A fines de los años 70, la firma británica Aston Martin, uno de los fabricantes de automóviles con más historia, tomó la iniciativa de demostrar su potencial de desarrollo con un modelo de avanzada, a tono con la súper deportividad que desde hacía algunos años imponían Lamborghini con su rutilante Countach, Ferrari con la 512 BB o BMW con el imponente M1.
En ese contexto, en 1979, la firma presentó su flamante prototipo denominado Bulldog DP K9, diseñado nada menos que por Williams Towns, el mismo que había creado las fabulosas líneas del modelo DBS de los años 60 y la segunda serie del Lagonda, aunque esta nueva creación nada tuvo que ver con aquellos diseños sensuales y atractivos. Fiel a la tendencia de la época, la forma extrema de cuña del Aston Martin apuntaba a posicionar la marca como innovadora, vanguardista, no sólo capaz de fabricar autos bonitos. De hecho, la idea era producir entre 15 y 20 ejemplares del Bulldog para clientes muy especiales.
Lo cierto es que Aston Martin, fundada en 1913, acarreó durante gran parte de su historia enormes desajustes financieros, hasta la llegada de Ford en 1987. Y de ese contexto no quedó exento el proyecto del Bulldog: sólo llegó a fabricarse una unidad antes de que la crisis de principios de los 80 paralizara las líneas de producción de la casa de Gaydon. A partir de 1981, cuando el magnate petrolero Victor Gauntlett compró una participación del 10% de la compañía y tomó la presidencia, una de sus primeras decisiones fue desechar el proyecto del Bulldog, que además se vendió en busca de liquidez –se dice que habría terminado en Emiratos Árabes-.
Aunque los planes no salieron como estaba previsto, el Bulldog era realmente veloz para la época. El proyecto había sido preparado para poner a la marca como referencia en deportividad y había una meta concreta que cumplir en pista: alcanzar los 322 km/h. El modelo estaba equipado con un motor V8 de 5.3 litros, con dos turbos, y tenía una potencia de alrededor de 600 CV. Antes de que se paralizara el programa, en 1980, los pilotos de prueba de Aston Martin llevaron el Bulldog hasta los 307 km/h en la pista de Midwest International Racing Association. Pero teóricamente el modelo era capaz de llegar sin problemas los 322 km/h. Su venta en 1982 impidió conseguir aquella marca.
Según trascendió en los medios británicos especializados, ahora la firma Classic Motor Cars (CMC) se encargará de restaurar el Bulldog para finalmente batir aquella marca que el fabricante no logró alcanzar en la época. “Queremos devolver el coche a su configuración original, pero quizá incluyamos componentes modernos y tecnología que mejore la fiabilidad del modelo. Por encima de todo, queremos mantener la arquitectura original a nivel de ingeniería, así como la estética”, afirmó Nigel Woodward, director de CMC.
Se estima que la restauración que devolverá el prototipo a su estado original durará alrededor de un año y medio. Entre otros detalles, el modelo no tenía espejos retrovisores, y éstos supuestamente fueron colocados por el coleccionista de Medio Oriente que lo tuvo en la década de los 80. Además, el original era gris y blanco, y no verde; y tenía un interior de color negro en lugar de marrón claro.
"Ahora mismo estamos asumiendo que nada funciona en el coche original, y cuando lo desmontemos estoy seguro de que nos encontraremos todo tipo de retos. Tenemos una gran cantidad de documentación sobre el coche y estamos trabajando con los ingenieros que lo fabricaron, pero hay mucha más información que nos gustaría saber", agrega el director de CMC.
El especialista británico no duda, además, en pedir cierta ayuda a los fanáticos de todo el mundo para su restauración: “Si alguien tiene alguna información o fotografías de época, nos encantaría saber de ellos para poder agregar al material de archivo. […] Es un gran honor para CMC ser elegido para restaurar un icono tan famoso de Aston Martin”, pide.
Por delante está nada menos que el desafío de poner a 322 km/h un modelo único creado 40 años atrás. Si bien hoy ese límite es cómodamente alcanzado por cualquier deportivo, en aquella época el objetivo de Aston Martin fue realmente ambicioso. Y de haberlo cumplido hubiera conseguido tener el auto más rápido del planeta. Ese título lo consiguió Ferrari, siete años más tarde, nada menos que con su F40, que llegó a 325 km/h. El Bulldog tenía todo para brillar.
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