Bugatti Chiron o la preciada, arbitraria y discutible etiqueta de ser considerado –casi– por unanimidad el mejor auto del mundo: año 2017. Sus dotes técnicas, su ingeniería, su tecnología, sus prestaciones se fusionan con una matriz abstracta de seducción, pureza e hipnotismo. Esencia, genética y mecánica: la combinación entrega un modelo bisagra, un deportivo de otro mundo. La automotriz francesa, propiedad del Grupo Volkswagen, divulgó tres de sus principales razones para solventar, respetar y honrar su condición.
Es el rey de los autos y el rey de la velocidad. Su corazón soporta un propulsor de 8.0 litros en configuración W16, cuatro turbos, tracción integral, estructura de fibra de carbono, transmisión de doble embrague y caja de cambios de siete marchas. Eroga un potencial de 1.500 CV y 1.600 Nm de par disponible a 2.000 rpm. Sus cifras oficiales detienen el aliento. Los tres videos que publicó la marca duran lo mismo que presume en su tarjeta de presentación.
El primero se extiende durante 2,4 segundos, cuando el hypercar alcanza los 100 kilómetros por hora lanzado desde cero. El segundo video tarda 6,1 segundos en finalizar: tiempo suficiente para que el velocímetro marque los 200 kilómetros por hora. El tercero, 13,1 segundos denuncia el cronómetro al suspender al deportivo en una velocidad de 300 kilómetros por hora. Sus registros son pura demencia, pero su potencial está cercenado por una curiosa razón.
Su velocidad punta está limitada vía electrónica. La capacidad de aceleración del Chiron se circunscribe a 420 y no a 450 kilómetros por hora. No existen neumáticos capaces de sustentar el rendimiento máximo del Chiron en una línea recta. Una llave desbloquea el modo "top speed" limitado a 380 kilómetros por hora: el Bugatti tiene el permiso para alcanzar los 420 kilómetros por hora, delimitado por razones de seguridad. En ese umbral de velocidad, el Bugatti se autolimita y ejecuta un bloqueo preventivo: la suspensión baja y opera el alerón trasero. Hasta allí resisten sus neumáticos Michelin. Así lo reveló el piloto probador Andy Wallace. Para desprender el asfalto a su paso, necesitaría gomas que soportaran la rabia del Bugatti Chiron.
El deportivo fue presentado en sociedad en el Salón del Automóvil de Ginebra 2016 con la pretenciosa definición de ser "el auto más potente, rápido, lujoso y exclusivo jamás fabricado", según la interpretación de la propia compañía. Habrá sólo 500 Bugatti Chiron, de los cuales apenas 70 serán producidos en 2017. Su valor asciende a 2,4 millones de euros que pagarán el meticuloso proceso de fabricación: cada unidad se construye a mano con 1.800 piezas individuales que demanda, según el grado de personalización, entre seis y nueve meses de trabajo artesanal.
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