Jon Hilton es un ingeniero británico que, en su perfil de Linkedin, muestra el recorrido circular de su trayectoria laboral. Comenzó en 1982 en Rolls-Royce; desde 1991 se involucró en la Fórmula Uno al trabajar en Cosworth, Arrows y Renault; entre 2007 y 2019 pasó por diversas empresas de ingeniería automotor; y desde el año pasado volvió a estar en contacto, aunque en forma indirecta, con lo más pomposo del lujo inglés, una elite en la que están los modelos de Rolls-Royce: es el responsable técnico de Lunaz Design, una start-up que tiene la misión de convertir clásicos de la industria en autos eléctricos.
Se trata de una iniciativa que llega para darles continuidad sustentable a modelos icónicos del siglo 20. Justamente son autos que nacieron en tiempos en los que no se le daba mucha importancia a la problemática contaminante, al control de emisiones y a las consecuencias de portar motores ampulosos, como lo son muchos de esos mismos vehículos. De acuerdo a los primeros trabajos que realizaron, es una forma amigable para el medio ambiente de estar al volante de clásicos exponentes de la altísima gama británica.
Es que, según lo informaron en sus redes sociales, Lunaz ya tiene a disposición modelos de Jaguar, de Rolls-Royce y de Bentley. “Abrigamos un profundo deseo de garantizar que los autos clásicos permanezcan en nuestras calles para que las futuras generaciones sean dueños, experimenten y adoren”, explica la empresa.
Hilton, con su bagaje en la Fórmula Uno, está al mando de un equipo que reunió recursos con experiencia en Aston Martin, Ferrari, Ford, Jaguar, Volkswagen, McLaren y Rolls-Royce.
El punto de partida es, justamente, el tren motriz eléctrico usado por esta firma para darles nueva vida a los autos clásicos. A su vez, Lunaz asegura que los vehículos están completamente restaurados para garantizar que todos los componentes mecánicos restantes se encuentren “en excelente estado de funcionamiento y con las más altas especificaciones de seguridad modernas”.
Hilton es la cara visible en la ingeniería de una empresa que fue fundada por el coleccionista David Lorenz, quien se inspiró en su primera hija para bautizar la firma: “Para Luna, mi hija, el hecho de no tener acceso a un auto como el Mercedes-Benz 190SL cuando esté en edad de conducir sería una tragedia”, explicó el dueño.
Más allá de haber comenzado con exclusivos modelos de Jaguar, Rolls-Royce y Bentley, el plan de Lunaz es desarrollar y fabricar un conjunto modular de componentes eléctricos y electrónicos que permitan convertir automóviles con motores de combustión de muchas marcas diferentes. Lo dicho por Lorenz al referirse a uno de los descapotables más emblemáticos de Mercedes-Benz es la comprobación de ello.
Además de electrificarlos, la conversión de los autos incluye una actualización del diseño de los habitáculos, aunque manteniendo la estética original, y dotar a los vehículos de nuevos sistemas de calefacción y aire acondicionado, así como sistemas de navegación por satélite, Wi-Fi, comunicaciones y entretenimiento.
Los primeros trabajos que difundió Lunaz se hicieron en verdaderas naves insignias: dos Rolls-Royce, un Phantom V de ocho plazas de 1961 y un Silver Cloud de 1956, ambos equipados con sendos paquetes de baterías de 120 kWh; un Jaguar XK120 de 1953 con baterías de 80 kWh, y un Bentley Continental Flying Spur de 1961.
Jaguar ya tiene un modelo eléctrico de producción en el mercado, el SUV I-Pace, que además fue el ganador del auto del año en Europa en 2019. Y si bien se trata de una marca con especial apego por lo refinado de su diseño, es difícil de resistirse a la belleza del XK120, un biplaza que es un derroche de estilo. En este caso, Lunaz se encarga de dotar este auto con dos motores eléctricos gemelos de 280 kW (375 CV) de potencia que ofrecen un torque de 700 Nm. Originalmente, portaba un V6 de 212 CV.
Rolls-Royce, por el momento, dispone de un prototipo lanzado en 2016, el Vision Next 100, una denominación que responde además a la línea utilizada para la electrificación por BMW, propietaria de la marca británica. Con ese auto se anticipa el futuro de RR aunque los planes de llevarlos a la producción aún no están del todo claros.
El Vision tiene las formas históricas de las grandes naves de Rolls-Royce, con la diferencia de contar con disruptivas formas futuristas. Pero la esencia de la misma. Por eso, la propuesta de Lunaz es darles a viejos modelos de la marca una modernización en la planta impulsora, un retoque en el interior y salir a las rutas con un tanque de movilidad sustentables y silenciosa, la característica de los motores eléctricos. Tanto el Phantom V como el Silver Cloud originales portaban el mismo impulsor V8 de 6,2 litros.
Lo mismo sucede con el Bentley Continental Flying Spur, otro que traía un V8 de 6 litros, en el que también trabajaron en la empresa conversora de estos clásicos. Como Rolls-Royce, esta marca británica integra un emporio alemán, en este caso Volkswagen. Y en 2019 presentó su prototipo EXP 100 GT, una berlina que muestra el futuro electrificado de su gama. Pero un enchufable de producción aún no tiene, por lo que la opción de Lunaz es la más cercana a ello.
En Lunaz Design afirman que no pretenden especializarse en ninguna marca, por lo que adaptan su propia tecnología a tantos vehículos como les sea posible. Para ello, explican, eligieron un proveedor de motores eléctricos que ofrece una gama con formas y características muy similares, pero cubren el rango de 135 a 590 caballos de potencia.
Todos los trenes de potencia están controlados por una Unidad de control de chasis (CCU) desarrollada y programada internamente. La CCU es el epicentro de la tecnología eléctrica de esta joven compañía, lo que les permite programar exactamente la funcionalidad que necesitan, permitiendo que un auto clásico goce de funcionalidades como la frenada regenerativa, el control de tracción o el control de crucero.
También permite enviar información al tablero de instrumentos para mostrar la velocidad, las revoluciones, las temperaturas y reutilizar, por ejemplo, el indicador de combustible para mostrar el estado de carga de la batería. Lunaz dice que desarrollan sus propios paquetes de baterías con el objetivo de contar con aquellas de mayor tamaño.
"Al usar un diseño modular que nos permite colocar las celdas de la batería justo donde las queremos, podemos usar todo el espacio disponible en cada automóvil. Es común que nuestros vehículos tengan dos paquetes de baterías, uno en el compartimento del motor y otro debajo del baúl donde solía estar el tanque de nafta", explican en su web.
Lunaz asegura que utilizan solo celdas de batería nuevas de fabricantes acreditados que venden piezas similares a los principales fabricantes de automóviles. "Nunca utilizaremos una celda con una expectativa de vida de menos de 1.000 ciclos de carga y descarga completos". Por ende, se prevé una importante vida útil de las baterías: explican que el alcance en uso normal de cada carga suele superar los 402 kilómetros, por lo que la duración mínima de la batería equivale a 402.000 kilómetros.
La start-up con sede en Silverstone trabaja con autos de alta gama que nacieron como tales y, eléctricos, mantendrán dicha característica. Por eso, para acceder a uno de sus modelos hay que pensar en cifras cercanas a los 440 mil dólares. Porque un Rolls-Royce, un Jaguar o un Bentley debe ser siempre responder siempre al mismo adjetivo: exclusivo.
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