Los autos y el cine. Una tremenda sociedad que convirtió en íconos a modelos de todo tipo sin importar la época. Existe una colección de vehículos que trascendieron a partir de su paso por la pantalla grande, y también innumerable cantidad de persecuciones memorables. Una de las combinaciones más exquisitas de ambas ocurre en la película Bullitt, donde Steve McQueen conduce muy hábilmente y con sobrada clase un Ford Mustang GT de 1968.
Aquel Mustang verde oscuro, con McQueen al volante en el papel del teniente Frank Bullitt, protagonizó una de las persecuciones más recordadas del cine de los años 70, una década dorada para el cine norteamericano. En las onduladas calles de San Francisco, una de las inigualables locaciones naturales que Hollywood ha sabido explotar, Bullitt persigue a un Dodge Charger negro conducido por un mafioso de Chicago. Son algo más de 10 minutos de pura adrenalina que marcaron para siempre al recordado McQueen y a aquel Mustang del 68.
Según Warner Bross, productora de la película, solo se utilizaron dos Ford Mustang Fastback en el rodaje. Uno con el que se realizaron la mayoría de los saltos, habría terminado en un desguace de Baja California; el otro fue vendido por Warner a un propietario particular y se le perdió la pista durante muchísimos años.
Aquella joya mecánica y emblema de uno de los modelos con mayor trascendencia del siglo XX, reapareció en enero de 2018, en ocasión del Salón del Automóvil de Detroit, en la conmemoración del 50 aniversario del film.
En aquel momento, Ford sorprendió a los asistentes a la rueda de prensa del Salón cuando entró a escena, rodando, el Ford Mustang Fastback que se creía perdido. Lo manejaba Sean Kierman, su dueño por entonces, que lo había heredado de su padre Robert, quien lo había comprado en 1974 -se dice, por 3.500 dólares-.
A Kiernan y su Mustang los esperaba en el escenario nada menos que Molly McQueen, nieta del famoso actor. “Mi abuelo quería utilizar un coche potente que fuera accesible para la mayoría, por eso eligió el Mustang”, comentó Molly en aquella celebración. Es más, trascendió que McQueen trató varias veces de comprar el Mustang al padre de Kiernan, un viejo coleccionista, pero aquel nunca accedió.
Tan importante fue aquella intervención cinematográfica en la historia del Mustang que en 2018, por los 50 años de la película, Ford creó una versión especial –ya sobre la generación actual del modelo-, denominada Bullitt y con el popular motor V8 potenciado a 574 CV (el standard tiene 421 CV).
Esta réplica actual copia el color verde del Fastback de 1968 y varios detalles, como unas llantas similares a las originales y un cambio manual con pomo redondo de marfil. Salió como una edición limitada de sólo 50 unidades para el mercado estadounidense.
A dos años de aquella aparición repentina del Mustang de Bullitt en el Auto Show de Detroit, hace pocos días esta joya del cine y de la industria automotriz fue vendida por la firma Mecum en la subasta de autos de colección más grande del mundo, en Florida, en una suma récord de 3,4 millones de dólares. Según el universo de los automóviles antiguos y de colección, esta es la cifra más alta que se ha pagado hasta ahora por un Ford Mustang.
Este Fastback del 68 salió de la subasta tal cual estaba al momento de encontrarse: con todas sus piezas originales y con las señales del paso del tiempo. De hecho, Kiernan, su último dueño, reveló que sus padres usaron el vehículo hasta 1981. Habrá que ver si el afortunado comprador comparte de aquí en más el paradero de esta pieza única. Los amantes de los autos y el cine se lo van a agradecer.
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