Una hazaña, una despedida y una película: las historias que rodean a la nueva bestia de Ford

El GT MkII, un auto furioso de 700 caballos y que no puede ser usado en la calle, fue presentado tras la despedida de Ford del Mundial de Resistencia, y a 50 años del último triunfo de la marca en las 24 Horas de Le Mans logrado por el GT40. Hollywood lleva al cine aquella proeza

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El Ford GT MkII tiene
El Ford GT MkII tiene un valor de 1,2 millón de dólares y sólo se producirán 45 unidades

A mediados de los 60, Ford se propuso quebrar la hegemonía de Ferrari en las 24 Horas de Le Mans, ya que después de la Segunda Guerra Mundial, la marca italiana había ganado nueve de 17 ediciones de la tradicional carrera, incluidas seis victorias consecutivas entre 1960 y 1965. Y el Ovalo lo consiguió con un auto icónico: el GT40.

Aquella hazaña inicial, de 1966, llegará a fin de año al cine con la película Contra lo imposible que protagonizan Matt Damon y Christian Bale. Aquel súper deportivo, ya en los 2000, se convirtió en un modelo que salió a la venta para amantes de la velocidad. En esa línea, Ford acaba de lanzar su última versión, el GT MkII, una bestia de 700 caballos y sólo 45 unidades producidas que se vende a 1,2 millón de dólares cada una. Y se promociona con una advertencia: sólo se lo puede conducir en circuitos, no en las calles.

El GT MkII es un
El GT MkII es un auto de carreras puesto a la venta por Ford para amantes de la velocidad

Este modelo, desarrollado en conjunto con Multimatic, fue recientemente presentado en el Festival de la Velocidad de Goodwood, en Inglaterra. Trabajaron sobre la base de los aprendizajes competitivos del Campeonato del Mundo de Resistencia FIA, en el que está incluido las 24 Horas de Le Mans, y el Campeonato IMSA Weather Tech Sports Car de Estados Unidos, en el que Ford seguirá compitiendo. En cambio, la última edición de Le Mans marcó la despedida del Ovalo de esta emblemática competencia. Por eso, el GT MkII aparece como un homenaje a la medida de un auto que quedó marcado a fuego.

"El GT MkII libera todo el potencial sin ninguna limitación artificial dictada por los organismos que regulan las carreras. Es lo más cercano que se puede tener al rendimiento ganador de Le Mans y la emocionante sensación de cruzar la línea de meta en el auto de carrera Ford GT", expuso Hau Thai-Tang, director de compras y desarrollo de productos de Ford.

Su diseño, agresivo, le confiere
Su diseño, agresivo, le confiere una carga aerodinámica superior respecto de las versiones de calle

Se realizaron trabajos casi de orfebrería para hacer más potente al GT MkII. Por caso, cuenta con una serie de agresivos cambios aerodinámicos respecto del GT de calle, entre los que tiene un gran alerón trasero doble, que le confiere un 400 por ciento más de carga. Además, pesa 90 kilos menos que la versión callejera. El motor EcoBoost de 3.5 litros, el mismo que equipa las versiones de competición y de calle, en el Mk II no está limitado por ninguna normativa de competición, por lo que es capaz de generar 200 caballos más que el modelo de carreras. Sus 700 CV lo convierten en la versión más poderosa de la historia de este emblemático modelo.

Las puertas tienen apertura superior,
Las puertas tienen apertura superior, un detalle más que lo acerca a un modelo de competición

El aumento de caballos del motor se combina, necesariamente, con una mayor potencia de frenado. El Mk II ofrece un rendimiento superior al GT, incluidos los frenos delanteros Brembo de 15.5 pulgadas y los traseros de 14.1 pulgadas. Y las llantas de aluminio para 19 pulgadas cubren los grandes frenos con neumáticos Michelin Pilot Sport GT.

¿La mayor curiosidad? Ofrece butaca para acompañante como un elemento opcional.

Una despedida y un homenaje a medida

Ford atraviesa el último año de su programa de competición. Por eso su participación en Le Mans, en junio, marcó su despedida del campeonato de Endurance después de 53 años. Y el GT dejó una huella imborrable en la categoría. Fue a mediados de los 60 cuando incursionó por primera vez, y lo hizo entrando por la puerta grande. La historia reunió a Lee Iaccoca, el padre del Mustang, ya Carroll Shelby, ex piloto y desarrollador de grandes autos deportivos, en un proyecto que buscó derrotar al mito viviente de Ferrari en Le Mans. Y no sólo lo consiguió una vez, sino cuatro consecutivas, con los triunfos obtenidos por el GT40 entre 1966 y 1969.

La butaca del acompañante viene
La butaca del acompañante viene como un elemento opcional de compra

Tras la segunda guerra mundial, al reanudarse la competición en Europa, Ferrari había ganado nueve de las 17 ediciones de Le Mans. Pero desde 1923, cuando se corrió por primera vez, todos los triunfos fueron europeos, entre alemanes, italianos, franceses y británicos. De hecho, las únicas victorias americanas se remontan a aquellas del GT40, porque después de ellas siguió prevaleciendo la mecánica del Viejo Mundo, sólo interrumpidas por éxitos de las japonesas Mazda (en 1991) y Toyota (2018 y 2019).

No resulta exagerado entonces, en este contexto, que Hollywood haya posado su atención en aquella proeza norteamericana para llevar al cine la historia de cómo nació el mito del GT40, porque también estaba el morbo de derrotar a las Ferrari. La película cuenta cómo desembarca Shelby en el proyecto, después de dos años frustrantes (1964 y 1965) con las primeras intervenciones de Ford en el Endurance europeo. En el film, Shelby es interpretado por Matt Damon, mientras que Christian Bale encarna a Ken Miles, uno de los pilotos que protagonizó aquella proeza del 66.

¿Qué pasó en aquellas 24 horas? En el final, los GT40 del equipo Shelby dominaban a discreción dado que los Porsche ya habían desistido de perseguirlos. Al frente iba el binomio Bruce McLaren (fundador de la escuadra McLaren) y Chris Amon, seguido muy de cerca por el auto de Ken Miles y Denny Hulme. Había que decidir si se dejaba que los pilotos luchasen en pista, arriesgando la victoria y la millonaria inversión de Ford en este proyecto, o bajar una orden desde boxes para establecer un ganador.

El GT40 que ganó en
El GT40 que ganó en Le Mans en 1966 y que dio origen a la leyenda de un auto deportivo emblemático

Claro que había una tercera opción, imprevista pero más espectacular, que se terminó cristalizando: Los dos Ford GT40 cruzarían al mismo tiempo la meta junto con un tercero, que iba más retrasado y llevaba varias vueltas perdidas, para protagonizar uno de los finales más pintorescos y polémicos de la historia de las 24 Horas de Le Mans. Les dieron el triunfo a los australianos McLaren y Amon porque habían largado 18 metros más atrás que Miles y Hulme y, por ende, habían tenido más recorrido.

Los GT40 no sólo conquistaron Le Mans, sino que lo dominaron por cuatro años. La última victoria fue hace 50 años, en 1969, con el belga Jacky Ickx y el británico Jackie Olivier al volante. En el medio, hubo otros hitos. En 1967 compartieron pista diez GT40 de diferentes generaciones y una vez más, Ford celebró con los estadounidenses Dan Gurney y Anthony Foyt. Ese éxito obligó a la organización a imponer una normativa más estricta que limitara la velocidad; es que aquel Ford GT40 superaba los 350 kilómetros por hora. En 1968, la victoria llegó de manos del belga Lucien Bianchi y del mexicano Pedro Rodríguez, uno de los dos latinoamericanos que lograron ganar en Le Mans; el otro fue el argentino José Froilán González con una Ferrari 375 en 1954, en dupla con el francés Maurice Trintignant.

Desde 2003, Ford puso a la venta el GT, un súper deportivo que emula al icónico GT40. Su primera generación llevó un motor V8 turbo de 558 caballos. Y la segunda, lanzada en 2016 por los 50 años de la primera hazaña en Le Mans y que aún sigue vigente, llegó a los 600 CV. Por eso, los 700 caballos de potencia del GT MkII son el mejor homenaje para un auto que hizo historia y que tiene muchas historias para contar a su alrededor.

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