Un auto dice mucho de su propietario. Sucede con el ciudadano más común de un país y también, qué duda cabe, con el Presidente. Durante la historia, los vehículos elegidos por los jefes de Estado argentinos fueron siempre un punto a analizar desde el día uno hasta el último. Este 10 de diciembre de 2019, el flamante presidente Alberto Fernández se movilizó en su Toyota Corolla gris, modelo 2019, acompañado por su pareja Fabiola Yáñez. Antes de jurar, lo condujo él mismo, en un gesto inédito. Y abandonó el palacio legislativo, ya ungido como jefe de Estado, en el mismo auto aunque ya en el asiento trasero, con la primera dama a su lado y su hijo Estanislao en la plaza delantera del acompñante.
De este modo, el mandatario eligió descartar el uso de un modelo histórico que le pertenece al Estado Argentino, el famoso Cadillac descapotable adquirido por Juan Domingo Perón en 1955 que formó parte de la liturgia en las asunciones presidenciales durante muchos años; en la ida, Fernández optó por respetar su propia tradición: la de utilizar su propio vehículo, algo que ya se le vio en tiempos de Jefe de Gabinete de Néstor Kirchner, cuando también prescindió de disponer de un chofer.
El flamante Presidente viajó hacia el Congreso en su auto mediano, el más vendido en la historia (cerca de 48 millones de unidades en todo el mundo desde que se inició su producción, en 1966), con las ventanillas bajas y respondiendo con la V a quienes lo vitoreaban desde los márgenes de las avenidas que tomó entre su domicilio y el barrio de Monserrat. Lo hizo escoltado por otros cuatro vehículos de la misma marca japonesa: un par más de Corolla y dos todoterreno SW4., que lo acompañaron tanto en el trayecto al Congreso como hacia la Casa Rosada, adonde llegó cerca de las 13.40
El Corolla de Alberto Fernández es de la undécima generación del auto, que en sus versiones cero kilómetro tiene una paleta de precios que oscila entre 1,2 millón y 1,7 millón de pesos. De todos modos, este modelo está transitando sus últimos tiempos en el mercado local, ya que acaba de ser lanzado un nuevo resideño que incluye además la incorporación de una motorización híbrida en su gama. Tanto la versión que está por discontinuarse como la nueva tienen un elevado nivel de equipamiento para un mediano, tanto en confort interior como en seguridad.
La vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, en tanto, se movilizó en el día de la asunción en el asiento trasero de un Ford Mondeo, modelo de alta gama del Óvalo.
Cuatro años atrás, Mauricio Macri había elegido un SUV urbano con motor híbrido para desfilar entre la multitud que entonces lo vitoreaba. Se trató de un Volkswagen Touareg Híbrido, modelo que se comercializó como importado en la Argentina hasta 2014 y que en la actualidad, si lo quiere comprar usado, tiene un valor de dos millones de pesos, de acuerdo a la cotización de la Asociación de Concesionarios de Automotores de la República Argentina (Acara). Una curiosidad que quedó marcada de aquel vehículo en particular utilizado por Macri: era parte del inventario del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y acumulaba alrededor de 40 mil pesos en deudas por patentes impagas.
El Corolla de Fernández, en cambio, estaba libre de deudas en los registros del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
Luego, el ahora ex presidente optó generalmente por vans para movilizarse. Fue muy frecuente verlo en un Mercedes-Benz Vito, modelo que ya se discontinuó y que en la variante presidencial tenía modificaciones, entre ellas el blindaje de su carrocería. Pero a Macri también se lo pudo observar en otros modelos familiares, como el Chrysler Town & Country o en un Kia Carnival.
Una medida que había tomado Macri a poco de asumir fue devolver algunos modelos de Audi que el Estado nacional tenía en comodato. Uno de ellos era el A8L que fuera móvil de traslado de Cristina Fernández de Kirchner desde 2013. Se trataba de un modelo de alta gama de 5,27 metros de largo, motor V8 4.2 de 372 caballos y tracción integral Quattro; otro modelo que por entonces se le devolvió a la marca alemana fue un SUV Q7 que utilizaba el ex jefe de Gabinete, Aníbal Fernández. Durante su mandato, CFK también había usado una generación anterior del A8. En diciembre de 2007, en su primera asunción, desfiló con un A6. Y en 2011 lo hizo con un Volkswagen Passat CC.
La elección de Macri en 2015 por un híbrido puso sobre relieve una tendencia que ya no es sorpresiva: el giro hacia los modelos de movilidad sustentable, al tratarse de un SUV que combina un motor de combustión con otro eléctrico, que reduce las emisiones de gases e incluso permite un ahorro de combustible. Pero no fue el primer vehículo con esta motorización en llegar al país, ya que desde 2009 está el Toyota Prius en el mercado local. Hoy, en cambio, ya son alrededor de una decena las opciones híbridas que hay en el parque.
De la Rúa fue el último que desfiló en el Cadillac pero el único que lo hizo en dos ocasiones fue Carlos Saúl Menem, en las dos asunciones que protagonizó: en 1989 y en 1995. El actual senador riojano es un amante de los fierros, tanto que hasta incursionó como piloto de rally antes de llegar a la primera magistratura, y en sus diez años de mandato dejó su impronta con un episodio por demás particular: se jactó de viajar a Pinamar en una Ferrari 348TB que le obsequiaron cuando era Presidente, a 200 kilómetros por hora y sin pagar peajes.
Raúl Alfonsín, en tanto, tenía un Renault 25, referente de la alta gama en la década del 80 que llegaba importado a la Argentina. Era el auto predilecto del presidente con el que regreso la democracia tras el último gobierno militar, aunque también solía utilizar el Rambler Ambassador que era parte de la flota presidencial.
El anterior radical que estuvo en la Casa Rosada, Arturo Illia, llegó a la asunción, en 1963, a bordo de su Kaiser Carabela, auto que adoraba y que era orgullo de la industria nacional. Pero el jefe de Estado, reconocido por su carácter austero, debió ceder ante un regalo que le hizo Ford: un Falcon descapotable por aquellos años inédito en la Argentina.
Menem no fue el primer presidente en conducir una Ferrari, sino que lo hizo Perón. El general tuvo una 212 Inter Coupé del año 1952, reliquia que pasó a ser objeto de subastas recientes en Europa. Este deportivo fue vendido en julio de este año a cambio de 950 mil dólares, el precio más bajo que se le reconozca en los remates de los que fue parte.
La tradición desfilar sobre ruedas
Se le atribuye a Domingo Faustino Sarmiento el comienzo del protocolo del desfile en vehículos. En 1870, lo hizo en una lujosa carroza de la marca francesa Delaye. Su caja era de madera de fresno pintada en negro y estaba tapizada en seda, tenía ventanilla con cristales biselados y adornos exteriores de cobre plateados, labrados, cincelados y calados. Esta carroza también fue utilizada por otros mandatarios en finales del siglo 19: Nicolás Avellaneda, Miguel Juárez Celman, Carlos Pellegrini y Luis Sáenz Peña.
Julio Roca fue el primer presidente argentino que circuló en un vehículo con motor, un Daimler de encendido por incandescencia que había traído al país Dalmiro Varela Castex, fundador del Automóvil Club Argentino (ACA). Luego de esa experiencia, Roca adquirió una limusina Renault de 1906, que en 2010 ganó el premio Best of Show en Autoclásica, la exposición de autos antiguos más grande de Sudamérica.
José Evaristo Uriburu cambió por otro modelo de carruaje, un Victoria, también francés, Mientras que la tracción a sangre en la asunción presidencial se vio hasta con Hipólito Yrigoyen, quien apeló a un carruaje Phaeton.
En los albores del peronismo llegaron las limusinas. El primero en usar un auto de tanto lujo fue Edelmiro Farrell, quien en 1944 se montó a una Packard. Farrell fue quien nombró ministro de Guerra al coronel Juan Domingo Perón, quien el año siguiente iba a ser ungido por el clamor popular. Perón también se subió a una limo, pero Cadillac del año 51, en varias de sus apariciones públicas en su segundo mandato. Este modelo fue subastado en Inglaterra, en 2014, a cambio de una suma cercana a los 230 mil dólares.
En 1968, el presidente de facto Juan Carlos Onganía inició otra era: la de los autos blindados. Fue el primer Rambler Ambassador que tuvo el Estado nacional en su inventario. También Perón en su tercer mandato, y luego su viuda María Estela Martínez, circularon con un Ford Fairlane con blindaje, mismo modelo que luego se repitió en los mandatarios de los llamados años de plomo, en el, Proceso de Reorganización Nacional que gobernó entre 1976 y 1983.
Los blindados también formaron parte de la escenografía automotriz de Cristina Kirchner y del mismo modo los dispuso Macri, cuando a mediados de 2016 sufrió un ataque a pedradas durante un acto. Así, las vans Mercedes-Benz Vito tenían un refuerzo especial antivandálico.
La ausencia del Cadillac de Perón
Que el Cadillac sea baja en el acto de asunción presidencial no resulta muy llamativo dada la nula participación que tuvo en el siglo 21; el último jefe de Estado que desfiló con este vehículo fue Fernando de la Rúa, en 1999, quien le puso una impronta radical al adornarlo con boinas blancas. Y desde entonces sólo se lo volvió a ver en situaciones fuera de protocolo, como cuando en 2006 lo condujo Hugo Chávez en las calles internas de la Quinta de Olivos, acompañado por el entonces ministro de Planificación Julio De Vido, o en 2018, año en que pasó a formar parte del Museo de la Casa Rosada: la administración macrista lo rescató de un galpón de la residencia presidencial y lo mandó a restaurar. Y el auto, en rigor de verdad, funciona.
De hecho, así quedó demostrado cuando lo sumaron al museo de marras. El Cadillac transitó por la explanada de la Casa Rosada impulsado por su motor. Se trata de un modelo El Dorado II que, vaya paradoja, fue comprado por Perón pero éste nunca pudo usarlo. Sucede que el Estado argentino lo adquirió en 1955, poco antes de que la Revolución Libertadora derrocara al entonces jefe de Estado. Y luego el general se vio imposibilitado de utilizarlo cuando regresó al país tras 18 años de exilio, en 1973, para hacerse cargo nuevamente de la Presidencia de la Nación; en esa ocasión desfiló en un Rambler Ambassador.
En un principio, se creía que este Cadillac había sido un obsequio de General Motors, en 1952, en ocasión de la visita del hermano del presidente de los Estados Unidos Howard Eisenhower, de nombre Milton, en una reunión que resultó preponderante para el desarrollo de la industria automotriz nacional. Pero en las oficinas de la Casa Rosada encontraron documentación que acreditaba la compra del vehículo por parte de Perón en el 55.
Ese mismo Cadillac, capaz de alcanzar una velocidad máxima de 180 kilómetros por hora y equipado con caja automática, fue utilizado por los presidentes de facto que sucedieron a Perón (otro que lo hizo fue Jorge Rafael Videla, en 1976), pero también por muchos mandatarios democráticos: Arturo Frondizi, Illia, Alfonsín, Carlos Menem y el ya mencionado De la Rúa. Macri quiso reflotar aquella tradición, pero le advirtieron que el auto no estaba en condiciones de rodar. Y fue por ello que se encargó la restauración a la Fundación Museo del Automóvil, que realizó el trabajo ad honorem y el Estado sólo tuvo gastos por autopartes que debió reemplazar.
Antes de que se encargara su reparación, este modelo diseñado por Harvey Earl, que además fue uno de los autos de lujo más vendido en los Estados Unidos en su época, apareció en 2012 en la exposición Autoclásica, y fue allí cuando se volvió a tener rastros de un vehículo que parecía olvidado, sobre todo porque llevaba muchos años sin mostrarse, en especial en los actos de asunción de las tres gestiones kirchneristas.
Tanto fue así que las recordadas imágenes de Néstor Kirchner yendo a abrazarse con la gente que estaba en las calles el 25 de mayo de 2003, día de su asunción, se relacionan con su cuerpo espigado y desgarbado bajando de un Renault Laguna antes de que aparecieran las imágenes de su herida en la frente, producto del calor popular. Desde entonces, uno de los autos peronistas por excelencia no volvió a ser usado por peronistas.
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