Alfredino “Dino” Ferrari fue el único hijo legítimo de Don Enzo. Desde chico recibió la mejor educación posible porque Enzo Ferrari deseaba formarlo como su sucesor al frente de la escudería que había creado. Aquella formación, que incluyó a la escuela de ingeniería en Suiza, empezaba a darle atribuciones y responsabilidades a Dino dentro de la empresa a pesar de su corta edad.
Dino, de hecho, fue el responsable de la creación de los motores V6 que Ferrari empezó a utilizar a mediados del siglo pasado. Tanto su hijo como el famoso ingeniero Vittorio Jano presionaron a Enzo Ferrari para que produjera allá por la década del 50 una línea de autos, de calle y competición, equipados con motores V6 y V8.
Jano, un extraordinario y reconocido ingeniero, significaba en Italia lo que Ferdinand Porsche en Alemania. Y acarreaba en su frondoso currículum haber llevado a Alfa Romeo a la cumbre entre 1920 y 1930. Se lo conocía, además, como el “padre” del automovilismo deportivo italiano de la época. Aquella idea de Dino y Jano, entonces, sería el embrión para producir luego una gama de vehículos de menores costos, y competir en un rango inferior tal cual lo había hecho Porsche con el 914.
Pero la desgracia cruzó en pleno proyecto a la familia Ferrari. Alfredo, como se llamaba en honor a su abuelo, murió el 30 de junio de 1956, con tan sólo 24 años, luego de sufrir una distrofia muscular. No llegó a ver en funcionamiento a sus Dinos, pero sí discutió desde el hospital los detalles técnicos del motor V6 junto con el ingeniero Jano. Por supuesto, la partida de su único hijo afectó notoriamente a Enzo Ferrari: muchos dicen que allí empezó su pronunciado declive moral y que por eso usó gafas oscuras el resto de sus días.
Pero allí empezó a surgir un nuevo emblema: Dino. La marca que luego fuera creada en honor al hijo de Enzo Ferrari nacía enfocada en los deportivos más accesibles, equipados con aquellos motores V6 y V8 ideados por Dino y desarrollados por Jano, que además comenzaban a ser clave en el terreno deportivo. El primer gran logro: en 1960 Mike Hawthorn consigue el Campeonato del Mundo de Fórmula 1 sobre un monoplaza 256.
La nomenclatura usada en aquella gama resumía la cilindrada del motor y la cantidad de cilindros: el Dino 246, por ejemplo, un deportivo con motor de 2.4 litros y 6 cilindros, fue el primero en ser producido a gran escala. Y aún hoy es considerado por muchos especialistas como uno de los mejores deportivos de todos los tiempos, y en la cumbre de las mejores Ferrari de la historia.
Al 246 Dino le decían la mini Testa Rossa, por tener un chasis más chico que la popular Ferrari, y por su motor de menor cilindrada. En 1958, Ferrari participó del campeonato de sports con una variante del 246, la S, que tenía motor de 3 litros y 300 caballos, pero el modelo no era tan confiable y por lo tanto no resultó muy exitoso. El Ferrari Dino 246 era muy pesado y ganaba solo en circuitos largos y con pocas curvas sólo porque tenía motores más potentes que sus rivales.
Como homenaje a su hijo, Don Enzo permitió que el ya prestigioso diseñador Sergio Pininfarina construyera un prototipo para el Salón de París de 1965, y le exigió que solamente llevara el emblema “Dino”. Las crónicas de la época cuentan que la gran respuesta de público, empujó a que aquel Dino entrara en producción en Maranello. Fue el Dino 206 GT, que finalmente se lanzó a principios de 1968, con motor V6 central ubicado transversalmente, toda una novedad para la marca.
Aquel 206 también fue un ensayo para Ferrari, porque a Don Enzo no le cerraba la idea de producir vehículos con motores centrales: le parecían que podían transformarse en inseguros ante conductores amateurs. Los avances de otras marcas con esa mecánica, como Lamborghini con la presentación del Miura, doblegaron esa resistencia inicial.
Finalmente, en 1969, y creada por Enzo Ferrari, nace Dino como submarca de Ferrari. Aquellos modelos equipados que pertenecían a esta gama llevaban el emblema “Dino” en lugar del Cavallino Rampante. Se trataba de los deportivos con motores V6, pero también los que equipaban V8, como por ejemplo los 308 GT4 y 308 GTB. La división continuó hasta 1976, cuando Ferrari decidió volver a unificar la insignia para todos los productos de Maranello. El mito continuó. Y la tristeza infinita de Don Enzo también.
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