Ferruccio Lamborghini no llegó a conocer a su nieta Elettra, murió en 1993, un año antes de su nacimiento. Elettra es, ni más ni menos, quien hoy carga con el peso de un apellido ilustre en la industria automotriz mundial. Lejos de condicionarla o inhibirla, su cuna de elite la convirtió en una excéntrica heredera, amante del lujo y los excesos y también de las declaraciones estruendosas. Ese camino de derroches, su personalidad arrogante, su belleza y el poder de un apellido de la realeza automotriz configuraron un combo perfecto para su irrupción mediática. Y esta escalada en el mundo de la farándula tampoco parece tener límites.
En los 70, Ferruccio Lamborghini se retiró de la industria automotriz. El mundo ya conocía y valoraba a sus “toros”: el Miura era uno de los coches más deseados en la historia de la industria y el Countach se había convertido en uno de los principales objetos de deseo de la época. En pocos años, el constructor que se había iniciado en el mundo de los tractores había puesto en jaque a otro italiano, Enzo Ferrari, a quien desafió construyendo la factoría de Lamborghini en Sant’Agata Bolognese, cerca de Maranello, y a quien le robaba ingenieros para competirle en la concepción de los mejores deportivos del mundo.
Como todo imperio, el de Lamborghini también tuvo su decadencia. Comenzó a mediados de la década del 70, cuando la familia vendió su participación a Georges-Henri Rossetti y René Leimer, industriales europeos. Luego, en 1978, al filo de la quiebra, la compraron los hermanos Mimram para después vendérsela a Chrysler. En 1993, la adquirió Tommy Suharto, hijo del ex dictador indonesio, y posteriormente quedó en manos del grupo alemán Volkswagen, propietario actual.
A pesar de este derrotero de la empresa, la marca sigue construyendo súper autos de los más potentes, veloces y caros del mundo. Y el prestigio se revitaliza con cada deportivo que sale de la casa de Bologna. Elettra, cuyo segundo nombre es Miura en honor al emblemático modelo que fue fabricado entre 1966 y 1972, se convirtió -a pesar que la familia ya no posee acciones en la compañía- en una promotora constante de la marca. Pero a su manera: una de sus mayores pasiones es conducir alguno de sus innumerables Lamborghini y luego exponerlo en Instagram. “Tengo uno, dos, tres… no, no me acuerdo”, respondió cuando le preguntaron cuántos Lamborghini tenía.
Joven, bella y millonaria, esta It Girl nacida en 1994 en Bolonia fue incluso bautizada como la Paris Hilton trasalpina o la Kardashian italiana. Pero ella tiene otra percepción: “Paris y yo somos muy diferentes. Yo no acudo a todos los eventos que me proponen. Soy más selectiva”, dijo en una entrevista a una revista italiana.
“Yo soy diferente de mis hermanos –tiene cuatro, tres mujeres y un varón-, ellos son tranquilos, yo soy salvaje”, dice. Consecuente con su discurso, no tuvo objeciones en salir muy suelta de ropa en la edición italiana de Playboy y en la española Interviú. Luego reveló que quería ser actriz porno, pero más tarde lo desmintió. Y desde entonces tiene como objetivo convertirse en figura del mundo del espectáculo. Cada tanto se inclina por la actuación, pero recientemente incursionó con ímpetu en el mundo de la música. De hecho, acaba de ser una de las figuras del tradicional Festival de San Remo, ya tiene un disco y varios singles en el mercado con su género preferido, el reggaetón. También participó como coach en el programa La voz Italia.
Su salto en popularidad ocurrió luego sus apariciones en los reality “GH VIP”, en España, y “Super Shore” y “Riccanza” para MTV –también estuvo en GH Brasil-, donde además de protagonizar estruendosas peleas con sus compañeros, ventiló su riqueza y expuso los más de 20 tatuajes y 40 piercings que acumula en su cuerpo escultural. “Si no sales en televisión, no existes”, dice al respecto de sus apariciones en TV.
"¿Qué es el lujo? Es una pregunta extraña. Para mí es la normalidad". Ese suele ser el tono de muchas de las respuestas de esta heredera incorrecta que acaba de comprometerse con su novio Nick Van de Vak, DJ y productor holandés, a pesar de haber declarado abiertamente en Interviú que le "gustan muchachos y muchachas. Y que precisaría por lo menos trece temporadas para decidirse". Fue criadora equina profesional y ama los perros. “Tengo muchos caballos, el último fue vendido por 11 millones de euros”, explica y cuenta que dispone de cinco cuidadores para sus 10 perros.
No muestra pudor en repetir que no necesita trabajar para mantenerse cuando se le pregunta por su estilo de vida. “Trabajo, no. Con todo el respeto por los que trabajan, ahora tengo cosas que hacer relacionadas con mi figura y seguramente con la moda”, respondió en una entrevista. “No quiero recibir órdenes y no las aceptaría”, confiesa.
Irreverente, explosiva y “salvaje”, como ella misma se define, Elettra parece hacer conquistado a una gran audiencia del público europeo y por eso no para de desfilar por los programas de mayor rating. Su carrera acumula prestigio con tanto vértigo como los “toros” de su abuelo en los 60 y 70. El ímpetu parece estar en su ADN: “Nunca me ha pasado que no haya podido conseguir algo”, afirma.
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