No son muchos los modelos de vehículos que pueden colgarse la medalla de ser puramente nacionales, en idea, desarrollo y producción. Entre los autos, el Torino es el gran embajador histórico que mantiene la estela de un tránsito prolífico, tanto en la calle como en las pistas, y se convirtió en un objeto de culto cuando ya han pasado 38 años desde que se discontinuó. Y el abanderado de los utilitarios es el Rastrojero, que tiene un pasado similar al del Torino, porque lleva cuatro décadas sin ser fabricado, pero cuenta con un futuro tangible: un proyecto que ya está en marcha prevé su reaparición como una pick up eléctrica. Y el plan avanza, con pasos lentos pero seguros, en un contexto de país poco favorable pero con un horizonte que invita a confiar.
El programa para el renacimiento del Rastrojero es un desarrollo de emprendedores locales que busca desempolvar el nombre y el concepto de trabajo rural de una pick up emblemática de los años 60 y 70 que dejó de fabricarse hace cuatro décadas, y vincularlo con tecnologías que ya se imponen en la industria automotriz, entre ellos la motorización con energías sustentables.
Se llamará Rastrojero Amperion. El padre del proyecto es un empresario del norte bonaerense, Carlos Ptaschne, quien en la actualidad busca la forma de conseguir los fondos necesarios para el desarrollo de este clásico. El horizonte optimista del lanzamiento se prevé para 2026. Pero en el medio deberá transitar un camino en el que incluso podrían aparecer otros vehículos, cuya comercialización podrían ser la llave que abra la puerta para la producción de la pick up.
Vinculado a la industria metalmecánica, y con pasado en el campo, Ptaschne surfea en estos días los avatares de la crisis macro económica que le pusieron un freno al desarrollo, pero no lo detuvieron. Así, el plan avanza, aun con algo de demora, para este utilitario que pretende representar “un homenaje desde el corazón a millones de argentinos que soñaron un gran país”, según su creador. Además, el cambio de gobierno podría abrirle un canal de diálogo que antes no tenía este emprendedor.
El Nuevo Rastrojero, en su planificación, se presenta como “casi la antítesis de lo que se ofrece en el mercado”. Y no por ausencia tecnológica, sino por ductilidad y capacidad de trabajo. “El productor del agro va a tener la opción de un vehículo diferente, muy rendidor y de bajísimo costo operativo, bajo mantenimiento, gran nobleza y con soluciones simples”, explica Ptsachne.
Tal como lo fueron los Rastrojeros originales, “el vehículo está siendo minuciosamente pensado para las situaciones de trabajo cotidiano en el campo, con detalles, accesorios e innovaciones”. No tendrá, al menos en principio, una gama amplia, como la tuvo el Rastrojero de otrora que disponía de diferentes carrocerías, sino que en esta ocasión se presentará sólo en el formato de pick up.
Se anticipa que contará con “una suspensión y una capacidad dinámica innovadora”, en una pick up pensada con “tres diferentes distancias entre ejes”, que “se podrá elegir con tracción delantera, trasera o doble tracción” y que “va a superar la tonelada de carga”. “También contará con opcionales como toma de fuerza delantera y trasera para acoplar pequeñas máquinas como desmalezadoras, hoyadoras o plumas de alzado”.
Al ser pensado para el ámbito rural, ofrecerá “bajo mantenimiento, gran nobleza y soluciones por demás simples, algunas de ellas pensadas con un alto nivel tecnológico. Por caso, para su limpieza se le podrá “manguerear el interior como si fuera el exterior” mientras que “desde el celular se configuraría la climatización a través de una app”.
La carrocería se trabajará “en plásticos muy novedosos” gracias al aporte que haría ItalDesign, una de las casas de diseño automotor más importantes del planeta, con la cual Ptaschne se vincula a través de la amistad que tiene con el alemán Jörg Astalosch, el CEO de la compañía creada por Georgietto Giugiaro.
Aunque el punto más alto de evolución lo encuentra en la motorización eléctrica. “En 2015 nos contactamos con un grupo de alemanes que estaba experimentando unas baterías realmente increíbles, con altísima capacidad y rendimiento, y que a pesar de su pequeño tamaño podían hacer volar una especie de helicóptero de dos personas por media hora. Era el emprendimiento Volocopter, que hoy tiene detrás el respaldo de Mercedes-Benz. Ahí entendí que el Rastrojero debía ser sólo eléctrico, porque además los motores de combustión iniciaron su obsolescencia, no solo en costos sino en contaminación”, apunta el emprendedor.
Para el sistema de propulsión se está trabajando con desarrolladores europeos, cuenta Ptaschne, quien incluso contó con el asesoramiento de Sergio Rinland, un argentino que está entre los ingenieros más prestigiosos del mundo, con pasado en la Fórmula Uno.
Tanta vinculación con lo más sofisticado del mundo automotor se conjuga actualmente con el centro de operaciones montado el Crespo Performance Center de Escobar, un espacio donde se trabaja en el desarrollo de autos de competición. También resultan aportes para ello el asesoramiento de la Universidad Tecnológica Nacional y del CESVI en cuestiones de seguridad.
El proyecto original preveía la fabricación nacional de la pick up, o incluso en Brasil para mantener el status regional, un plan que sin embargo podría sufrir cambios como consecuencia de la crisis económica, que le pega en especial a la motorización, “porque la mayor parte del desarrollo tiene valores en dólares”.
De ese modo, y mientras se mantiene la esperanza de sostener el proyecto en la Argentina y con capitales nacionales, se asoma China como opción para albergar la producción del modelo. Podría darse con la posible alianza con la empresa KaiYun motors de Shanghai. El primer paso en las tratativas que el argentino lleva adelante con los asiáticos incluiría la introducción de un utilitario pequeño, que allá se llama Pickman y acá lleva el nombre de “proyecto Safari”.
“Estamos buscando que finalmente sea viable moverse ‘barato’ en Mercosur. Esa es nuestra misión. Necesitamos ya un vehículo de fomento económico, por eso pensamos en el Pickman y el Safari, porque debemos generar un desarrollo que nos permita llevar adelante el emprendimiento del Nuevo Rastrojero y que éste no supere un precio de 20 mil dólares. Si conseguimos una buena quita de impuestos, lo vamos a lograr”, explica Ptaschne.
En ese sentido, ya hay otros proyectos encarados en países altamente desarrollados, y muy fuertes en la industria, que dependen de conseguir fondos por canales no tradicionales. Días atrás, la alemana Sono informó haber recaudado 53 millones de euros a través de un programa de crowdfunding (se realizan donaciones para un determinado plan) para la puesta en marcha de la producción del Sion, anunciado como el primer auto solar. El plan requería llegar a 50 millones de euros. Y cuando alcanzaron dicha cifra, lo celebraron en sus redes sociales.
blockquote class="twitter-tweet">https://t.co/2SQldsr8UM pic.twitter.com/AiNeuOVvXs
— Sono Motors (@SonoMotors) January 18, 2020
Lejos de bajar los brazos, Ptaschne mantiene en alto el optimismo. Es que también guarda algo de nostalgia personal. “A los siete años ya manejaba Rastrojero Caburé Rojo en las cosechas de maíz en Rojas, provincia de Buenos Aires. Cuando me podía escapar de tareas de la edad, asistía la trilla alrededor de toda esa ceremonia hermosa que es la cosecha... Iba y venía por el rastrojo llevando herramientas, correas, gasoil, refrescos. En fin, pero jamás me imaginé ser uno de los protagonistas de su vuelta. Y acá estoy”.
Un clásico argentino
El Rastrojero original se produjo entre 1952 y 1979 en los talleres cordobeses de Industria Mecánica del Estado (IME), cuyo nombre actual es Fábrica Argentina de Aviones (FADEA) “Brigadier San Martín” S.A., donde también se desarrollaron dos íconos del peronismo: el automóvil Justicialista y el avión Pulqui.
La historia refleja que nació tras un error: Raúl Gómez, un ingeniero aeronáutico que trabajaba en IME, buscó darles utilidad a los motores Willys que equipaban a 2500 tractores Empire y que habían sido importados desde Estados Unidos, pero debieron ser sacados de circulación porque, al estar preparados para el transporte de materiales militares y no para el trabajo agrícola, provocaron una gran cantidad de accidentes. Así, en menos de tres meses, Gómez le dio forma al proyecto de un utilitario que iba a ser movido por esos motores. Y apareció el Rastrojero.
De hecho, la primera etapa del modelo mantuvo la motorización Willys, hasta que en 1969, con la segunda generación, se cambió por impulsores Indenor. El 22 de mayo de 1979, por decisión del dictador Jorge Rafael Videla, se suspendió la producción del Rastrojero. Y un año más tarde, el mismo gobierno militar liquidó IME.
Atrás habían quedado 136.416 unidades vendidas, gracias a la confiabilidad y la economía que ofrecían, pese a que sus formas no eran justamente de las más modernas. Por caso, en la década del 50, el consumo de una pick up Ford (naftera) era de un litro cada 7 kilómetros, mientras que el Rastrojero gastaba un litro cada 15 kilómetros (y llevaba gasoil, que entonces tenía el 20 por ciento del valor de la nafta).
Nació como pick up, pero también hubo camiones y hasta taxis Rastrojero. Hoy, en el siglo 21, va por un renacimiento eléctrico y en el mismo cuerpo con el que nació: como pick up.
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