Los grupos PSA, con Peugeot como marca emblemática, y FCA, con Fiat como sello distintivo, avanzan decididos en la creación de un nuevo gigante de la industria automotriz. Pero, en rigor de verdad, sería el paso más contundente para formalizar una relación comercial que en realidad tiene más de cuatro décadas, y que incluso contó con un fuerte antecedente en el mercado argentino con Sevel, empresa que tuvo como CEO al actual presidente de la Nación, Mauricio Macri.
En las últimas horas, FCA y PSA empezaron a formalizar un acuerdo manejado en secreto, tanto que en menos de una semana se pasó de un rumor, ventilado por el diario The Wall Street Journal, a la virtual confirmación de la fusión aceptada por ambas empresas. De esta manera, se estará en presencia del cuarto grupo automotor más grande en el mundo, detrás de Volkswagen, Renault-Nissan-Mitsubishi y Toyota.
Con base en El Palomar, donde hoy PSA tiene su planta, pero con asiento también en Córdoba y Berazategui, Sevel Argentina produjo modelos emblemáticos de ambas marcas, en sus diferentes versiones, en las casi dos décadas que operó en la Argentina como parte de un acuerdo que habían firmado, en 1978, Fiat y Peugeot en Europa.
Aquella sociedad inicial promovió también la construcción de otras dos fábricas: una en Vallenciennes, Francia, y otra en Atessa, Italia, la que hoy sigue funcionando como parte del joint venture original. Allí se emplea a 6.200 trabajadores y es la fábrica de producción de vehículos comerciales livianos más grande y más flexible de Europa, de donde salen los furgones grandes Fiat Ducato, Peugeot Boxer y Citroën Jumper.
Sevel, en su origen, fue la sigla de aquella sociedad, en sus respectivos idiomas: Società Europea Veicoli Leggeri S.p.A, con su fábrica Sevel Sud, y Société Européenne de Véhicules Légers S.A, con su planta Sevel Nord.
Dos años más tarde, el 28 de febrero de 1980, Jean Paul Parayre presidente de Peugeot–Citroën, y Humberto Agnelli, vicepresidente de Fiat, sellaron en el Viejo Mundo una extensión del primer acuerdo para la creación de Sevel Argentina, cuyo nombre respondía a otro acrónimo: Sociedad Europea de Vehículos para Latinoamérica.
Contemplaba la producción de modelos ligeros destinados a todo el continente. Y era la fusión de las sociedades argentinas Fiat Concord, filial de Fiat S.p.A., y Sociedad de Automóviles Franco Argentinos (Safrar), representante oficial de Peugeot. La primera autoridad fue designada desde Europa: el presidente fue Charles Barthier.
Pero en 1982 apareció en escena un empresario italiano que se había radicado en la Argentina en la posguerra, y había amasado una fortuna gracias a negocios que había tejido en la construcción. Fue allí cuando Franco Macri, presidente del ya constituido Grupo Socma, adquirió ese año el 85 por ciento de las acciones de Sevel Argentina. Y su familia estuvo al frente de la compañía hasta que en 1998 le vendió la mayoría del paquete accionario a uno de sus antiguos dueños, Peugeot.
Con los Macri, Sevel llegó a facturar cinco mil millones de dólares al año. En ese lapso, se produjeron modelos emblemáticos de ambas marcas: los Fiat 128, 147, Regatta, Duna, Uno, Fiorino y Tipo, y los Peugeot 504 (sedán y pick up), 505, 405 y 306. También produjo las diferentes versiones de las pick up C10 de Chevrolet, de la que era licenciataria.
Con la apertura de las importaciones, a principios de los 90 tras la asunción en el gobierno de Carlos Menem, los negocios de Sevel Argentina comenzaron a tambalear. En 1996, la compañía rompió con Fiat. Y en el 98 acabó en manos de PSA, que definió su regreso a la región después de la creación del Mercosur y lo que vislumbraba como una gran oportunidad para hacer grandes negocios en el Cono Sur.
En 1992, Franco Macri ungió como vicepresidente de Sevel a su primogénito, Mauricio, quien en 1994 fue promovido a la presidencia de la compañía con sólo 35 años. Estuvo en el cargo hasta que fue electo presidente de Boca Juniors, a fines de 1995.
Antes de asumir el control de Sevel, Mauricio Macri les envió una carta motivacional a los empleados. En uno de sus párrafos decía: “Este va a ser un camino largo, que implica un cambio que debe darse de arriba hacia abajo, desde la Presidencia hasta cada uno de los empleados de la compañía. Y también, de adentro hacia afuera, mejorando nuestra comunicación y cooperación interna”. Cualquier similitud con el discurso actual del ahora jefe de Estado no parece ser casual.
El actual Presidente de la Nación se vio salpicado por un escándalo judicial que involucró a Sevel: junto con su padre fue procesado, y luego ambos sobreseídos, por contrabando agravado detectado en la venta de autopartes a la filial uruguaya de la empresa y un presunto perjuicio al fisco argentino estimado en alrededor de 300 millones de dólares.
El avance de la fusión
La sociedad entre FCA y PSA le dará paso a un nuevo monstruo automotor, con once marcas involucradas, casi nueve millones de vehículos fabricados anualmente, 400.000 empleados en todo el mundo, un nivel de facturación cifrado en unos 200.000 millones de dólares anuales y ganancias estimadas en los 12 mil millones de dólares por año.
Un comunicado emitido este jueves por PSA confirma que ambas partes acordaron “por unanimidad trabajar para lograr una combinación completa de sus respectivos negocios a través de una fusión 50/50”, y que les dieron mandato a sus respectivas juntas para “finalizar las discusiones y alcanzar un memorando de entendimiento vinculante en las próximas semanas”.
Además, la sociedad no prevé el cierre de plantas, apunta a una concreción de un 80 por ciento de las sinergias en el lapso de cuatro años y una inversión estimada en unos tres mil millones de dólares.
Con la asociación en partes iguales, ambos poseerían la mitad del capital y recibirían la mitad de las ganancias. La Junta estaría compuesta por 11 miembros y fijará su sede en Holanda. El portugués Carlos Tavares, actual presidente de PSA, se convertiría en el CEO del nuevo grupo. Mientras que en el reparto, el consejo de administración quedaría bajo el manejo del ítaloamericano John Elkann, nieto de Gianni Agnelli, heredero del emporio nacido en Turín y actual máxima autoridad en FCA.
Los trazos más importantes de la negociación fueron llevados adelante por el propio Tavares y por el CEO de FCA, Mike Manley. “Esta convergencia abre un futuro brillante para la entidad combinada “, dijo Tavares. Mientras que Manley destacó: “Tenemos una larga historia de cooperación exitosa con PSA y estoy convencido de que podemos crear una empresa de clase mundial”.
La valoración bursátil rondaría los 50.000 millones de dólares, de acuerdo a la estimación de especialistas en Bolsa. La fusión permitiría tener el tamaño necesario para enfrentarse a los gigantes del automóvil a nivel global. El nuevo grupo sería el cuarto mundial en número de vehículos vendidos, por detrás de Volkswagen, de la alianza Renault-Nissan-Mitsubishi y de Toyota.
Pocos meses atrás, FCA había llegado a una instancia de casi acuerdo con Renault, en una integración que hubiera consolidado al hipotético consorcio como el tercer fabricante a nivel mundial. Pero aquellas tratativas, en lo que se conocía como el paso para la fusión más grande de la historia, fracasaron en medio de acusaciones cruzadas, hacia finales de mayo.
En 2018, PSA vendió 3,9 de vehículos y facturó 82.000 millones de dólares. FCA vendió por su parte 4,8 millones de vehículos y facturó 122.000 millones de dólares. Para comprender la envergadura del acuerdo que se negocia, once marcas quedarían bajo el paraguas del nuevo consorcio, cuya posible nueva denominación tampoco se conoce: son las italianas Fiat, Alfa Romeo, Lancia y Maserati, y las estadounidenses Jeep y Dodge del lado de FCA, mientras que por PSA están las francesas Peugeot, Citroën y DS, la alemana Opel y la británica Vauxhall.
Qué busca la alianza
En estos tiempos, los puntos de contacto entre las automotrices más importantes del mundo vienen creciendo de manera sostenida. Por un lado, están las fusiones aplicadas a una visión comercial, sea por intentos de expansión o posible salvataje, como parece ser ésta que buscan concretar PSA y FCA. Pero también hay alianzas en términos de desarrollo tecnológico, como las que tejieron Daimler y BMW por un lado, y Ford con Volkswagen por otro, para avanzar más rápidamente en la fabricación de vehículos eléctricos y autónomos.
Dicha mirada sobre la movilidad del futuro está en la nómina de objetivos que se plantea la creación de esta sinergia. Según analistas, esta sociedad reportaría beneficios para ambos grupos. PSA podría reinsertarse en el mercado norteamericano, en el que lleva una ausencia de tres décadas y al que pretende reconquistar, tanto que ya empezó la construcción de una planta en la ciudad de Atlanta, en el estado de Georgia y planifica contar con una red de concesionarios hacia 2026.
Para FCA sería asociarse con un grupo que le aportaría nuevas perspectivas en dos campos: mejorar sus parámetros en el control de emisiones de dióxido de carbono, a partir del endurecimiento de las normas dispuestas por el Parlamento Europeo. Y apuntar con su cartera de productos al mercado asiático, adonde PSA pisa fuerte desde la alianza estratégica que tiene con la empresa china Dongfeng.
De hecho, Dongfeng fue clave en el rescate de PSA cuando, en 2012, estuvo a punto de la bancarrota y el quebranto fue evitado por la intervención de la compañía china y del Estado francés, ambos en la actualidad accionistas junto con la familia Peugeot.
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