Entre la habilidad y las sospechas de trampa: cómo hizo Tesla para valer más que Ford y General Motors juntas

Por la valuación bursátil ya es la segunda automotriz a nivel mundial, sólo superada por Toyota. Pero en 2019 vendió 367 mil vehículos, contra los más de 12 millones que sumaron los dos gigantes de Detroit. ¿Un éxito o una burbuja?

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Musk, además de Tesla, es el dueño de Space X, la empresa de desarrollos espaciales (Reuters)
Musk, además de Tesla, es el dueño de Space X, la empresa de desarrollos espaciales (Reuters)

Elon Musk ya envió una vez a Tesla al espacio, y no se trató de una metáfora: puso en órbita un modelo del primer Roadster que le pertenecía. En estos días, la industria automotriz discute cómo es que el magnate sudafricano consiguió elevar a niveles estratosféricos la valoración bursátil de su marca de autos, la segunda más valiosa del mundo, sólo superada por Toyota en los mercados y por encima de monstruos como Volkswagen, General Motors y Ford, entre otros, mientras que su volumen de ventas representa una porción pequeña, mínima, en la torta de ventas a nivel global.

Tesla alcanzó una valuación bursátil superior a los 140 mil millones de dólares, con un precio por cada acción rondando los 900 dólares. En octubre de 2019, se estimaban en 300 dólares cada una, es decir que se triplicaron en apenas tres meses. De este modo, Tesla ya casi duplica la capitalización de Volkswagen (alrededor de 91.000 millones de dólares) y la suma de Ford y General Motors (unos 84.000 millones de dólares). El límite se lo pone Toyota, por ahora inalcanzable, con un valor cercano a los 224.000 millones de dólares.

Los números son abrumadores, pero se tiene que hablar desde la relatividad de los mercados bursátiles porque, y esto dicho por especialistas que conocen la dinámica de la Bolsa, se mueven por expectativas y no por sucesos concretos. Y dicha teoría es una parte de la explicación del fenómeno que se genera alrededor de Tesla, afianzado como el principal fabricante de autos eléctricos mundial, porción de la industria en la que es líder indiscutido aunque con ventas (todavía) pequeñas.

El auto eléctrico más vendido en todo el planeta en 2019 fue el Model 3, la pequeña berlina que representa la entrada de gama, con precios que comienzan en los 36 mil dólares. De este auto se matricularon 301 mil unidades, una cifra nada despreciable si se considera que el Toyota Corolla, ratificado como monarca, con 1.236.000 autos patentados. Sucede que el volumen total se ventas de Tesla, sumando toda su cartera, rondó los 367 mil autos; el Model 3 se lleva el 82 por ciento de las ventas de la marca.

Los primeros Model 3 que fueron entregados en enero pasado en la fábrica de Shanghai (Reuters)
Los primeros Model 3 que fueron entregados en enero pasado en la fábrica de Shanghai (Reuters)

Es decir que se convirtió en la segunda automotriz a nivel mundial con un volumen de ventas global inferior a los resultados del deprimido mercado argentino, que en 2019 tuvo casi 460 mil vehículos patentados.

Y ahí sí se ingresa en el terreno de las comparaciones en las que Tesla queda empequeñecido y pasible de ser sospechado. La automotriz que más vehículos vendió en 2019 fue Volkswagen, con 10,8 millones de matriculaciones. Lo siguieron Toyota, con 10,74 millones, la alianza Renault-Nissan con 10 millones, General Motors con 7,71 millones y las coreanas Hyundai y Kia con 7,2 millones. Ford peleaba el sexto lugar con Honda (ninguno de las dos difundió sus balances del año pasado), con cifras cercanas a los cinco millones de vehículos vendidos cada una.

Es decir que Tesla vendió 29 veces menos que Volkswagen, 21 veces menos que General Motors y 14 veces menos que Ford. La suma de los patentamientos de estos tres monstruos automotores representa 23,5 millones de vehículos; la marca californiana vendió el año pasado apenas el 1,5 por ciento de esa masa.

¿Entonces cómo se explica el fenómeno? Primero, hay que retomar la senda de las expectativas. Que Tesla domine el mercado eléctrico es un punto a favor, sobre todo a partir del endurecimiento en la regulación sobre la emisión de gases contaminantes en Europa, donde desde 2021 pagarán multas más severas aquellos fabricantes que no se ajusten a la normativa verde. De hecho, ya se estiman en alrededor de 36 mil millones de dólares los que podrían abonar las automotrices como castigo si se cumplen los pronósticos poco alentadores respecto del cambio rotundo que se espera, sobre todo alrededor de los motores Diésel.

A ello se le suma que Gran Bretaña adelantó en cinco años, para 2035, la prohibición total de venta de autos con motores de combustión interna. Si no hubiera existido el Brexit, dicha medida podría haber acelerado en efecto dominó en el resto de Europa, aunque no se presume que pueda haber una gran diferencia respecto de ese plazo.

Musk baila en la Gigafactory de Shanghai, adonde se entregaron las primeras unidades del Model 3 en China y se informaron planes para el SUV Model Y (Reuters)
Musk baila en la Gigafactory de Shanghai, adonde se entregaron las primeras unidades del Model 3 en China y se informaron planes para el SUV Model Y (Reuters)

Además de la opacidad de los monstruos que hoy son sus rivales, Tesla también tomó la iniciativa en determinados mercados, y de ese modo ya puso en marcha la producción en su planta de China, que construyó en tiempo récord y desde la que saldrá una versión del Model 3 con mayor autonomía, cifrada en 531 kilómetros, y sin subirle el precio.

Además, el último trimestre de 2019 vio también el boom promocionado por Musk alrededor de la Cybertruck, la pick up que tendrá a la venta a fines de 2021 o principios de 2022, con una autonomía de 800 kilómetros, una aceleración de 0 a 100 km/h de 2,9 segundos y un precio inicial de 39.900 dólares. Se la podía reservar con un depósito de sólo 100 dólares y, según el sudafricano, en apenas tres días se habían encargado 250.000 unidades.

La campaña de marketing alrededor de la Cybetruck fue (es) de alto impacto y a la que el propio Musk le pone el cuerpo. El empresario hizo el ridículo en la presentación, realizada en el predio que tiene en Los Ángeles, cuando en sus narices se astillaron dos ventanillas que eran supuestamente irrompibles. Todo el mundo habló de eso en los días posteriores. Como también lo hizo con el video en el que la pick up le ganaba una cinchada a una Ford F-150, el rival al que le apunta. Las camionetas de la Serie F son el segundo vehículo más vendido en el mundo, con 1.070.000 unidades.

La llamativa presentación de la pick up Cybertruck, en noviembre de 2019.

Altísimas expectativas. Y de ese modo se mueve el mercado bursátil, porque el aumento del precio de las acciones no es ni más ni menos que la reacción frente a la demanda creciente para invertir en Tesla. “Les quedó muy claro a los inversionistas que Tesla cuenta con una variedad de impulsores de crecimiento sostenible a largo plazo que son muy difíciles de negar”, explicó Rolf Bulk, analista de la firma especializada de inversión New Street Research, en diálogo con la BBC.

En los últimos días, Tesla envió un memo a sus clientes, en el que destacaba: "Podrá haber altibajos, pero nuestra perspectiva es que las acciones han encontrado un nuevo alcance".

Pero el grupo de asesoría de inversión S3 Partners, que monitorea esa actividad, dice que sus investigaciones muestran que la compra reciente ha sido hecha por una mezcla de inversionistas ordinarios y empresas grandes.

Relacionado o no con ello, Tesla se convirtió también en una referencia para grandes empresas de la industria automotriz. En los últimos meses trascendió que ingenieros de Daimler y de Porsche (que pertenece a Volkswagen) alquilaron modelos de la marca estadounidense para investigar el Autopilot, el sistema de conducción autónoma, otro terreno en el que Tesla marca una gran diferencia de desarrollo comparado con el resto.

Sobre ventas y subsidios

Se dijo que el volumen de comercialización de vehículos de Tesla fue creciente pero pequeño respecto del resto del universo automotor. Las 367.000 unidades matriculadas en 2019 representan un aumento del 50 por ciento comparado con 2018, mientras que para 2020 se pronostica un volumen de ventas cercano a las 500.000 unidades (un aumento del 36%). Los mismos cálculos estiman que en 2030 podría estar vendiendo dos millones de autos anuales.

Las causas de la revalorización son varias. Además de los buenos resultados que presentó a principios de febrero - en el cuarto trimestre de 2019 ganó 105 millones de dólares- y su previsión de cerrar 2020 como su primer ejercicio con ganancias, Tesla no defraudó a sus inversores en planes y plazos, como quedó en claro con la construcción de la fábrica en China en tiempo récord, que comenzó la producción a comienzos de año.

A esta positiva evolución, y al aumento de la venta de vehículos y del cash flow, se une que algunos analistas también apuntan que Tesla es un valor muy especulativo que habría contribuido a disparar la cotización en los últimos meses. La cuestión es cuánto tiempo durará este tránsito imparable. Si mantiene su capitalización por encima de los 100.000 millones de dólares durante seis meses, su fundador, Elon Musk, habrá logrado una toma de ganancias estimada en 346 millones de dólares.

El día en que Musk envió su primer Tesla Roadster al espacio.

Quienes miran de reojo el crecimiento de mercado de Tesla analizan diferentes variables en las que se estaría beneficiando. Entre ellos están los subsidios e incentivos aplicados por distintos países para los vehículos eléctricos, que tienen un beneficio directo en los consumidores pero también uno tangencial en el fabricante, que cuenta con una ventaja sobre sus competidores. Estados Unidos, Noruega, China, Canadá, Holanda, Alemania y el Reino Unido son países en los que Tesla dispone de esa alternativa.

Tesla también recibe subsidios para el desarrollo de las tecnologías menos contaminantes. Y según denunció el portal económico Bloomberg el año pasado, les vendió parte de esos créditos regulatorios a dos grandes grupos, General Motors y FCA (Fiat-Chrysler). Según este medio, desde 2012 la firma de Musk viene realizando esta transacción, con distintos fabricantes, y que en ese lapso logró una ganancia estimada en 1700 millones de dólares.

En el último trimestre de 2019, informó una facturación por ese ítem cifrada en 133 millones de dólares. Justamente ese último período del año pasado fue celebrado por Tesla porque lo concluyó con ganancias de 132 millones de dólares; pero sin esa venta de créditos regulatorios, hubiera tenido una pérdida de u$s 28 millones. De todos modos, el rojo declarado en 2019 fue de 775 millones de dólares, un 27 % menos que en 2018.

Es más: se calcula en 6.700 millones de dólares las pérdidas entre 2007 y 2019. Desde Tesla sostienen que esa cifra se justifica por el natural proceso de inversión que requiere una compañía que está en crecimiento, y que para ello cuenta con el invalorable aporte de inversionistas que siguen apostando por ella.

Ahí está el enigma. De esos números de pasado pesimista a una proyección festiva fundada en fenomenales expectativas. Mientras tanto, los más escépticos comparan a Tesla con la burbuja que se había generado alrededor de Enron, la empresa distribuidora de energía eléctrica que tuvo un crecimiento meteórico (había pasado de la posición 141 a la 7 en Estados Unidos en sólo cinco años, entre 1995 y 2000) y que en 2001 se declaró en bancarrota después de descubrirse una maniobra en la que licuaron miles de millones de dólares de pasivo. En ese entonces, 20 mil empleados quedaron en la calle. Tesla, según números de 2018, ya tiene alrededor de 45 mil trabajadores. Personas, no números. El tiempo será testigo.

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