El diseño italiano en su máxima expresión puesto al servicio de la industria automotriz. Tal vez no haya décadas más representativas de este concepto que las del 60 y 70. Fueron años impregnados de creatividad, en los que el incipiente protagonismo de los carroceros y diseñadores italianos marcó una época plena de innovación estilística, con trazos vanguardistas que buscaban ganarle al tiempo y codearse con el futuro.
Los estudios de Pininfarina, Bertone o Giugiaro, entre otros, son los creadores de los autos más sorprendentes del mundo. Y fueron mentores de las formas y los trazos más extravagantes, impensados para aquella época, ensayos que parecían incomprensibles, pero que en definitiva terminaron por imponer los conceptos más vanguardistas de la industria. Verdaderos abanderados de la idea de que todo era posible sobre cuatro ruedas.
Los 70 le depararon a la industria la irrupción de los ángulos rectos, las líneas filosas, grande superficies vidriadas y faros plegables. Lamborghini, Ferrari, BMW, por ejemplo, lo interpretaron a la perfección. También invadía el ambiente la llegada cercana del hombre a la Luna y varios se animaban a asociar algunos trazos con los del universo espacial. En ese contexto, y en plena abundancia de proyectos y prototipos, surge el Lancia Stratos Zero, una extravagante creación de Bertone.
El Stratos Zero fue presentado en el Salón de Turín de 1970, en una creciente crisis energética que empujaba a las marcas a buscar soluciones en materia de consumo. Pero su sorpresiva irrupción no sólo tuvo que ver con el diseño, sino también con las dimensiones: el Stratos Zero medía solamente 3,59 metros de largo y tenía 84 centímetros de alto. Es decir, apenas le llegaba a la cintura a cualquier persona de talla media.
Más allá de que el Stratos lleva la firma de Bertone, el responsable de los trazos fue un tal Marcello Gandini, que había sido rechazado por el propio Bertone años antes porque ya contaba nada menos que con Giorgetto Giugiaro. Cuando Giugiaro se fue a Ghia, Nuccio Bertone contrató a Gandini, que en su portfolio tenía ni más ni menos que la creación del Lamborghini Miura, uno de los deportivos emblema de todos los tiempos.
La gran curiosidad a primera vista que ofrecía el Stratos Zero era el habitáculo, y sobre todo su ingreso: el enorme parabrisas se levantaba íntegramente para acceder a una cabina de dos plazas, en donde la columna de la dirección se dobla hacia fuera para permitir que el conductor se siente. Ambos ocupantes van prácticamente acostados, a centímetros del piso.
Los neumáticos simulaban por tamaño a los de un auto de competición, y en la parte trasera bajo una tapa de motor de diseño también futurista escondía un humilde 1.6 de sólo 132 caballos. Si bien el Stratos Zero sólo quedó en un prototipo de impacto mundial, luego dio origen a uno de los míticos modelos de la historia del automovilismo, el Lancia Stratos.
Tras la presentación del prototipo, Lancia le encargó a Bertone un nuevo deportivo para competir en el Campeonato de Mundo de Rally, lo que derivó en el Stratos HF Stradale y su versión de competición, con el que la marca logró varios Campeonatos del Mundo. Medios europeos relatan una conocida anécdota: cuando Nuccio Bertone llegó a la sede del equipo de Lancia conduciendo el Stratos Zero, logró pasar por debajo de la barrera de entrada por la insólita altura del modelo.
Aquel prototipo único que fue presentado en color bronce luego fue pintado de plateado y durante décadas lució así, hasta que en el año 2000, en una restauración hecha por Bertone, recuperó su color original. Tras permanecer años en la colección del carrocero, cuando éste quebró el Stratos Zero fue puesto a la venta: lo subastó RM Sotheby’s en 2011 por 761.600 euros.
Su génesis “espacial” le dio protagonismo al Stratos Zero nada menos que en la exitosa película Moonwalker de Michael Jackson, en 1988. Luego de 18 años de su aparición en Turín, la criatura de Bertone seguía siendo de lo más futurista concebido sobre cuatro ruedas, a tal punto que fue el modelo elegido por el extravagante Rey del pop para transformarse cuando huía de sus perseguidores. Sí Jackson debía elegir un vehículo con el cual generar una metamorfosis y ése fue el Stratos Zero. Se dice que para aquel rodaje fabricaron tres réplicas, porque Bertone se negó a vendérselo al artista a pesar de su caprichoso pedido.
Se lo vio por última vez en 2018, en el Concorso d’Eleganza Villa d’Este, una prestigiosa muestra de clásicos, donde causó sensación como en cada una de sus exposiciones alrededor del mundo. Nacido para llamar la atención, es uno de los grandes hitos del diseño automotriz. Y a 50 años de su aparición aún sigue desafiando al futuro.
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