El backstage de la industria automotriz global guarda innumerables bocetos y prototipos de autos surrealistas. El fin de la innovación y el desarrollo siempre habilita a poner en práctica ideas rupturistas e incluso fuera de cualquier contexto lógico. Muchas de esos ensayos luego dan sus frutos, y llegan a concretarse los grandes modelos que marcan el rumbo de la historia automotriz. Otros nunca trascienden más allá de algún tablero de dibujo de un diseñador. Y unos pocos dan la vuelta al mundo como muestra de la creatividad ilimitada de aquellos grandes creadores. Efímeros, y sin llegar alguna vez a las líneas de producción, también lograron insertarse a su manera en la rica cronología de la industria del automóvil.
Pininfarina, la firma de diseño de autos fundada en 1930 por el diseñador y constructor Battista “Pinin” Farina, es uno de esos grandes creadores que viene alimentando el mundo de los autos desde hace casi un siglo. Y algunos de sus modelos más sensacionales surgieron de la sabrosa y cercana relación con Ferrari. La Testarossa, la F40, la Enzo y la Dino, todos iconos de la casa de Maranello, entre otros, son producto del trazo de Pininfarina. En ese camino de los grandes aciertos hubo también ensayos, como la Ferrari 512S Modulo, que no aporta legado alguno más allá de su particular interpretación del futuro y una buena historia para rememorar.
También conocida como Pininfarina Modulo, aquella Ferrari de ciencia ficción surgió casi por casualidad. Sobre fines de los años 60, uno de los diseñadores de Pininfarina, Paolo Martin, usaba sus horas libres en un prototipo futurista que aportara nuevas soluciones aerodinámicas. Se dice que los responsables de la casa de diseño no creyeron en su proyecto, pero Martin siguió desarrollándolo a medida que cumplía con un trabajo encargado para Rolls Royce.
Por otro lado, el Cavallino Rampante estaba enfocado en competir con su Ferrari 512S en el Mundial de Marcas contra el 917 de Porsche, por ejemplo, uno de sus clásicos rivales. Para poder participar de aquella competencia, cada marca debía construir un mínimo de 25 unidades del modelo. Así las cosas, varios chasis de la exitosa Ferrari 512S de competición quedaron construidos, pero sin comercializar. Es por eso que finalmente le destinan uno, el número 23, al proyecto de Martin.
Aquel prototipo entonces adoptó el nombre formal de Pininfarina Ferrari 512S Modulo. Y por eso equipó una mecánica envidiable y de altísima performance, más allá de que nunca pudo comprobarse porque la Modulo nunca rodó. El motor es un V12 de 5 litros, con una potencia de 550 CV. Y le permitía llegar a la 512S en solo 3,1 segundos de 0 a 100 km/h, además de lograr una máxima de 354 km/h. Tremendo para aquella época, equiparable con los valores que hoy aportan los denominados hiperdeportivos.
La Ferrari Modulo se mostró en los Salones Internacionales de Turín y Ginebra de 1970 y causó gran revuelo no sólo por su revolucionario diseño, sino también por varias particularidades en materia de innovación. Tiene un techo deslizante que al mismo tiempo era la puerta de acceso para ambos ocupantes, una tapa del motor con 24 agujeros, ruedas parcialmente cubiertas y una altura total de sólo 93 centímetros. En su interior, una especie de bola de discoteca concentra muchos de los comandos del vehículo. Tan futurista fue en aquel momento esta creación de Pininfarina que nunca pudo aproximarse a una línea de producción, es más ni siquiera llegó a rodar y terminó en el museo de esa casa de diseño.
En 2014, el coleccionista James Glickenhaus, y fundador de la Scuderia Cameron Glickenhaus, convenció a Pininfarina para que le vendiera el único ejemplar de la Ferrari 512S Modulo, uno de los prototipos más emblemáticos del carrocero italiano. Glickenhaus, apasionado de Pininfarina y de Ferrari, tuvo desde el inicio la idea de que la Ferrari Modulo pudiese circular. Y en ello empezó a trabajar.
Un equipo de especialistas italianos se encargó entonces de restaurar minuciosamente la Modulo, manteniendo todo el material original disponible y modificando lo que no fuese funcional en el prototipo para que pudiera circular. Por supuesto nunca estuvo entre los objetivos que el modelo llegue al máximo potencial imaginable en función del V12 que lo equipa.
Tras varios años de restauración, la Scuderia del empresario logró poner nuevamente operativo a la Modulo. A tal punto que el año pasado fue expuesta y circuló durante la celebración del Concorso d'Eleganza Villa d'Este, en Italia. Pero la 512S Modulo finalizó aquella aparición pública ardiendo, ya que su sistema de escape le provocó un incendio que afectó una escasa parte de la carrocería. El incidente no pasó a mayores gracias al sistema de extinción de incendios instalado por el propio Glickenhaus.
Seguramente, de aquí en más y superado aquel percance, la Ferrari 512S Modulo volverá a verse en próximos concursos de elegancia luego de más de 40 años de ostracismo. Aunque nunca haya logrado traspasar su condición de prototipo, su revolucionaria concepción merece el reconocimiento. La belleza y la exquisitez de la dupla Pininfarina y Ferrari sobra en muchísimos otros modelos.
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