En el mundo motor, el del caucho besando el asfalto, se puede aplicar el verbo “volar” como una metáfora ilusoria de cómo un vehículo puede alcanzar una velocidad tal que genera una sensación superior a la de rodar y, desde una pretendida poesía fierrera, se despega del suelo para suspenderse en el aire. Sucede que están los que recitan la poesía, meros repetidores de experiencias ajenas, y los que la escriben, seres capaces de trascender la metáfora. Es de ese modo que los amantes de las motos observan a Ludovic Lazareth, un francés que se hizo conocido por haber hecho tangible lo que para muchos se trataba de un simple giro literario: Lazareth consiguió que una moto pudiera volar.
Pero como consiguió que una volara, en el sentido literal de la definición, también fue capaz de sobre una estructura sostenida en el cuerpo de una moto generar la sensación de volar sin despegarse del piso, porque una de sus joyas está impulsada nada menos que por un motor naftero Maserati V8, de 470 caballos. Una motocicleta que casi duplica la potencia de la pick up mediana con propulsor más generoso del mercado argentino, la Volkswagen Amarok, que tiene 258 CV.
Lazareth no es un fabricante de vehículos; es el equivalente a un lutier capaz de darles a sus rodados una forma salvaje acompañados por la más maravillosa música. Se inició como preparador de motos pero también de autos, después de haberse formado en la academia de diseño del ítalo-suizo Franco Sbarro, una eminencia en Europa y de quien se considera discípulo.
En 2005, 13 años después de haber egresado bajo la tutela de Sbarro, consiguió establecer su apellido como marca y empezó con la producción de sus modelos tan potentes como exclusivos y excéntricos. Alrededor de un centenar de diferentes tipos de vehículos han surgido desde entonces. La empresa ahora está compuesta por una oficina de diseño y varios artesanos especializados.
Sin dudas que la más llamativa de todas es la LMV496. Con ella, Lazareth se sumó a la moda de los vehículos aéreos con el lanzamiento de la primera moto voladora. Tiene un cuerpo fabricado en compuesto de carbono Kevlar que oculta el tanque de queroseno con el que consigue una autonomía de vuelo de unos diez minutos.
Sobre el asfalto, la LMV496 es una motocicleta eléctrica con una autonomía de 100 kilómetros y en la que posición de conducción y la suave dirección ofrecen un excelente agarre. Tiene un cuerpo fabricado en compuesto de carbono Kevlar que oculta el tanque de kerosene con el que consigue una autonomía de vuelo de unos diez minutos.
Para disponerse a volar, las cuatro ruedas, dos delanteras y dos traseras, se separan y se colocan en posición horizontal para que entren en acción las cuatro turbinas que consiguen elevar el vehículo. Lo consigue con el motor de 1.300 caballos con 2.800 Nm de torque. Para pasar de modo ruta al aéreo sólo hay que pulsar un interruptor en el tablero de instrumentos, donde el piloto puede ver todos los datos del vuelo: velocidad, altitud, posición, velocidad de la turbina...
Una vez compraba su eficiencia, Lazareth fabricó una serie especial limitada de cinco unidades del LMV496, con un precio cada una de 530 mil dólares. Y uno de los videos promocionales de la motocicleta tiene como protagonista al propio dueño de la marca, quien le pone el cuerpo a la mayoría de los institucionales; sucede que Ludovic Lazarteth tiene como otra pasión, además de la fabricación y customización de vehículos, que es el cine. De hecho, ha provisto de motos a diferentes producciones de la pantalla grande, entre ellas Babylon A.D., protagonizada por Vin Diesel, y Taxi 4, comedia de Luc Besson.
La LMV496 se inspira en un modelo anterior de la marca francesa, la LM847, una brutal dos ruedas que utiliza para propulsarse un motor V8 Maserati de 470 caballos, el mismo que portan los modelos Gran Turismo Coupe y Cabrio de la marca italiana.
Es una moto desproporcionadamente armónica. Porque es la imagen que trasunta al portar en su cuerpo un impulsor propio de un auto deportivo. Ese motor con tanta personalidad es el elemento básico de esta moto artesanal, y alrededor suyo se creó el resto. La Lazareth LM 847 cuenta con un chasis formado por elementos de carbono y aluminio y un basculante alargado para mejorar la estabilidad.
El bloque manda la fuerza a las dos ruedas traseras (hay dos en cada eje) y lo hace con una simple cadena para cada una. Además, cuenta con suspensiones muy específicas, discos de frenos delanteros perimetrales Nissin de 420 mm y discos traseros convencionales Brembo de 255 mm. El conjunto pesa 400 kilos, con lo que tiene una relación peso/potencia superior a 1/1. Al montarla, sólo hay que pensar en acelerarla y frenarla, porque tiene una marcha única, lo que facilita la gestión de semejante potencia.
En la gama de modelos creados bajo la marca Lazareth existe también un cuatriciclo, el Wazuma V8M, del que sólo se producirán diez unidades, numeradas, y con un precio que hace honor a esa exclusividad, alrededor de 215.000 dólares, similar a lo que cuesta una Ferrari. Es el último producto, por ahora, de este pequeño y exclusivo fabricante francés que tiene su sede en Annecy-le-Vieux, cerca de la frontera suiza, y que comercializa sus propios vehículos desde 2005.
¿Qué une a la LM847 y al Wazuma? El motor V8 Maserati de 470 CV, con el que acelera de 0 a 100 km/h en 4,2 segundos. Se caracteriza por un diseño en el que destaca el potente frontal con una gran parrilla cóncava, paragolpes de fibra de carbono y unos faros laterales oblicuos. .
El V8M se inspira en el prototipo Wazuma V12, equipado con un motor BMW de cinco litros y 12 cilindros en V con una potencia de 350 caballos y un peso de 500 kilos, que se construyó con fines publicitario y cinematográficos; de este modelo toma el diseño y la innovadora y atípica geometría con el diseño de las ruedas en W (de ahí Wazuma), con las dos delanteras separadas y las dos traseras gemelas, lo que ayuda a mejorar la estabilidad, algo imprescindible con una potencia de ese calibre.
Pese a su sobresaliente potencia, la geometría en W, la caja de cambios automática de seis velocidades y la dirección asistida hidráulica aseguran la estabilidad y seguridad, a lo que contribuyen también las suspensiones, independientes y de brazo oscilante, desarrolladas por el fabricante holandés TFX Suspension Technology, experto en amortiguación para motos. Para poder detener con seguridad esta bestia, el Wazuma V8M incorpora frenos de disco con pinzas en las ruedas delanteras y traseras y un sistema de balanceo, que se inspiran en los automóviles de Grand Touring. Y para mejorar el agarre calza llantas Michelin de 285 mm delante y 315 mm detrás, montadas con ruedas OZ Racing de 18 pulgadas.
La última creación de Lazareth es probablemente de las más modestas de su portafolio. La Lazareth LM 410 es una pequeña bestia de 200 caballos de potencia y 109 mil dólares de precio. Su fabricante es un francés que en sus alforjas cuenta con una serie de creaciones de corte extravagante, entre motos y autos, por lo que este nuevo vehículo, como otros que ya ha lanzado, viene en parte a ser una simbiosis del portafolio de modelos customizados que ofrece.
Tiene un diseño muy deportivo que destaca por su particular configuración de suspensiones con cuatro ruedas, dos adelante y otras dos detrás. Gracias a este concepto, la LM 410 es capaz de sostenerse parada por sí sola, y promete además una gran agilidad en curva gracias al diseño de sus suspensiones con capacidad para acometer giros con la misma inclinación que ofrecería una moto convencional.
Escribió una vez el poeta argentino Oliverio Girondo en Espantapájaros que no podía perdonarles a las mujeres, “bajo ningún pretexto, que no sepan volar”. Parafraseando a Girondo, las motos Lazareth vuelan, y a gusto del consumidor, se puede elegir por la que lo hace metafóricamente, sin despegarse del asfalto, o la que puede elevarse como Ícaro.
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