Hace algo más de 10 años, mientras restauraba modelos Porsche en su taller de Florida, un tal Robert Scaringe decidió embarcarse en su objetivo de fundar una empresa automovilística. ¿Capricho? ¿Locura? ¿Visión? Es sabido que los aventureros como Scaringe le dieron forma a la industria automotriz, pero más de un siglo atrás. Y hoy justamente ese negocio está dominado por los grandes consorcios de marcas, impulsores de una globalización que parece dejar poco aire para empresas nuevas y artesanales.
Pero tal como aquellos emprendedores de principios del siglo XX, Scaringe demostró tener suficiente talento y habilidad para entrar el club de los fabricantes. Al menos por el camino que recorrió a partir de 2009, cuando creó Mainstream Motors, hasta estos días.
El primer acierto de este empresario fue haber reconocido una instancia única e histórica en la industria: la electrificación. Y lo combinó con un derroche de habilidad para conseguir inversiones, talentos y darle forma a una empresa que puede ser clave en esta refundación de la movilidad.
El primer objetivo de Mainstream Motors, que posteriormente se llamó Avera Automotive, fue crear un deportivo eléctrico. ¿Un objetivo demasiado común tal vez? Lo cierto es que Scaringe se dio cuenta a tiempo que el mercado no necesitaba más deportivos, sino un cambio en la movilidad y decidió, a tiempo, modificar rotundamente su rumbo. Así en 2011 su compañía vuelve a cambiar de nombre, ahora a Rivian, con foco en la movilidad eléctrica y sostenible.
Con el cambio de nombre se desecha la idea de lanzar en 2013 un deportivo híbrido de cuatro plazas y muy bajo consumo a sólo 25.000 dólares. Y se produce entonces el primer movimiento netamente estratégico de Rivian: cambia su sede de Florida a Livonia, Michigan, una de las cunas de la industria, para estar cerca de sus proveedores, o por qué no, de clientes y socios. Allí empieza un acelerado desarrollo de autos eléctricos y autónomos, camino paralelo al que Elon Musk, con Tesla, había iniciado en la otra orilla de los Estados Unidos con un impronta mucho más personalista y rupturista.
Recién en 2017 empiezan los movimientos importantes de Rivian, o al menos los visibles. La empresa compró una vieja fábrica de Mitsubishi en Illinois gracias a que el estado le prestó dinero y le condonó impuestos, a condición de que la compañía creara empleos e invirtiera más de 40 millones de dólares en los cinco años siguientes. Ese mismo año la marca anuncia que fabricará un SUV y una pick up eléctricos con la misma plataforma. Gracias a esto, Rivian recibe su primera inversión de 450 millones de dólares.
Como propuesta de valor, Rivian se posiciona como una marca “fabricante de vehículos eléctricos para aventureros que aman estar al aire libre". Y parece funcionarle. Con el SUV y la pick up en marcha, pero aún sin venta de unidades el proyecto de Scaringe sigue sumando inversiones y encolumnando socios estratégicos. Nada menos Jeff Bezos, el multimillonario dueño de Amazon, “compró” la idea de Rivian y decidió invertir 700 millones de dólares. Con ese dinero la compañía saltó de 250 a 450 empleados. Luego fue Ford quien olfateó potencial y aportó más de 500 millones de dólares, a cambio de que Rivian fabricara la plataforma eléctrica para la próxima pickup de Ford.
Hasta aquí, Rivian ha recaudado unos 1.700 millones de dólares de inversiones de Amazon, Ford y otras compañías; pero aún no lanzó un solo vehículo: tanto el SUV como la pick up están previstos para presentarse en 2020. ¿Qué es lo que hace a la start up de Scaringe tan seductora? Su propuesta de desarrollar no sólo vehículos, sino tecnología que puede resultar clave y acortar los tiempos de la electrificación en las grandes compañías.
Scaringe, entonces, se recibe de visionario: Rivian no sólo se adelantó al desarrollo de lo que venía, sino que supo llevarlo a cabo con solvencia. Hoy la empresa cuenta entre sus filas con ex ejecutivos e ingenieros de Apple, Tesla, McLaren y Ford. En su planta de más de 750 empleados se destaca Mike Bell, el actual director de tecnología, que fue vicepresidente de Apple y ayudó a dar forma al iPhone; Graham Meeks, quien durante 17 años estuvo como jefe de ingeniería en carrocería en McLaren; y hasta seis ex Apple que trabajaron en el proyecto del coche autónomo, Project Titan.
La pick up de Rivian, R1T, está en plena carrera contra la Cybertruck de Tesla. Esta camioneta tendría una capacidad de carga de hasta 800 kg, y estaría disponible con tres motorizaciones eléctricas: de 408, 710 y 764 caballos, esta última con una autonomía cercana a los 500 kilómetros y una aceleración de 0 a 100 km/h de sólo tres segundos. El SUV R1S, por su parte, tendría capacidad para siete pasajeros en sus tres filas de asientos, y estaría equipado con las mismas motorizaciones.
Los vehículos saldrían con varias novedades propias: sus baterías podrían cargarse entre sí, a partir del sistema denominado “Rivian to Rivian”; y además estarían disponibles en un nuevo formato de comercialización, para que puedan alquilarse y usarse sólo los fines de semana. En expectativas, Rivian cotiza alto. Sobre todo para aquellos que especulan con marcarle la cancha a Musk y sus Tesla.
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