Queda poco espacio para los autos “puros” en un mercado que, aunque retraído, sigue marcando una notoria inclinación de los clientes hacia los SUV (Sport Utility Vehicles). Los que sobreviven, en un universo siempre muy competitivo son los modelos más chicos, técnicamente denominados segmento B, aquellos en donde las terminales sostienen gran parte de su estrategia comercial. Por eso su renovación es constante en materia de versiones, equipamiento, diseño y nuevos productos.
Por muchos años, Renault supo ser líder en este rango de modelos más accesibles de la mano del Clio. La posta la tomaron hace un tiempo el Sandero y, un vehículo más chico, el Kwid, que es el más vendido del Rombo, la tercera marca con más patentamientos en la Argentina durante 2019 (en 2018 había sido segunda). El Sandero cargaba con una antigüedad de casi cuatros años, y eso en esta categoría de vehículos, tan cambiante y dinámica, se paga con ventas.
El restyling que Renault introdujo en esta tercera generación del Sandero, más allá de actualizar y realzar al modelo en materia estética, lo pone nuevamente en carrera y en mercado. Los cambios en el diseño no dejan de ser sutiles, pero representan pura ganancia para un vehículo ya con cierto desgaste. Las diferencias más significativas están en la cola, ahora mucho más moderna, con faros apaisados que copan parte del portón trasero. Cambios menores en la trompa y nuevas llantas completan las modificaciones exteriores, en todos los casos atinadas y bien logradas.
El Volkswagen Fox, el Citroën C3 y el Toyota Etios son algunos de los rivales del Sandero. Este grupo tiene en común, además, que cuenta con versiones acondicionadas con cierto look aventurero. Esas variantes fueron, en todos los casos, muy bien recibidas en un público para el que la apariencia SUV parece ser definitoria a la hora de la compra. El Citroën y el Toyota ya habíaN incorporado las opciones de transmisión automática en su gama.
Este nuevo Sandero CVT (Continuously Variable Transmission), de hecho, tiene el mismo despeje que el Stepway, la versión con mayor imagen aventurera. Y no es poca cosa esa distancia al piso: nada menos que 18 centímetros en ambas versiones CVT. Es un sedán realmente alto, que sólo se diferencia del Stepway por los apliques y el diseño de las molduras plásticas que éste suma en la trompa.
La principal novedad en esta tercera generación del Sandero, que se fabrica en la planta de Córdoba, tiene que ver con su impulsor. Ya dejó de equipar el histórico 1.6 de Renault de 105 caballos y cambió por este de 115 CV de origen japonés, que es el mismo que ofrecen varios modelos de Nissan (March, Versa y Note), el socio de la marca francesa.
En esta versión Intens CVT el 1.6 se combina con una nueva caja automática secuencial de seis marchas. Por primera vez, un modelo de Renault en esa gama de precios ofrece una opción automática (también la incorpora el Logan), lo que es un aspecto para destacar. Si bien la caja se percibe suave en su funcionamiento, el comando de la transmisión es algo impreciso. Este conjunto de motor y caja es el mismo del nuevo Stepway, el modelo top de la gama.
Como particularidad, la transmisión CVT es capaz de variar el desarrollo del motor de forma continua y sin escalonamientos porque no usa piñones con diámetros fijos para ofrecer marchas predefinidas como hacen las cajas convencionales. Esto permite transmitir siempre las mejores prestaciones del motor al tren de rodaje y hacer más eficiente al motor en materia de consumo y emisiones.
Es un auto 100% familiar, enfocado en el confort de marcha, incluso para circular por caminos desparejos gracias a su despeje, pero del que no se debe esperar una performance destacada. Esta configuración alta de sus suspensiones produce que posiblemente al encargar una curva cerrada se incline algo más que otros modelos. Y eso se percibe claramente desde el habitáculo.
El motor, consecuente con la premisa del auto de priorizar el confort de marcha encuentra su mejor versión a bajas revoluciones. En ruta en sexta marcha viaja realmente a muy relajado y esto se refleja en un consumo muy contenido. Acompañar este desempeño en ruta con una menor sonoridad hubiera sido un gran acierto.
Este Sandero Intens CVT incluye Control de Estabilidad (ESP), un sistema que lamentablemente aún no incorporan el resto de las versiones. Justamente, contar con el ESP genera cierta tranquilidad en situaciones donde, al exigirlo doblando, el vehículo tiende a inclinarse. Los cuatro airbags de serie, por otra parte, ahora sí son comunes a toda la gama. Punto a favor.
El restyling fue extremadamente sutil en el interior, que permanece casi igual a la generación anterior. Renovaron el volante, ahora mejor que el anterior en agarre y anatomía (la dirección es bastante dura), aunque el comando del control de velocidad crucero quedó en la consola central, alejado y poco práctico. El resto de las mejoras las ofrece la pantalla multifunción, que ahora cuenta con la posibilidad de usar Waze y de conectarse para reflejar las aplicaciones y funciones del teléfono celular mediante los sistemas Apple Car Play y Android Auto.
Las butacas están mejor a la vista que en materia de sujeción: no terminan de cerrar en cuanto a su ergonomía. Pero por supuesto respeta unas dimensiones interiores bien aprovechadas para su tamaño. Entran tres personas atrás y el baúl es realmente amplio para su categoría.
Renault ofrece cuatro versiones del nuevo Sandero: Life (desde $ 888.900) Zen (desde $ 956.300), Intens (desde $ 1.023.600) e Intens CVT (desde $ 1.090.300), con tres años o 100.000 kilómetros de garantía. Si hay que elegir entre alguna de ellas conviene realmente estirarse a la opción CVT, porque redondea un equipamiento interesante entre los elementos de seguridad mencionados y los de confort. En todos los casos estos valores están muy parejos con los de sus competidores. Queda en manos de Renault, entonces, hacer prevalecer su tradición y el peso del rombo.
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