Diego López Calvo vive en Saavedra, está casado con Lorena y tiene 45 años. Se quiere mudar y necesita dinero. Tiene un Peugeot 206 año 2007 con 114.028 kilómetros que necesita vender. Pide 125 mil pero "se puede hablar". Lo publicó durante un mes en un sitio de ventas online y sólo hubo un interesado: "Era un aviso gratuito que quedó al fondo de la cola. No funcionó". La publicación tradicional no tuvo suerte. Decidió, entonces, aplicar sus conocimientos profesionales en un servicio personal, fuera del plano laboral.
Diego es redactor publicitario devenido en director creativo. Trabajó para Canal 13, Turner, Fox, Discovery hasta que prefirió independizarse. "Soy un convencido que la creatividad se puede aplicar en cualquier ámbito de la vida", subraya. Dedicó el tiempo libre de todo un mes para vender su auto usado a su manera: en un emotivo video de casi tres minutos ensaya un relato de autopromoción. El auto habla en primera persona, con una guitarra acústica de fondo y la compaginación de voz e imágenes.
"Mirame bien. Soy apenas un auto usado. Pero yo también los usé a ellos", comienza el anuncio. Diego escribió el guión como un cuento, le puso voz, filmó los planos con el celular, coordinó la edición en su casa y le encargó a un amigo la música para que no le rebotaran el video en las redes sociales por derechos de autor. "Pero no lo hice como un anuncio promocional, no es una publicidad aunque tenga la impronta. La duración no encaja en los cánones tradicionales. Podría haber sido una campaña pero tendría que haberse dividido en tres", advierte en diálogo con Infobae.
Con ingenio, gracia, creatividad, talento y originalidad, Diego propone una descripción técnica y espiritual del vehículo que intenta vender. Despliega con una sugerente voz en off el encanto de un auto con sentimientos. Recuerda las cosas que pasaron juntos y valora la gratitud de emprender un nuevo camino. "Son tiempos de cambios y hay que saber adaptarse. Dicen que cuando se cierra una puerta, se abre una ventanilla", reflexiona.
"Ahora que pasaron 114 mil kilómetros de todo me quieren ofrecer al mejor postor. No los critico. Si pudiera, yo también los vendería a ellos", dice -sensato- el 206. En su relato novelesco, refunda las formas de informar sus características: motor diésel 1.9 litros, 71 caballos de fuerza, 114.028 en su cuentakilómetros, año 2007, levantavidrios eléctricos, aire acondicionado, tazas sin llantas de aleación.
El Peugeot que se vende solo no reniega de sus años, de su lastre y de sus heridas, las revela casi orgulloso. No esconde sus imperfecciones, delata sus cicatrices y confiesa sus desperfectos mecánicos con una pregunta retórica: "Es cierto que alguna vez me costó arrancar. ¿Y qué? ¿A vos nunca te costó arrancar? ¿O todos los lunes llegás al trabajo desbordante de alegría?".
Diego publicó el video en sus redes sociales el primero de marzo. Inmediatamente tuvo una repercusión que lo desbordó. "No era la idea inicial ni mucho menos. Creí que iba a estar limitado al grupo de amigos o de contacto, pero de ninguna manera me imaginé la dimensión". El anuncio generó un fenómeno que le cuesta creer. Lo llamaron desde San Luis, Córdoba, Rosario, Uruguay, Estados Unidos aunque no con el fin buscado. Lo convocaron para ofrecerle trabajo, interesados en su producción.
El auto sigue sin encontrar su nuevo dueño. Las ofertas que recibió no fueron suficientes. Mientras prepara un segundo video con reseñas del alcance periodístico, sueña con vender su 206 de una manera diferente. Su deseo es rematarlo en una subasta pública: si el interés supera el valor publicado, donaría el excedente a programas solidarios. Piensa en la Fundación Garrahan. "Esta trascendencia tiene que servir para algo más. Sería ponerle el moño a una historia inesperada y demencial", se entusiasma.
El video tiene más de medio millón de visualizaciones. "Vendo el 206, quien guste compartir o venir a dar una vueltita, será un placer", reza la publicación. Los comentarios hablan más de los autos que del auto que quiere vender. Personas que juran haber llorado, que le agradecen la emoción y el recuerdo de sus primeros vehículos. Recibió también refutaciones de los desconfiados de rigor: "Me preguntaron si no era una campaña encubierta, si la marca no estaba detrás. Hasta me cuestionaron la existencia real del auto".
Él no se considera un fierrero ortodoxo, pero le gusta la estética, el sentido y la significación de los autos. Tuvo el 206 durante tres años, se lo compró a la primera propietaria: "Ella no lo cuidaba mucho. Pero nosotros nos encariñamos enseguida. Es un modelo muy noble, que anda bárbaro". Tiene todos los service correspondientes y un precio dentro de los estándares convencionales del mercado de vehículos usados.
El cierre del video invita a una reflexión casi filosófica. "Si me llevás nos vamos a llevar bien. Y si algunas vez vos también te sentiste usado, entonces nos tenemos que conocer. ¿Será que más que un conductor necesito un acompañante? Pero vos hacé lo que sientas. Porque después de todo el mundo fue y será una porquería, ya lo sé, en el 206 y en el 2000 también".
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