El largometraje Ford vs. Ferrari (o Le Mans 66) que recientemente ganó dos Premios Oscar no sólo llevó a la pantalla grande una de las hazañas automovilísticas más sabrosas del siglo pasado: la victoria del Ford GT sobre las Ferrari hegemónicas que dominaban en el mítico trazado francés. La película, logradísima en la puesta en escena de las tomas de competición, también le sacó brillo a un personaje ignoto para la mayoría: el piloto Ken Miles, encarnado por Christian Bale.
Miles, un ex combatiente de la Segunda Guerra Mundial y mecánico de tanques, despuntaba sus vicios como piloto de cabotaje en los circuitos californianos cuando Carroll Shelby, conocedor de sus habilidades conductivas y su instinto para poner a punto los autos, lo rescata para encarar la hazaña que Ford Motor le había encargado: desbancar a Ferrari en la carrera más importante del planeta. Miles no sólo fue el piloto que llevó adelante la estrategia de Shelby, sino que además ganó en Le Mans en 1966, aunque el triunfo oficial –en polémica decisión- luego quedó para Bruce McLaren.
Miles literalmente volaba en la pista. Además de ser el único piloto en ganar el mismo año las tres carreras de larga duración más importantes, 24 horas de Le Mans, 24 horas de Daytona y 12 horas de Sebring, su prontuario automovilístico abrumaba con hazañas en los escenarios vernáculos.
El 14 de febrero de 1965, en un antiguo trazado texano denominado Green Valley Raceway y desaparecido en 1986, el británico Kevin Miles voló. Aquella vez condujo a la victoria un Shelby GT350R blanco recientemente preparado junto a su amigo y constructor, Carroll Shelby. Y lo hizo con su estilo vehemente: a punto de adjudicarse la carrera el Mustang de Miles se levantó por el aire y la toma pudo ser captada con precisión por un fotógrafo. La imagen, con las cuatro ruedas del Mustang levantadas del suelo, inmortalizó aquel momento, dio la vuelta al mundo y le dio inicio al mito del “Mustang volador”.
Luego de un largo derrotero, ese Mustang Shelby GT350R fue recuperado en 2010 por el coleccionista John Atzbach, un amante de los Shelby, y le encargó entonces la restauración a Thoroughbred Restorations para que volviera a lucir totalmente original, como en la época de la hazaña.
Concluida la tarea, ahora este modelo saldrá a la venta en una subasta de Mecum, la Original Spring Classic, que se celebrará en Indianápolis en junio. Allí se espera que este Shelby único por su prontuario de competición supere en el arranque de la puja el millón de euros. Eso lo pone con posibilidades de desbancar al Mustang más caro de la historia, el GT original de 1968 que condujo hábilmente Steve McQueen en la película Bullitt, y por el que a principios de este año se pagaron 3 millones de euros también en una subasta de Mecum.
El año pasado, también en una subasta en Estados Unidos, la misma casa de apuestas vendió un Shelby Super Snake de 1967 por 2 millones de euros. No son pocas las cualidades de esta pieza histórica y gloriosa como para superar esas cifras. El Mustang de Miles con el chasis 5R002 fue el primer GT350R construido por Shelby y el segundo GT350 fabricado en general.
En comparación con las versiones de calle, este GT350R contaba con una suspensión reajustada, un motor Ford V8 modificado de 306 caballos, paneles de fibra de vidrio y un interior despojado de todo lo prescindible y equipado con una jaula antivuelco completa para cumplir con el reglamento de competición.
La trayectoria de Miles fue efímera. El piloto y mecánico perdió la vida a los 48 años, en pleno apogeo, probando el heredero del Ford GT40 para su amigo Carroll Shelby, de cara una nueva hazaña proyectada para Le Mans 1967. Luego de más de 50 años, el reconocimiento que parecía esquivo para Miles apareció de la mano de Hollywood. Y ahora el Mustang volador llega para sumarle otro capítulo épico a una de las leyendas más lindas del automovilismo.
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