La cuenta de Instagram del Museo Alfa Romeo publicó, algunas semanas atrás, una serie de fotos de un bello deportivo, la Diva. Eran siete imágenes del auto que estaban acompañadas por la siguiente leyenda: “Pocos la han visto antes porque estuvo mayormente guardada en el depósito del museo”. La semana siguiente, la coupé ya pasaba a formar parte de la muestra que la marca tiene en la ciudad italiana de Arese, en la región de Lombardía, y que se montó en las instalaciones de una vieja fábrica de la empresa.
Se trató de uno de los últimos actos públicos antes de que, en esa misma zona, se desatara un verdadero desastre sanitario por la pandemia del coronavirus. El auto, y tal como se deslizó casi a modo de sincericidio con el texto oficial de Alfa Romeo en sus redes sociales, no fue bien reconocido por la propia marca durante mucho tiempo. Y ahora que volvió a ver la luz, 14 años después de haber sido presentado como prototipo, es tiempo también de contar la historia de un modelo que tiene el sello argentino de Juan Manuel Díaz, quien hoy es diseñador estrella de Audi pero que empezó su carrera europea en la casa italiana.
“Es un auto que estuvo proscripto”, afirma Díaz desde Alemania. Este rosarino de 45 años es uno de los responsables del área de diseño de alta performance de Audi. El R8 Spyder, el deportivo que conduce Robert Downey Jr. en su rol del magnate Tony Stark en la saga cinematográfica de Iron Man, es una de sus grandes creaciones en la marca germana. Y en Alfa Romeo se llevó el crédito por uno de sus modelos más exitosos de los últimos años, el MiTo, que aún se ve circulando por las calles argentinas.
Claro que antes de dar a luz el MiTo, Manu Díaz participó de otros proyectos y siempre con un rol protagónico. Uno de los que más recuerda, “por lo bizarro del proceso de construcción del auto”, es la Diva. Un modelo que, durante su gestación realizada en un marco hasta de secretismo para que no lo vetaran, fue mirado de reojo puertas adentro de la marca italiana, por el que sólo unos pocos apostaron y que por ello fue ignorado hasta el límite del oscuro ninguneo cuando se necesitaba que le apuntaran las luces para que brillara en su presentación, en el Salón de Ginebra de 2006, cuando ni siquiera le permitieron compartir el stand de Alfa Romeo, sino que debió hacerlo mezclado entre prototipos de una escuela de diseño.
Casi como un correlato de lo sucedido con el auto, Díaz tampoco recibió un trato amable de Alfa. “Me sorprendió la aparición del auto en el museo. No sabía nada de que iba a estar en exhibición”, admite el rosarino en diálogo con Infobae desde su casa familiar en Munich, Alemania, donde cumple con el trabajo diario in-house en medio de la cuarentena por la pandemia del coronavirus, que en aquel país se cumple con parámetros algo más laxos que en la Argentina, tanto que incluso a sus habitantes les permiten salidas recreativas en parques, siempre que no sean extensas.
La reciente presentación de la Diva en el museo estuvo a cargo del polaco Zbigniew Maurer, quien fue compañero de Díaz en aquellos años en Italia y sigue trabajando en la marca perteneciente a FCA (Fiat y Chrysler). “La Diva fue un auto muy resistido en Alfa Romeo. De hecho, el departamento de Marketing de aquel entonces no quería que lo construyéramos”, cuenta el argentino. Y amplía: “Maurer tomó la posta del diseño original de Filippo Pierini (se fue a Lamborghini). Pero no había dinero para hacerlo, no contábamos con presupuesto. En Alfa, al menos en el tiempo en que estuve yo, siempre tuvimos que rascar el fondo de la olla como locos para llevar adelante un desarrollo. Con sólo pensar que la Giulietta, un auto muy exitoso y en el que había expectativas, ya estaba listo para producirse en 2006 y fue presentado recién en 2010”.
Allí empezó un camino de trabajo por demás artesanal que guarda un espacio sentimentalmente agraciado en la bitácora de Díaz. Fue uno de los últimos en construirse con el método tradicional italiano, moldeado en yeso y esculpido a mano. En medio de la gestación, el proyecto se estancó por más de un año, hasta que lo reanudaron sin que lo supiera el área de Marketing, que no veía con agrado cualquier cosa que fuera diferente a la posición que tenía que tener Alfa Romeo en el mercado de aquella época.
“Fue en 2005 -recuerda-. Yo estaba bastante desbordado trabajando con el MiTo. Al salir de una reunión, me dicen: ‘Anda a tu casa a armar la valija que nos vamos a Suiza’. Yo no entendía nada”. Los esperaba el atelier del diseñador ítalo-suizo Franco Sbarro, adonde se completó el proyecto. “El modelo que retomamos tenía muchas líneas me pidieron de suavizarlo y con ese objetivo nos pusimos manos a la obra”.
Y el “manos a la obra” fue literal. “Era todo muy bizarro. Trabajamos en yeso. Estuvimos cuatro días para modificar un lateral, el posterior estaba incompleto, había que rehacer el techo porque tenía un corte de ventana distinto. Empezamos un lunes y teníamos hasta el jueves al mediodía para completarlo. Trabajamos a destajo”, aporta Díaz, entre sonrisas.
Ya no estaba Maurer a cargo del proyecto sino Wolfgang Egger, quien años después terminaría llevando al argentino a trabajar consigo a Audi. Juan Manuel Díaz fue el encargado de darles los toques finales al auto. Eso fue en noviembre de 2005. En marzo de 2006, la Diva fue exhibida mundialmente como prototipo en el Salón de Ginebra pero como parte de la escuela de Sbarro.
“Se lo presentó con una calidad bastante baja, no acorde con una fábrica de autos, pero porque fue la forma en que tuvimos que trabajarlo, a escondidas. Y fue exhibido en el stand de Sbarro porque no permitieron hacerlo en el de Alfa. Ni tenía el interior terminado y por eso estuvo siempre cerrado. Y aun así fue un éxito en Ginebra”, indica este rosarino hincha de Central.
Fue después de esa experiencia que los últimos retoques se hicieron en Carrozzeria Touring, una afamada empresa de Milán, que lo dejó listo para su siguiente aparición pública: el Concorso D’Eleganza de Villa D’Este, una tradicional muestra italiana que se realiza desde 1929. “El interior lo trabajamos con pedazos de mallas de alambre, no nos volvimos locos haciendo la típica modelación en 3D porque tenía que ser un auto de carreras”, se sincera el argentino.
El resultado fue un deportivo biplaza, de casi 3,9 metros de largo y 1,2 metro de alto, con un motor central V6 de 3,2 litros de cilindrada y 290 caballos de potencia que le permitía desarrollar una velocidad máxima de 270 kilómetros por hora. Pero lo que más atrae es su concepto de belleza compacta, con las líneas justas, con el diseño apropiado.
En aquel entonces, el auto fue premiado en Villa D’Este y Díaz fue el encargado de recibir el halago en la ceremonia. “Lo llamativo es que en la presentación del museo, Maurer no me nombró a mí, como tampoco a Egger ni a Pierini. Pero lo importante es el reconocimiento de que la Diva está en el lugar que merece. Fue un hijo no reconocido, en el museo de Alfa hay modelos de estudiantes y no tenía sentido que la Diva no estuviera allí. Por eso hoy me siento orgulloso, pese a todo”.
La Diva terminó siendo un one-off, es decir un único modelo. Durante años fue utilizada como estudio por Elasis, una sociedad de ingeniería del grupo Fiat para desarrollar las nuevas tecnologías digitales y sistemas de control avanzados. Por eso no fue casual que su diseño se encontrar en la Alfa Romeo 4C Concept. “Aunque no tuvo la misma fuerza que la Diva”, defiende el argentino a su coupé.
Y es que merecidamente es la siente como propia. “Ocupa un lugar muy importante en mi carrera este auto. Sin dudas que el más ambicioso fue el MiTo, pero la Diva fue un proyecto soñado y se hizo de una manera tan artesanal que aprendí un montón. Era a los bifes, como en la artesanía italiana de los años 80, tanto que los faros los hicimos cortando 15 caños en formas oblicuas. Eso esa experiencia fue única. En ese momento despotricaba, pero ahora, al verlo, 15 años después, es increíble”, sentencia, orgulloso, este rosarino que ya dejó su huella en la industria automotriz europea, pero aún tiene mucho más para dar...
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