sin pasar por el High School.
Hoy LeBron, autoproclamado King James, usa sus redes sociales para mostrar su vida suntuaria, entre la que están los súper autos que amontona en su colección. Jordan tuvo, en su mansión de Chicago, un garaje con capacidad para 14 vehículos y nunca se conoció una imagen de ese espacio privadísimo de su casa. Las fotos que se conocen de Su Majestad detrás de un volante es fruto de su vida pública: camino a un entrenamiento, en algún paseo familiar, en comerciales de televisión o, tal vez la que más se vio, conduciendo el carro eléctrico que le permite moverse en los campos de golf, una de sus grandes pasiones.
¿Eso significa que a Jordan no le gustan los autos? Por el contrario. Le encantan. Y en su trayectoria tuvo de los buenos y de los muy buenos. Muchos de ellos se empezaron a ver en la serie The Last Dance, producida por ESPN y Netflix y estrenada el lunes 20 de abril, en la que se cuentan detalles e intimidades de la temporada en la que Jordan y los Bulls ganan su sexto anillo de la NBA en siete años.
La nómina de los autos que se le conocieron a Air respondió, en general, a un patrón: cuando eligió una marca, la probó y le gustó, la terminó adoptando y repitió.
Los Corvette y la familia General Motors
El contrato firmado por Jordan con GM en 1984 derivó en un compromiso que se mantuvo hasta el final de sus días en Chicago Bulls. MJ adoraba los Corvette. Y así se lo vio conduciéndolos hasta su última temporada en la franquicia, tal como se registró en los primeros capítulos de The Last Dance. Al primer entrenamiento del año llegó en un C5 negro. Poco después, se lo observa en uno rojo firmándole un autógrafo a un niño mientras espera que el semáforo pase a verde.
C5 es la denominación de la quinta generación del Corvette, que se produjo entre 1997 y 2004. Y no había mejor publicidad para General Motors que Jordan lo condujera; por eso recibió de las primeras unidades. Dotado de un motor V8 de 5,7 litros que, dependiendo las versiones y evoluciones que le dio el fabricante, llegaba a erogar un máximo de 410 caballos de potencia. Con siete años en el mercado, fue la segunda versión que menos permanencia tuvo, sólo superada por el C2, que se mantuvo en producción entre 1963 y 1967.
El antecesor, el C4, también pasó por las manos de Air. De hecho, entre las primeras que se vieron del basquetbolista como jugador de los Bulls y su auto es en la puerta de su casa en Chicago, apoyado sobre un Corvette dorado que tiene la patente Jump 23. Esa es una de las tantas imágenes icónicas de Jordan y la réplica de esa chapa se vende por 16 dólares. No fue precisamente la más agraciada de las versiones del Corvette, dado que siempre estuvo algo devaluado ante la irrupción en Estados Unidos de los deportivos japoneses, como el Nissan ZX-300 y o el Mazda RX-7. Por ello fue también que GM aplicó para el C5 líneas similares a las de esos dos modelos asiáticos.
Jordan fue el emblema del American Way dentro del deporte, aunque nunca lo buscó ni tal vez se preparó para ello, como les pasó a muchos ídolos que se obligaron a sí mismos a serlo. Aunque siempre intentó resguardar su vida privada, hubo grietas que hicieron públicos algunos detalles complejos, como su compulsión por el juego, el que heredó de su padre; éste apareció muerto en 1993, en lo que, por las sórdidas características del episodio (no le robaron nada, ni siquiera los anillos de campeón de su hijo que llevaba en ambas manos, y el cadáver fue enterrado, entre otros detalles) fue un ajuste de cuentas. Aun así Jordan fue un ícono y publicitariamente de los más rentables. Por ello General Motors lo aplicó como imagen de muchos de sus productos familiares, la todoterreno Chevrolet Blazer entre ellos.
El vínculo de Su Majestad con GM también tuvo un romance con el Cadillac XLR. Fue tan importante esta compra para la firma que el mismísimo presidente de la marca se lo entregó personalmente al jugador. No todos los días el mejor jugador del mundo compra un auto así. Y en los comienzos de su carrera, les compró a cada uno de sus cuatro hermanos un Pontiac, marca que desapareció en 2010 como consecuencia del recorte que GM tuvo que hacer después de la bancarrota y el proceso de reconstrucción que encaró el emporio.
Las Ferrari, esa italiana debilidad
Hay fotos que, por lo que representan, se convierten en postales. El 5 de mayo de 1992, Jordan llegó al Chicago Stadium para el quinto juego de las semifinales de la Conferencia Este de la NBA frente a los New York Knicks. Esa noche, anotó 37 puntos en un partido durísimo, que los Bulls ganaron 96-88. Entre lo recordado de esa actuación en el camino al segundo título de Chicago, fue que la imagen de su majestad bajando de su bólido negro, rodeado de cinco guardias de seguridad y uno de ellos apuntándole al fotógrafo para que no disparara. Un emblema de la vida de MJ: sin privacidad, rodeado de gente que lo trataba de proteger y manejando súper autos. Como lo era esa Ferrari.
En la actualidad es común ver modelos de Ferrari que no sean rojos. Pero a principios de los 90, ver una Ferrari negra era una rareza reservada para pocos. Era una 512 TR, con la patente M-AIR-J, la primera evolución que la casa de Maranello hizo de la emblemática Testarossa. Jordan compartió ese modelo con Diego Maradona, quien también por esos años tuvo uno similar y del mismo color.
Se fabricaron sólo 2.261 unidades entre 1991 y 1994. Portaba un motor V12 de 4.9 litros y 428 caballos de potencia, y el color de la tapa de válvulas (roja) le dio el nombre de Testarossa. Aceleraba de 0 a 100 kilómetros por hora en 4,8 segundos y alcanzaba los 314 km/h. También tuvo una Testarossa original, en el color rojo que mayormente se le vio.
Ya fuera de las canchas, en su etapa de empresario, otra Ferrari que manejó Jordan es la 599 GTB Fiorano, una de las ediciones limitadas que se produjeron en Maranello y MJ tuvo una de las 599 que salieron a la venta. Se trató de otro diseño de Pininfarina, producido entre 2006 y 2012, con un impulsor V12 de 6 litros, cuatro válvulas por cilindro y 670 caballos, el mismo que se utilizó en la Ferrari Enzo. Una bestia. La de MJ era de color plata, el mismo que tenía uno de los primeros Corvette que tuvo.
La seducción alemana
Un joven Jordan, de 20 años, posó con su Mercedes-Benz SL 300 descapotable, cuya patente era UNC-23; era el final de su carrera colegial, y la chapa sintetizaba lo que el 23 representaba para el equipo de básquetbol de la Universidad de North Carolina. MJ los había llevado al título nacional de la NCAA en 1982, en una recordada final contra Georgetown disputada en el Superdomo de Nueva Orleans: 61.612 personas vieron, esa noche, cómo los Tar Heels vencían 63-62 a los Hoyas de Georgetown con un doble suyo a 14 segundos del final.
Ese Mercedes fue el primero de varios que disfrutó Air. Su preferencia con el paso de los años se fue volcando a los AMG, la división de alta performance de la marca de Stuttgart. Así se lo vio con una coupé de 612 caballos como la CL65 AMG, producida entre 2006 y 2010. Pero la verdadera preferencia de MJ, la de los súper deportivos, se observó con otros dos exponentes de la casa germana. El SL55 AMG es la versión más radical de la familia SL (presentada en el Salón de Frankfurt de 2001), que fue lanzado en 2003 y provisto de un V8 capaz de bombear 493 caballos de fuerza.
El SLR 722 McLaren es el tope de la gama Mercedes de Jordan. La simbiosis entre tecnología alemana y furiosa flema británica, la misma que llevó a la escudería McLaren a dominar la Fórmula Uno. Es una de las ediciones especiales que se lanzó (la otra fue la Stirling Moss, en homenaje al ex piloto de F-1 recientemente fallecido) en 2004, con un motor de 650 caballos. De la familia SLR sólo se produjeron 1700 unidades. Una de ellas la tuvo MJ.
También desde Alemania lo sedujo otro auto icónico, como el Porsche 911. Probablemente rankeado entre los deportivos más bellos, Jordan sucumbió ante su particular belleza, tanto que tuvo varios. El amor por el Porsche 911 lo llevaron a comprar el GT2 R5, el GT3 RS 4.0. y el 911 Turbo, todos vehículos radicales con motores de entre 400 y 700 caballos. Si Air era indomable en las canchas, se podía esperar que buscara lo mismo en el momento de pisar el acelerador.
En una publicidad de una marca de ropa interior (Hanes), Jordan compartió cartel con Charlie Sheen, quien le hablaba a Su Majestad mientras éste estaba sentado en un Aston Martin DB7 Volante. Un auto excepcional que cautivó al jugador, que compró cuando se jubiló por segunda vez, en 2003, al retirarse definitivamente tras su corto paso por los Washington Wizards. Lo llamativo de la compra de este coche es que MJ salvó a la compañía de la ruina financiera ya que envalentonó a muchos para adquirirlos.
Michael Jeffrey Jordan, el cuarto de los cinco hijos que tuvieron Raymond Jordan Sr. y Deloris Peoples; el chico que solía andar en bicicleta por las calles y parques de Wilmington; el basquetbolista que fue el mejor deportista del planeta; el emblema que es ídolo; el magnate de los 2,1 mil millones de dólares; el hombre que ama los autos.
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