Los autos y el rock and roll compartieron muchos caminos. Y cuanto más pesado el rock, mayor es la empatía con la mecánica. En la Argentina, Norberto Napolitano, el mítico Pappo, era un reconocido amante de los fierros, además de haber sido uno de los mejores guitarristas de estas tierras. Esa misma afición es compartida por James Hetfield, voz y líder de Metallica, dueño de una colección de autos, entre los que hay una serie de hot-rods que le facilitó a un museo californiano y que serán puestos en exhibición durante casi todo el año. El comienzo de este evento coincide con el lanzamiento del libro del músico sobre su pasión por los motores, llamado Reclaimed Rust: The Four-Wheeled Creations of James Hetfield.
De eso se tratarán el libro y la exposición, de los autos que fueron creados por el guitarrista y uno de los fundadores de Metallica. No resulta entonces casual que “Fuel” sea una de las canciones de esta banda predilectas de Hetfield. Así lo reconoce en el documental Some Kind of Monster, publicado por la banda en los años posteriores a la edición del disco St. Anger. El tema, del año 1997, remite a la pasión y a los excesos que suele haber en el mundo de las picadas, donde no sólo se vive al límite por lo temerario de la conducción.
Se espera por la presencia de Hetfield en el Museo Petersen del Automóvil como la primera aparición pública del músico después de que, a fines de septiembre, fuera nuevamente internado para intentar combatir su adicción al alcohol, motivo por el cual la banda debió suspender el tramo de Oceanía (Australia y Nueva Zelanda) del tour mundial. Esa misma gira hará que los estadounidenses regresen a la Argentina para presentarse por séptima vez, en abril próximo, ahora en el Campo Argentino de Polo.
Hetfield nació el 3 de agosto de 1963, en California. Ya de chico empezó a mostrar su adoración por los autos, por lo que tiene impresos en su memoria los modelos de las décadas del 60 y del 70, cuando explotan los llamados muscle cars (Ford Mustang y Chevrolet Camaro como los máximos exponentes). Pero también se acostumbró a ver los llamados hot-rods, autos de los años 30, 40 y 50 convertidos en monstruos mecánicos a través de diversos procesos de customización, desde el uso de motores más potentes y reformas en las carrocerías que los convertían en una especie de mutantes mecánicos que generaron locura entre los americanos.
Cuando empezó a ganar dinero con Metallica, a mediados de la década del 80 (la banda fue fundada en 1981 y su primer disco, Kill ‘Em All, se editó en 1983), comenzó también a adquirir muchos de los autos que hoy tiene en su colección, en su mayoría trabajados de manera artesanal para darles una personalidad especial. “Ver una exposición de hot-rods es como ver arte. Podés reaccionar como que no entendés lo que ves, o también cómo no se me ocurrió a mí hacerlo. O también podés preguntarte quién puede manejar ese auto. Por eso, Dios bendiga a América, porque podés manejar en sus rutas con estos autos”, reflexionó alguna vez Hetfield sobre la cultura motor de los estadounidenses.
Estos son algunos de los autos que se expondrán desde el 1º de febrero y hasta el 30 de octubre en el Museo Petersen del Automóvil. Después de conocida la donación por parte del músico, el museo informó que el líder de Metallica recibirá el título de “miembro fundador” de dicha entidad, estatus que reciben todas las personas que hacen grandes donaciones.
Jaguar “Black Pearl” de 1948
Es el más codiciado de la colección de Hetfield. El californiano construyó esta Perla Negra desde cero con el apoyo del fabricante de autos personalizados Rick Dore. Fue premiado en 2014 por la Asociación All-American de Goodguys Rod & Custom. Está inspirado en las marcas europeas de la década del 30. El chasis es de construcción personalizada con rieles de marco exterior Jaguar de 1948. En su exterior luce un intenso color negro y cuenta con un motor Ford V8 de 375 caballos de potencia y una suspensión Mustang.
Lincoln Zephyr “Voodoo Priest” de 1937
Este coche fue diseñado para Hetfield por el equipo de RD Kustoms, aunque tiene una prehistoria singular. Originalmente fue propiedad de un soldado que combatió en Vietnam. Al regresar en 1972, dejó su automóvil en el camino de entrada a la casa de su madre y allí fue descubierto, décadas después, por Hetfield, quien lo terminó comprando. La reforma incluyó una tapa de cubierta baja, luces traseras personalizadas, doble escape y molduras de latón. Ahora luce una pintura verde manzana con detalles cromados. Su motor V12 se revitalizó con tres carburadores Stromberg 97 y un PowerGen de Powermaster. Para una mayor comodidad de conducción, lo dotaron con transmisión automática.
Pick up Ford F-100 de 1956
Se la compró por Internet a una persona mayor con la que compartía gustos, tanto que la camioneta ya estaba pintada en el color púrpura que mantiene. En la customización trabajó en conjunto con el taller Blue Collar Customs. Tiene un motor 455ci de Oldsmobile, que originalmente eroga unos 370 caballos, aunque en este caso fue “tocado” para subir su potencia. Después tiene elementos de Mustang, de Chevy Impala, de Chrysler 1960/1961, de Ford Thunderbird, de un Saturn y de un Buick de 1953. Lo que se dice todo un mutante.
Lincoln Continental de 1961
Un exponente de lujo de la década del 60. A simple vista, parece tener poca intervención de parte de Hetfield y sus compinches y hasta puede sonar algo insulso. Pero basta con mirar con detenimiento y encontrarse con detalles como el escape de salida lateral, y cómo el negro satinado hace que el auto se vea como una brutal losa de metal, mientras las líneas de la carrocería se desvanecen en negro.
Auburn Speedster “Slow Burn” de 1936
Otra coproducción con Rick Dore. Su “Slow Burn” presentaba un suplemento de elegancia y destellos personalizados, luciendo una pintura de color cerveza y llantas personalizadas únicas, diseñadas por el propio Hetfield. Para terminar su acentuado carácter custom, se incorporaron accesorios niquelados adicionales que crean una apariencia de estrella. Este roadster ganó el premio Goodguy West Coast Custom 2010 por su gran belleza e ingenio.
Ford Coupe “Crymson Ghost” de 1937
Los fanáticos de los hot-rods se encontraron con pocos modelos del Ford Coupe de 1937 que habían sido sometidos a una transformación, pese a que, por sus formas, claramente se presta a personalizarlo. Fue tal vez por eso también que Hetfield se unió nuevamente a Rick Dore para customizar esta suerte de “patito feo”. Y por eso será una de las sensaciones que estará en exposición en Los Ángeles.
Packard “Aquarius” de 1934
Poco tiene que ver este auto con los modelos originales de la década del 30. Una prueba evidente de todo el trabajo que Hetfield y su equipo hacen para personalizar realmente estos vehículos para lograr las características de lo que se supone que debe ser un vehículo propiedad del líder de Metallica. Tiene una logradísima resolución de las ruedas ocultas.
Ford Iron Fist Coupé, de 1936
Hetfield recurrió a Blue Collar Customs para personalizarlo. Primero lo cortó e instaló un nuevo sistema de suspensión neumática. Se agregó después la cubierta del techo y se fabricó una nueva de esquina redondeada para el baúl. El plan inicial incluía pintura negra, el color más implacable para revelar fallas u ondas en la carrocería. Finalmente se decidió mantenerlo en metal desnudo, para mostrar el proceso de transición entre lo viejo y lo nuevo. Se lo equipó con la dirección de un Chevy del año 52, con una caída hecha de una vieja biela de aluminio. Toda la brillantez interior tiene una pátina de níquel en lugar de cromo y se complementa con el tapizado de cuero oxblood y pintura negra brillante.
Buick Skylark Skyscraper de 1953
Se basó en un prototipo deportivo experimental de Buick: el XP-300. Fue uno de los modelos más caros en el catálogo de la marca y hoy es un objeto de deseo codiciado por coleccionistas con elevado poder adquisitivo. Construido como un convertible y basado en la transmisión Roadmaster, fue un coche favorito de las estrellas de los 50 y los 60; Milton Berle, Bob Hope o Jackie Gleason fueron algunas de las celebridades más conocidas que lo condujeron. Solo se fabricaron 1.690 unidades, lo que aumenta su precio en el mercado. En 2006, se vendió uno por 375 mil dólares, aunque el precio récord mundial para uno es de 485 mil dólares.
Hetfield acredita tener “300 guitarras y 30 autos, que son muchos”. Además de los hot-rods, también tiene muscle cars, entre ellos contó con un Chevrolet Camaro de 1967 que fue usado en el video clip del tema “I Disappear”, compuesto por Metallica para la banda de sonido de la película Misión Imposible 2. Pero este deportivo ya no está en su garaje: el músico lo subastó en 2003 para recaudar fondos para programas de música de varias escuelas.
“Construir autos siempre será una vía de escape. No sé lo que voy a hacer. Los autos son como las personas para mí; les gusta el amor. Les gusta que los toques, les gusta que los conduzcas… les encanta que los contemples. Es una forma de expresión y libertad”. Así definió Hetfield su pasión por esta faceta tan particular de la mecánica. Y es de ese modo que un multimillonario, a quien se le acredita una fortuna cifrada en más de 300 millones de dólares, y puede comprar el auto que quiera, prefiere reciclar y reconvertir autos viejos a su gusto.
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