Es, posiblemente, una de las sociedades más icónicas de la historia del cine. James Bond, el interminable 007, y Aston Martin siguen escribiendo capítulos de aventuras a 55 años de haber cruzado sus destinos por primera vez en un set de filmación. Aquella escena en que el agente Q le mostraba a un Sean Connery en esplendor las bondades del DB5 fue fundacional para una dupla que no conoce de límites generacionales.
No era para menos: aquel Aston Martin que acompañó a 007 en Goldfinger de 1964 (la tercera de una saga recién naciente) incluía más de lo que el propio agente podía imaginar. Estaba equipado con ametralladoras a cada lado del capó, tenía lanzador de humo en el escape, largaba aceite para librarse de los enemigos, disponía de elementos laterales extensibles para destrozar ruedas, la patente era intercambiable para despistar y hasta contaba con techo desmontable para eyectar al asiento del pasajero. Y todo combinado con el estilo soberbio y seductor de uno de los modelos más hermosos que jamás haya producido la marca inglesa.
No había nacido Daniel Craig, el actual 007, por aquel entonces. Pero es un espía afortunado que, además de heredar las habilidades del viejo agente, mantiene una tradición que parece eterna: bellas compañeras y un Aston Martin siempre a mano.
Además del clásico Aston Martin DB5 de Goldfinger, también son recordados el Toyota 2000GT Convertible de Sólo se vive dos veces o el Lotus sumergible de La espía que me amó, incluso 007 usó Bentley y BMW, entre otras marcas. Pero el destino siempre pone un Aston Martin como socio de Bond: el propio DB5 apareció en varias películas de la saga, el V12 Vanquish invisible fue estrella de “Muere otro día”, se subió a un V8 Vantage, y exigió a los DBS y DB10.
Pero llegó la hora de que Bond acelere más rápido que nunca, sin dejar de lado las nuevas tecnologías y la avanzada eléctrica. Para eso se subirá al imponente Aston Martin Valhalla, un hiperdeportivo híbrido con motor central de 1.000 caballos, concebido totalmente en fibra de carbono como fruto de la colaboración entre la marca inglesa y Red Bull Advanced Technologies. En concreto, Bond se sube a la vanguardia tecnológica que marca el rumbo de los próximos años de la industria automotriz, e incluso da un salto de exclusividad: del Valhalla sólo prevén fabricarse 500 unidades a partir de 2021.
El Valhalla aparece como el hermano menor del Valkirie, el superdeportivo más radical de Aston Martin (del que sólo se harán 150 unidades). Su tecnología híbrida combina un motor V6 Twin-Turbo asociado a una caja de cambios automática de doble embrague y ocho velocidades que moverá el tren trasero y una eléctrica que se encargará del delantero. Por su bajo peso (unos 1.350 kilos) podrá acelerar de 0 a 100 km/h en sólo 2,5 segundos y llegará a una máxima superior a los 350 km/h. Por potencia y rendimiento es rival directo de la Ferrari SF90 Stradale, el primer Cavallino híbrido de la historia.
Hace pocas semanas, Aston Martin aprovechó una visita del Príncipe Carlos de Inglaterra al set de filmación y realizó el anuncio oficial de la presencia del Valhalla en la próxima película de 007, la número 25 de la saga: No time to die.
Como ya es tradición, la presentación cinematográfica de un nuevo modelo para el espía está acompañada por la reaparición de algún clásico. En este caso, en la “Bond 25” serán dos: vuelve el icónico y eterno Aston Martin DB5, y también el V8 Vantage Serie II con el que hace ya más 30 años Timothy Dalton apareció en 007: Alta Tensión.
¿Qué arma letal tendrá el Valhalla para Bond? ¿Con qué gadget oculto sorprenderá Q al agente implacable? Si consigue exprimir al máximo los 1.000 caballos, tal vez no necesite mucho más.
SEGUÍ LEYENDO: