Que los autos serán eléctricos, al menos en un mediano plazo, no hay dudas. Tal vez la mayor incógnita es dimensionar cuánto tiempo puede llevar esta transformación histórica. La electrificación es el cambio más radical desde que se crearon los primeros vehículos a combustión. También el más dinámico. Y tal vez el más impredecible.
¿Quién iba a suponer algunos meses atrás solamente que Ford iba a encarar su etapa de electrificación con un emblema como el Mustang como punta de lanza? El gigante de Detroit no sólo apoya su estrategia a futuro en este nombre –o marca incluso- tan prestigioso e intocable, sino que además se atrevió a configurarlo como un SUV, a riesgo de desencantos y críticas por parte de sus seguidores más puros.
El futuro no espera. Por eso parece haber llegado el turno para que el otro monstruo norteamericano, General Motors, muestre su juego. El golpe de efecto también vendría respaldado por un nombre icónico, con historia, otro deportivo que parecía intocable y que por lo visto no será tal: el Chevrolet Corvette.
Este año Chevrolet presentó la octava generación de uno de los pura sangre norteamericanos con mayor tradición, rival clásico del Ford Mustang, y por primera vez en sus 66 años este modelo recibió un cambio conceptual inédito: trae un motor central que lo posiciona amenazante para los deportivos europeos.
La nueva generación del Corvette, denominado Stingray, crecerá como es costumbre con nuevas versiones de alta performance, como el Z06 y el ZR1. Pero la noticia que se ha filtrado en la prensa estadounidense y que por GM no ha desmentido es que se avanza con la versión híbrida. Lo llamativo: no son pocas las soluciones y desarrollos técnicos que ya empezaron a trascender.
Las primeras informaciones, incluso adjudicadas a altas fuentes de GM, hablan de dos versiones híbridas que además tendrán doble tracción. Una más racional, formulada sobre el modelo standard actual que está equipado con un V8 de 6.2 litros y 495 caballos, y que llegaría con el agregado del motor eléctrico a los 550 caballos totales. La segunda será nada menos que el ZR1, que a la potencia del V8 se le sumará un segundo motor para llevarlo a los 900 CV.
Se especula con que el sistema híbrido consistirá en un pequeño propulsor eléctrico montado en la parte frontal, y que las baterías estarán dentro del túnel central, un espacio destinado a la transmisión que esta octava generación mantuvo a pesar de que su motor central ya no lo requería.
La tracción en las cuatro ruedas convertirá al ZR1 en el primer deportivo con esta característica en su clase. Es un desarrollo ya implementado por otros superdeportivos híbridos como el Porsche 918 Spyder. Se prevé también que la electrificación del Corvette no corra el foco del modelo hacia la performance: se trabajará en equilibrar el peso que implica agregar un motor eléctrico. Según trascendió, el Corvette híbrido no tendrá un desempeño impresionante con electricidad, pero podrá avanzar a velocidades bajas con el V8 apagado. Luego, cuando el conductor necesite potencia adicional tendrá la posibilidad de desactivar el sistema híbrido.
Si bien GM no aporta información oficial sobre el proyecto, se especula que este Corvette híbrido podría ver la luz hacia fines de 2020. Lo dicho, el futuro no espera.
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